Hacía tanto tiempo que Adam no pasaba días en su casa de infancia, que no se sintió sorprendido cuando muchos de los recién llegados, que acudían a mostrar sus respetos a la familia, y se quedarían con ellos durante toda la semana, no lo reconocieron.Adam podría haberse ofendido, pero estaba tan convencido de que no habían reparado en que él era el segundo hijo del Alfa de la casa, que no dijo nada. Sabía que su padre no había sido demasiado popular en los últimos años, su madre se lo había comentado en las cartas que le escribía, y eso implicaba que los que acudían a la casa de la manada para acudir al funeral de Miles, lo hacían con cierta desconfianza.Miraban todo con extrañeza, presentaban sus saludos a sus padres en el salón, y pasaban de largo hacia la sala en la que se había habilitado un buffet frío para todos los asistentes. Hasta que finalmente el Alfa de la manada vecina reparó en su presencia en el fondo del salón. Se acercó hasta donde él se encontraba sentado, con Sara
Sarah se acercó a la cocina para que le dieran algo que asentara su estómago. Se sentía mareada, y supuso que sería porque no había comido nada desde la noche anterior. En la cocina encontró a Beatriz, y por primera vez en todo el día, Sarah sonrió con satisfacción.- Hola, bonita.- dijo la chica.- cuanto siento que tengas que pasar por ésto en tu primera visita a la casa de la manada.- Es terrible, lo cierto es que no consigo librarme de una continua sensación de pena.- No me extraña. Así vestida.- dijo Beatriz señalando su vestido de color negro, y sus altos tacones del mismo color.- en ese salón con las ventanas continuamente cerradas… es terrible. De verdad creo que deberían actualizar el protocolo de funerales de la manada, no creo que sea necesario que se prolongue durante tantos días. De hecho, creo que los familiares lo superarían mejor si pudieran llorar con libertad en sus habitaciones.- Tal vez tengas razón, Beatriz, pero yo no puedo hacer nada al respecto.- ¿Te apetec
Brooke se sentía furiosa. Por supuesto, aquella sensación no era nueva, llevaba ya meses sintiendo la sensación agobiante de la ira recorriendo sus venas. Allí sentada en aquel salón en penumbra, sentía como su incomodidad crecía mientras pasaba el rato recibiendo los lastimeros mensajes de todos los que se habían acercado a darle el último adiós a su fallecido compañero.Ella había odiado a Miles, y le hubiera gustado decirle exactamente eso a todo el mundo cuando se lamentaban por su pérdida.Brooke se había apareado con Miles con la única idea de progresar en la vida, desde pequeña, mientras escuchaba las historias que su abuela le contaba a la hora de dormir, se había. Imaginado siendo Luna en un inmenso castillo, admirada por todos, y amada por un guapo Alfa que la llenaría de regalos y lujos. Y no es que hubiera tenido una infancia muy lujosa, de hecho, su abuela y ella habían pasado ciertas estrecheces en algunos momentos.El padre de Brooke las abandonó en cuanto supo que su m
Los días se sucedieron sin descanso, y no solo porque la casa de la manada viviera como en penumbra continua, con los invitados susurrando en las habitaciones habilitadas para ellos, y los habitantes habituales cabizbajos, sino porque Adam había dedicado varias horas a investigar las actividades de su hermano.Durante el día resultaba imposible, y no solo porque la casa se hubiera llenado de personas a las que hacía muchos años que no veía, y que por tanto tenían ganas de hablar con él en privado; sino también porque los rituales tradicionales impedían que nadie desarrollara trabajos en esos días, así que Adam ni siquiera se molestó en explicarle a su familia que no podía parar de responder a los emails urgentes de trabajo; simplemente, se dedicó a filtrar los emails para responder solo a los verdaderamente importantes (al resto respondía su secretaria), y lo hac&ia
Sarah se sentía enferma de celos, ella que nunca jamás había sentido algo semejante, y que jamás se creyó capaz de amar y odiar con tanta intensidad a la vez. Adam había dejado de dormir en su cama, y como ella no se había atrevido a preguntar, no le había dado ninguna explicación. Aparecía por las mañanas en el salón en el que toda la familia recibía el pésame de los visitantes, y se adormilaba en su butaca como si apenas hubiera dormido en toda la noche. Y claro, Sarah suponía que así era, puesto que desde que lo vio con Brooke apoyada sobre su hombro, él no había vuelto a compartir su cama. Le parecía increíblemente irrespetuoso que durante el día velaran al hermano muerto y durante la noche lo traicionaran en la misma cama que Miles y Brooke habían compartido, pero ¿quién era ella para juzgar? Había sido tan boba como para enamorarse de un hombre que la había contratado para representar el papel de falsa novia, y encima le había entregado su cuerpo y su corazón sin pedirle nad
Adam tuvo que contenerse para no gritarle a Brooke, le desesperaba su actitud burlesca y su falsa pena, pues para él era obvio que no sentía mucha lástima por la muerte de Miles. Y es cierto que la vida que Miles había elegido en el último tiempo no había sido la más admirable, pero también era cierto que Brooke había disfrutado de ese dinero sucio que su hermano llevaba a casa sin preguntarse nada. Ahora, sentado a su lado, siendo testigo de sus pobres intentos por seducirlo, fue consciente de que su idea adolescente de que estaban emparejados por la diosa de la Luna era falsa. Ojalá pudiera volver atrás, y explicarle a la persona que huyó de aquella manada con el corazón roto que Brooke no era más que una buscavidas con un rostro bello.Si, ella seguía manteniendo intacta su envidiable belleza, su esculpido cuerpo, y desde luego, hacía cuanto estaba en su mano para resaltar sus encantos; pero nada tenía ya efecto sobre Adam, que era consciente de que bajo aquellas facciones de prin
La bella Brooke sentía una indescriptible mezcla de sentimientos en su interior; por una parte se sentía herida por la forma en que el pene de Adam había reaccionado ante su roce, ¡se había quedado flácido! Jamás se hubiera imaginado que algo así pudiera ocurrirle a ella, que era considerada una reina de belleza por todos los miembros de la manada; por otra parte estaba feliz, si Adam pensaba que todo aquel teatro que había montado en la zona trasera de la casa había carecido de sentido, se equivocaba. Había esperado a que la pequeña humana se levantara de su sitio en busca de Adam, y luego había utilizado su conocimiento sobre la casa para adelantarla por uno de los pasillos privados que seguramente ella no conociera, y que por tanto, no sabría usar. No había tardado mucho en encontrarse al lado de Adam, y aunque su mejor cualidad no era la paciencia, supo esperar a que la humana se acercara lo suficiente, y fue entonces cuando se arrodilló ante Adam y bajó sus pantalones. En es
Sarah se levantó de su asiento de la cena en cuanto le fue posible. No quería parecer una maleducada, y lo cierto es que Alfa Maiden había resultado ser un entretenido compañero de mesa, pero Sarah no estaba de buen humor. Llevaba toda la noche viendo como Brooke se insinuaba a Adam, y él, lejos de frenar sus avances, la dejaba continuar, y todo ello ante sus ojos. Corrió al baño más cercano, se encerró en él, y apoyó la cabeza sobre sus manos mientras dejaba que las lágrimas que había escondido durante toda la noche fluyeran con libertad. Sabía que aquel dolor que escapaba sus ojos estaba anegando el maquillaje que tan cuidadosamente se había aplicado, pero ya no le importaba nada. Al principio de la noche había querido ser del agrado de Adam, quería que él la apreciara, que volviera a hacerle el amor hasta que su cuerpo se rindiera de agotamiento; después de la pausa en la que siguió a Adam y se enteró de la cruel verdad, ya no quería nada. Había ido en su busca con la intención