Capítulo 34. Adam

Cuando amaenció el día siguiente, Adam se sentía finalmente recuperado; de hecho, incluso se sentía más fuerte que antes, y pronto se dio cuenta de que era debido a que había eliminado las drogas de su organismo. Su espalda estaba más recuperada, aunque aún notaba las heridas, y su lobo interior volvía a rugir en su interior. Adam supuso que le habían admistrado las drogas con las comidas, pero al haber estado separado del resto de su grupo el día anterior, seguramente se olvidaron de echarlas en su comida.

Salió al exterior, y observó la aldea con nuevos ojos, ahora todo le parecía más brillante, y tenía ganas de encontrar a Lubián, y no le costó, estaba a pocos metros de la casa en la que él había pasado el día anterior recuperándose. El hombre le tendió la mano, y Adam se la estrechó.

- Lobingston, me alegro de su mejoría.

- Los cuidados de las chicas que envió ayer a mi cuarto han sido de un valor inestimable.

- Mandé a las mejores curanderas, bien lo merece, lo que hizo ayer, de
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