Damien

Ella me mira desde su celda. Samara había estado mirándonos desde hace un rato, pero como sus ojos grises están enfocados en mí, parecía que en lo único en lo que ella podía enfocarse era en mí.

‘¿Salvaje?’, pregunta Dane a través del enlace mental.

‘No. Tanto yo como Brax lo habríamos olido de inmediato’.

Miro a la celda. Todas las marcas de garras en el techo tenían sentido cuando ella probablemente medía más de ocho pies de altura, aunque era difícil asegurarlo cuando estaba sentada. El resto de nosotros probablemente medimos siete pies de altura al transformarnos.

“¿Puedes hablar?”, le pregunta Dane. Los ojos de ella se mueven un segundo hacia él antes de volver a posarse en mí.

“Quizás necesitemos a Neah”, murmuro.

“Le pediré que venga”. Dane frunce el ceño.

Samara asiente firmemente con la cabeza, como si supiera que era ella a quien necesitaba. No se mueve mientras esperamos a Neah, pero tampoco deja de observarme y eso empieza a asustarme.

Los pasos de Neah son