Capítulo 41. Adam

Aquella noche fue para Adam un oasis en medio de tanta penuria. Después de hacer el amor con Sarah en la ducha, salieron de allí empapados, y Adam envolvió a Sarah en una enorme toalla, le pareció ridículo lo enorme que era aquella tela, en comparación con lo pequeño que era su cuerpo, así que le arranco la toalla del cuerpo, la cogió en brazos, y la llevó a la habitación, donde la tiró contra la cama.

La mujer rebotó al golpearse contra el colchón, pero en cuanto recuperó la estabilidad, abrió las piernas, y le ofreció la gloriosa visión de su cuerpo desnudo, que lo incitaba a tomarla de nuevo. Adam pensó que no había pasado suficiente tiempo desde la ducha, pues normalmente su cuerpo necesitaba unos minutos para recuperarse, pero cuando vio la belleza de aquellos pliegues que se abrían para él, sintió como su pene se erguía, y él se acercó a la cama acechante, con los sinuosos movimientos del lobo que llevaba en su interior.

- Quiero que me poseas como un lobo, Adam.

- ¿Te gustó la
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