Aquellos kilómetros que el jeep recorría en segundos, fueron los más duros de Adam; aunque no supo identificar el motivo, lo cierto es que en aquel habitáculo se sentía extraño y solo. Iba junto a Brooke, una bellísima Brooke que aún no mostraba en el rostro los estragos de la pérdida que había sufrido, y aún así, no era capaz de sentir nada. Fue extraño para él, porque la última vez que se vieron fue en su fiesta de compromiso, el día que se hizo oficial que sería la compañera de su hermano de por vida. Aunque seguramente ninguno de los dos imaginara lo corta que acabaría siendo aquella unión. La observó de reojo, y vio que ella parecía alerta, aunque no sabía bien el motivo. Brooke era una mujer muy joven, muy hermosa y tenía toda su vida por delante, y aunque la diosa de la Luna no le hubiera sonreído en su primera unión, seguramente tuviera una pareja destinada para ella que la haría intensamente feliz. Se fijó en que el rostro de juventud había dado paso a un rostro de mujer
Aquella noche fue para Adam un oasis en medio de tanta penuria. Después de hacer el amor con Sarah en la ducha, salieron de allí empapados, y Adam envolvió a Sarah en una enorme toalla, le pareció ridículo lo enorme que era aquella tela, en comparación con lo pequeño que era su cuerpo, así que le arranco la toalla del cuerpo, la cogió en brazos, y la llevó a la habitación, donde la tiró contra la cama.La mujer rebotó al golpearse contra el colchón, pero en cuanto recuperó la estabilidad, abrió las piernas, y le ofreció la gloriosa visión de su cuerpo desnudo, que lo incitaba a tomarla de nuevo. Adam pensó que no había pasado suficiente tiempo desde la ducha, pues normalmente su cuerpo necesitaba unos minutos para recuperarse, pero cuando vio la belleza de aquellos pliegues que se abrían para él, sintió como su pene se erguía, y él se acercó a la cama acechante, con los sinuosos movimientos del lobo que llevaba en su interior.- Quiero que me poseas como un lobo, Adam.- ¿Te gustó la
Sarah se despertó entre los brazos de Adam, y la sensación le gustó. Tenía la cabeza apoyada contra su duro pecho, y él la envolvía con los brazos fuertemente, protegiéndola del mundo exterior que en aquellos momentos se le antojaba hostil.- Buenos días, mi bella Sarah.Ella sonrió por la frase con la que Adam la había despertado, y se giró para rozarle los labios con los suyos, fue solo un leve roce, pues ambos eran conscientes de que tenían que reunirse con la familia Lobingston cuanto antes. La noche anterior había sido solo un oasis en medio de aquel horrible día, pero ya no tenían más excusas para alargarla.- Ojalá pudiéramos quedarnos entre estas sábanas para siempre.- dijo Sarah con la voz empañada por la emoción de tantas cosas vividas durante aquellos intensos días.- Si, lo sé, pero no puede ser.Ambos se vistieron de mala gana, y Sarah que no sabía que escoger de su enorme armario, ni como preguntarle a Adam si entre las familias de hombres lobo también había costumbre de
Hacía tanto tiempo que Adam no pasaba días en su casa de infancia, que no se sintió sorprendido cuando muchos de los recién llegados, que acudían a mostrar sus respetos a la familia, y se quedarían con ellos durante toda la semana, no lo reconocieron.Adam podría haberse ofendido, pero estaba tan convencido de que no habían reparado en que él era el segundo hijo del Alfa de la casa, que no dijo nada. Sabía que su padre no había sido demasiado popular en los últimos años, su madre se lo había comentado en las cartas que le escribía, y eso implicaba que los que acudían a la casa de la manada para acudir al funeral de Miles, lo hacían con cierta desconfianza.Miraban todo con extrañeza, presentaban sus saludos a sus padres en el salón, y pasaban de largo hacia la sala en la que se había habilitado un buffet frío para todos los asistentes. Hasta que finalmente el Alfa de la manada vecina reparó en su presencia en el fondo del salón. Se acercó hasta donde él se encontraba sentado, con Sara
Sarah se acercó a la cocina para que le dieran algo que asentara su estómago. Se sentía mareada, y supuso que sería porque no había comido nada desde la noche anterior. En la cocina encontró a Beatriz, y por primera vez en todo el día, Sarah sonrió con satisfacción.- Hola, bonita.- dijo la chica.- cuanto siento que tengas que pasar por ésto en tu primera visita a la casa de la manada.- Es terrible, lo cierto es que no consigo librarme de una continua sensación de pena.- No me extraña. Así vestida.- dijo Beatriz señalando su vestido de color negro, y sus altos tacones del mismo color.- en ese salón con las ventanas continuamente cerradas… es terrible. De verdad creo que deberían actualizar el protocolo de funerales de la manada, no creo que sea necesario que se prolongue durante tantos días. De hecho, creo que los familiares lo superarían mejor si pudieran llorar con libertad en sus habitaciones.- Tal vez tengas razón, Beatriz, pero yo no puedo hacer nada al respecto.- ¿Te apetec
Brooke se sentía furiosa. Por supuesto, aquella sensación no era nueva, llevaba ya meses sintiendo la sensación agobiante de la ira recorriendo sus venas. Allí sentada en aquel salón en penumbra, sentía como su incomodidad crecía mientras pasaba el rato recibiendo los lastimeros mensajes de todos los que se habían acercado a darle el último adiós a su fallecido compañero.Ella había odiado a Miles, y le hubiera gustado decirle exactamente eso a todo el mundo cuando se lamentaban por su pérdida.Brooke se había apareado con Miles con la única idea de progresar en la vida, desde pequeña, mientras escuchaba las historias que su abuela le contaba a la hora de dormir, se había. Imaginado siendo Luna en un inmenso castillo, admirada por todos, y amada por un guapo Alfa que la llenaría de regalos y lujos. Y no es que hubiera tenido una infancia muy lujosa, de hecho, su abuela y ella habían pasado ciertas estrecheces en algunos momentos.El padre de Brooke las abandonó en cuanto supo que su m
Los días se sucedieron sin descanso, y no solo porque la casa de la manada viviera como en penumbra continua, con los invitados susurrando en las habitaciones habilitadas para ellos, y los habitantes habituales cabizbajos, sino porque Adam había dedicado varias horas a investigar las actividades de su hermano.Durante el día resultaba imposible, y no solo porque la casa se hubiera llenado de personas a las que hacía muchos años que no veía, y que por tanto tenían ganas de hablar con él en privado; sino también porque los rituales tradicionales impedían que nadie desarrollara trabajos en esos días, así que Adam ni siquiera se molestó en explicarle a su familia que no podía parar de responder a los emails urgentes de trabajo; simplemente, se dedicó a filtrar los emails para responder solo a los verdaderamente importantes (al resto respondía su secretaria), y lo hac&ia
Sarah se sentía enferma de celos, ella que nunca jamás había sentido algo semejante, y que jamás se creyó capaz de amar y odiar con tanta intensidad a la vez. Adam había dejado de dormir en su cama, y como ella no se había atrevido a preguntar, no le había dado ninguna explicación. Aparecía por las mañanas en el salón en el que toda la familia recibía el pésame de los visitantes, y se adormilaba en su butaca como si apenas hubiera dormido en toda la noche. Y claro, Sarah suponía que así era, puesto que desde que lo vio con Brooke apoyada sobre su hombro, él no había vuelto a compartir su cama. Le parecía increíblemente irrespetuoso que durante el día velaran al hermano muerto y durante la noche lo traicionaran en la misma cama que Miles y Brooke habían compartido, pero ¿quién era ella para juzgar? Había sido tan boba como para enamorarse de un hombre que la había contratado para representar el papel de falsa novia, y encima le había entregado su cuerpo y su corazón sin pedirle nad