Salí del pub hecha una mierda, si había algo que no había soportado nunca era la incertidumbre y era, esa maldita incertidumbre, quien ahora me abrazaba y se aferraba a mí como si fuese una segunda piel, una que me daba mucha picazón y que anhelaba quitarme de encima. Antes de volver al departamento de Ivy, pasé al supermercado para hacer algunas compras, lo que ella ganaba no alcanzaba para mucho, pero pronto me acostumbraría a comer sándwiches de todas las variedades posibles, pollo, pastel de carne, atún, mantequilla de cacahuate, ¿qué más daba? Mi vida apestaba y ya ni siquiera sabía quién era. ¿Callie? ¿Ivaine? ¿Una muy extraña y pésima combinación de ambas? En la soledad, miré el reloj una y otra vez, era tarde, pero necesitaba contarle a Evan la información que Carol me había dado. El señor Miller había sido uno de los tantos fallecidos y no podía sentirme peor, para colmo, Shamsiel tenía días sin aparecerse y, ¿qué demonios hacía uno sin la guía del ángel guardián
Sin que nadie se diera cuenta, me escabullí de mi lugar, necesitaba un buen café y un poco de aire fresco. Shams me había estado presionando y además el In Memoriam, me había sumido en una profunda depresión. ¿Cuán lejos había llegado mi egoísmo, que aun hacía eco en aquellas personas en las que nunca había reparado? Entré a la cafetería y me acerqué a la barra, un chico muy simpático me guiñó el ojo en cuanto llegué a la caja, el maldito de Shams había tomado forma humana. Me llevé una mano a la frente, ¿tanto mal había hecho que aquel ángel se veía en la necesidad de custodiarme por el resto de mis días? —Tengo un plan —fue lo que dijo mientras servía mi bebida favorita, un té chai caliente y con leche deslactosada, sin haberme preguntado siquiera. En un santiamén me lo entregó y quitándose el mandil con rapidez, se fue detrás de mí. —Sé que te parecerá una locura, pero creo que puede funcionar —dijo echándose a andar a mi lado. —Gracias por materializarte porque odio cuando an
Tal como habíamos acordado, a las cinco de la tarde de aquel sábado soleado pero frío, alguien llegó a mi puerta con una maleta en la mano y un pequeño neceser en la otra. El joven, que no tenía más de treinta años, me saludó con un beso en cada mejilla. —Pues bien, cariño —dijo en cuanto lo invité a pasar—, en esta maleta, tengo montones de vestidos de todo tipo para que te pruebes. ¡Tienes que deslumbrar esta noche! —Espero que mi… —iba a decir ángel, pero me contuve—amigo, te haya dicho que el evento es bastante sobrio. —Claro que me lo dijo, pero la sobriedad no está peleada con la elegancia. Sorprendida, lo vi sacar vestidos de todo tipo, largos, tipo coctel, trajes sastre, sedosas blusas y pantalones de vestir. Resoplé, hacía mucho que no usaba ropa tan hermosa y entonces recordé que, en el vestidor de mi antigua habitación, aun había montones de ropa linda que no tenía dueño. Me prometí que haría un bazar para venderla y luego donaría el dinero a un
Eran casi las cuatro de la mañana cuando abrí los ojos. A mi lado, Evan dormía plácidamente. Intentando no hacer ruido me puse de pie y fui a la cocina por algo para beber. Sin desearlo, las dudas me asaltaron. ¿Por qué Evan se había acostado conmigo? Estaba segura de que, si hubiese estado enamorado de mí, jamás se habría involucrado con Laverne. ¿Y ahora qué iba a hacer? Cerrando los ojos, recordé sus manos sobre mi piel y el efecto que causaban sus suaves besos sobre ella. Habíamos bebido un par de tragos en su apartamento, y después de una conversación, basada en recuerdos fugaces de la amistad que lo había unido por años a Ivaine, lo demás se había ido dando. Unos pocos besos al principio, otros pocos más pasionales más tarde y habíamos terminado sobre el sillón para después trasladarnos a la cama, en donde con suma maestría me había hecho suya. Sus dedos habían recorrido con suavidad los frondosos pechos de Ivaine, para después posarse en el centro de su sexo y con ello, me ha
El viernes por la noche, después de habernos ignorado casi toda la semana, Evan se acercó a mi lugar. —Llamó Vik y necesita que vayamos a verlo esta noche —anunció evitando mirarme—. Tiene noticias importantes. Por alguna extraña razón, estaba llena de ira y tomé su rostro para obligarlo a que me mirase. Ya no teníamos veinte años, éramos un par de adultos de poco más de treinta y debíamos comportarnos con madurez. —Pasa por mi a las ocho —le dije con determinación, y soltándolo, me eché la bolsa al hombro y apagué el monitor.Me encaminé hacia la puerta sintiendo su indiscreta mirada sobre mí. Después de darme una rápida ducha, me arreglé un poco, no tenía ganas de impresionar a nadie, mucho menos a Evan, de manera que usé unos desgastados jeans y una sencilla blusa roja. Me eché encima un abrigo negro de Ivaine que parecía un poco viejo y pasado de moda, pero qué más daba. Anudé una bufanda a mi cuello y bajé para esperarlo. No quería tiempos muertos en m
El lunes muy temprano, me levanté para darme una ducha y arreglarme de manera decente. Estaba hecha una m****a y por alguna razón, volví a pensar en mis padres. Necesitaba verlos, pero antes, tenía que cumplir mi promesa de ayudarlos. Sin dudar, le envié un mensaje a Evan, pidiéndole de favor que avisara en el trabajo que iba a llegar tarde, tenía algo importante que hacer. El gerente del banco me miró con la desconfianza propia de las personas que, aunque sepan que tienes un poco de ahorros y un trabajo fijo, no se fían de darle prestado a alguien que solo gana unas cuantas libras al mes. —Escuche, señor… —Wickham, Elric Wickham. Llena de curiosidad lo miré. Sí, tenía un cierto aire de familia a… —¿Es usted familiar de Evan Wickham? ¿O solo es una curiosa coincidencia? —Evan es mi sobrino —afirmó. Me eché hacia atrás relajada. Estaba segura de que iba a darme el préstamo. —Bueno, casi mi hijo… —agregó ensa
Con pesadez abrí los ojos. A mi lado estaba Shamsiel, y de Evan, ni siquiera su sombra. —Vine a suplirle, Callie —me dijo muy quedito—. Él tenía que volver a la oficina— dijo en cuanto leyó mis pensamientos. —¿Qué sucedió? —Un ataque de pánico. No te preocupes, estarás bien. —¿Este no será otro de tus trucos? —le dije intentando incorporarme solo un poco, pero me fue imposible. Me dolía todo el cuerpo. —Te pusieron un calmante, te quedarás acostada al menos una hora más antes de que puedas irte. —Debo volver al trabajo. —No, necesitas recuperarte y descansar. —Sabes bien que no puedo darme ese lujo, Corey hará lo posible por hacerme pedazos y no puedo darle la oportunidad. —Se la diste antes, ¿por qué no lo harías ahora? —Yo nunca le di el poder de hacer conmigo lo que quisiera —me defendí. —Por supuesto que lo hiciste, Callie, te tenía comiendo de su mano y todo por unos pocos billetes que gastaba en ti. —¿Estás intentando provocarme? —No —respondió categóricamente—. Es
Después de una semana agotadora de trabajo y de constantes enfrentamientos con Corey, decidí que era hora de viajar de nuevo a Leeds. Sin avisarle a nadie tomé de nuevo el tren el sábado a media tarde después de haber terminado mis labores de limpieza en el apartamento de Ivaine. Durante el trayecto no dejé de evocar la maravillosa noche que había pasado con Evan y volví a estremecerme al recordar sus manos recorriendo mi piel. Cerré los ojos, había sido una ciega y no podía dejar de pensar en lo que hubiera sucedido si la Callie del pasado lo hubiese conocido y se hubiera interpuesto entre Ivaine y él. Eso la habría destrozado. ¿De alguna manera, habría una poderosa razón, para que las cosas se hubiesen dado de la manera en que lo habían hecho? Moví la cabeza para desechar el pensamiento, pero luego volvió con más fuerza. Nunca había creído en lo intangible, pero ahora, todas aquellas cosas que había negado se habían hecho presentes en mi vida, ángeles guardianes, maldiciones, secr