- ¿De verdad te tienes que ir?Sarah, con su pequeño niño en brazos, observaba a Philip con tristeza. Estaban en la casa de la manada de los Lobingston, donde hacía solo un mes que Sarah y Adam se habían convertido en papás.- Lo siento, pero tengo que irme, he visto a mi pequeño sobrino nacer, y aunque Eldom me tienta a quedarme, tengo que hacer varias cosas.Philip se había comprometido a llevar a Brooke a una manada lejana, donde habían admitido que la viuda se quedara a vivir como maestra de protocolo. Todos estaban contentos con la opción, pero los Lobingston querían asegurarse de que efectivamente Brooke cumplía con su palabra,y llegaba a la nueva manada.Además, Philip quería descubrir que habá sucedido con la manada en la que nacieron, piedra salvaje, que quedó arrasada después del ataque que acabó con las vidas de sus padres, era improbable que encontrara muchos datos después de tantos años, pero tras estudiar los libros de historia de los Lobingston, ahora necesitaba desplaz
Faltaban dos semanas para que el curso terminara, y Becca Stone estaba deseando que eso sucediera. Ese verano, su tío, el Beta Munchen le había dado permiso para viajar en una misión oficial de la manada, ¡sería una de las representantes de la manada ante una embajada extranjera! ¡Ella! El programa de becas de verano era muy exigente, y su tío, a pesar de ser el Beta de la manada, le habia dejado claro a sus primos y a ella, que no haría ninguna excepción, que solo obtendrían el preciado viaje si aprobaban el duro examen que los sabios de la manada les obligarían a hacer. Becca había estudiado muy duro, se habia pasado meses en la biblioteca con las pestañas pegadas a los libros, y al fin había conseguido su recompensa un verano entero lejos de casa, y aprendiendo infinidad de cosas nuevas. Y es que aunque Beta Munchen era simpático y cuidaba de ella como si fuera una hija más, pasaba muy poco tiempo en casa, ya que su puesto lo obligaba a viajar por todo el país; y en consecuencia
Los días siguientes fueron muy tensos, pero Becca esquivó bien a su tía, ya que tío Munchen estaba en casa, y ella podía limitarse a salir de su cuarto solo cuando su tío merodeaba por la casa.En realidad a Becca no le importaba demasiado que su tía no le hablara, o que si decidía quedarse en su cuarto, los criados olvidaran llevarle la cena, todo eso eran minucias para ella, porque lo que verdaderamente le importaba y le emocionaba, era el viaje escolar que podría realizar en unos días.En todas las horas que pasó encerrada en su cuarto, se imaginó como sería su vida en una manada aliada, en como podría decirles a todos los embajadores que ella deseaba un empleo como aquel, y sobre todo, soñó con vivir lejos de esa casa en la que solo sentía cariño por parte de su tío.Así pasaron dos días, hasta que una mañana, cuando Becca aún estaba recogiendo su cuarto, y preparando algunos libros que tenía que ir a devolver a la biblioteca, vio que la pantalla de su móvil se iluminaba. Era Aim
Becca volvió a casa desolada, y era tal su desasosiego, que ni siquiera se dió cuenta de que había abandonado la casa por la ventana, y que por tanto resultaría extraño que entrara por la puerta principal.Sin embargo, en cuanto atravesó el umbral de su casa, se dió cuenta de que su ausencia no había sido notada por nadie, ni siquiera por los criados, como tampoco se apreció su llegada, ya que todos estaban ocupados hablando con Alfa Taurus.Becca se sorprendió al encontrar al Alfa de la manada en su propio salón, porque por supuesto su tío era una persona de alto rango, pero habitualmente era él quien iba a casa del Alfa, no el cargo más alto quien acudía a visitarlos. Ella agachó la mirada en señal de respeto como siempre le habían enseñado, e hizo una pequeña reverencia.- Excelencia, sea bienvenido a nuestro hogar.El Alfa la miró fijamente durante unos segundos, o al menos eso le pareció a Becca, porque tenía la mirada clavada en el suelo hasta que el Alfa se dirigiera a ella, y
Becca pasó el resto de la mañana distraída, sin prestar ninguna atención a sus clases, y cuando al fin terminaron, se fue a su casa dando un paseo, mientras pensaba en alguna estrategia que le permitiera convencer a su tía de que firmara el dichoso papel que necesitaba para que le permitieran disfrutar de su viaje de estudios.Llegó a casa, y se encontró con que el salón estaba vacío, lo cual era extraño, pues normalmente siempre estaba allí su tía, sentada, viendo la televisión.- Pergamine.- dijo cuando al fin encontró a la criada.- ¿sabe donde se encuentra mi tía?- ¿Acaso tengo aspecto de portero? - ¿No?- respondió Becca desconcertada por la extraña respuesta de la doncella.- Pues entonces, no me moleste con sus preguntas. No sé donde está su tía, porque ella es la señora de la casa y no tiene porqué darnos explicaciones a ninguna de las dos.- Entiendo.- dijo Becca y observó como la criada se daba rápidamente la vuelta para seguir con sus quehaceres.- ¡Pergamine!- llamó nuevame
Becca pasó todo el día siguiente en clases, y luego, cuando terminó, acudió a la biblioteca, no porque tuviera algo que hacer, puesto que el curso estaba a punto de acabar, sino para ganar tiempo antes de tener que regresar a la casa.Volvió cuando sentía que ya no podía más de hambre, pues ese día o había tenido tiempo de comer en los descansos, y cuando abrió la puerta de su hogar, la recibieron los desagradables gritos de su tía, que estaba echándole la bronca a alguna de las criadas más jóvenes.Se encerró en su cuarto, y a pesar de que se moría de ganas por acudir a la cocina, se conformó con tomar una chocolatina que había sobre su mesa de estudio, y que ella misma había dejado el día anterior al regresar de la escuela.Becca estuvo toda la tarde nerviosa, dando paseos por el cuarto, pensando en formas de convencer a su primo de que convenciera a su tía para firmar el permiso que tanto necesitaba, y cuando al fin llegó la hora acordada, bajó de su cuarto con un nudo en el estóm
Becca pasó aquella noche encerrada en el sótano de su casa, aunque realmente, hubiera preferido pasarlo en un calabozo, pero su tía insistió en que no quería que aquella tración se convirtiera en un escándalo que salpicara a la familia entera, en especial en ausencia de tío Munchen.Ella se hizo una bola en la oscura habitación, y trató de no pensar en la posibilidad de que en aquel sótano hubiera cucarachas, o algo peor. Las horas pasaron lentamente, y Becca fue incapaz de conciliar el sueño, atormentada por la tración falsa de la que su primo la había hecho parecer culpable.No sabía si su prima y su tía estarían al tanto del ocurrente plan del primo Meeke, pero de lo que Becca estaba segura, era de que ninguna de ellas la iba a apoyar; siempre estarían a favor de su primo, ya que a ella nunca la habían querido.Becca intentó estrujarse el cerebro en busca de alguna explicación creíble que dar al día siguiente, pero entre el cansancio, el frío y el hambre que tenía, no era capaz de
El secretario pidió a los criados que volvieran a encerrar a Becca en el sótano, y ellos lo hicieron, sin si quiera mirarla. Le sorprendió el poco cariño que aquellas personas tenían por ella, pero pronto comprendió que nadie se pondía de su parte si su tía y sus primos no lo hacían, y claramente, ellos no tenían intención de hacerlo.Becca pensó en planes, en formas de escapar de aquel lío en el que Meeke la había involucrado, y que si no se paraba a tiempo, tendría unas consecuencias desastrosas en su vida, pero no encontró ninguna opción viable.Escapar era imposible, no había ventanas, ni trampillas, ni siquiera algún tipo de desagüe que saliera a la calle; era un cuarto completamente estanco, y la única forma de entrar o salir de allí, era por la puerta, la misma puerta que los criados custodiaban día y noche.La única posibilidad era que su tío, el Beta Munchen, o el Alfa, regresaran antes de que algún comerciante llegara, aunque algo en su interior le decía que eso no sería así