Todo marchaba como lo deseaba, sin embargo, pasado el tiempo todo empeoró. Las esperanzas terminaron. Él volvió para hacerme daño.

- ¿Que es lo que quieres de mi? - inquiero con el corazón palpitando a toda velocidad. Con el miedo recorrerme las venas; no obstante, trato de mantenerme fuerte y no demostrar debilidad. 

- A ti princesa - susurra cerca de mi oreja, del lado izquierdo. La piel se me eriza al sentir su cercanía, y no; no es de placer, más bien es de asco, repugnancia y sobre todo temor de lo que me pueda hacer. - ¿Qué te pasa? - pregunta al notarme  tensa. Intenta acariciarme, pero en movimiento rápido me zafo, dándole un manotazo a sus manos.

- No me toques. - inquiero altanera. - Sos un hijo de puta. Vales tan poco que nadie te quiere, tanto que tienes que recurrir a esta bajeza para conseguir lo que quieres. Eres patético. - suelto con sorna. Esto último susurrándole de cerca. 

La sonrisa que tenía en el rostro es reemplazada por una de ira, y aunque por dentro esté temblando, por fuera demuestro valentía.

- Cállate. - grita iracundo al mismo tiempo que me da un golpe en puño cerrado logrando de esa manera lanzarme al suelo. Lo miro con una sonrisa  ladeada mientras me quito la sangre que emana de mis labios por el golpe recibido. - Princesa.

- No me llames princesa imbecil. Te has metido en mi casa, te has metido en mi vida, has arruinado todo todo por un capricho u obsesión. Jamás me tendrás porque eres b****a. - No logró terminar ya que un impacto me hace retorcer. Otro impacto en mi espalda me hace gritar de dolor, y el último golpe lo siento en la cara con el cual pierdo el conocimiento y la oscuridad llega a mi.