30. Abriendo las alas

Así que eso era todo, yo había sido tan solo un borrador mal escrito y lleno de faltas de ortografía en la vida de Corey, y en la vida de Evan, ni siquiera llegaba a eso. Yo era un gran cero a la izquierda en la vida de todas aquellas personas con las que siempre había buscado congraciarme. Volví al apartamento de Ivaine y recogí todas mis cosas. No debía olvidarme de ninguna de ellas, ni siquiera de mi dignidad que yacía tirada en el piso como una gran mancha que no podía quitar ni el limpiador químico más poderoso.

Aquella noche no dormí bien, no podía dejar de pensar que había sido tan solo una víctima colateral en el derrumbe de PicCo y que, si Corey me había atacado, era solo porque su padre iba a matarlo si no recuperaba el anillo que por siglos había pertenecido a su familia.

Alguien tocó la puerta en aquel momento. No tenía ganas de atender vendedores ni parlotear con algún vecino curioso, por eso me asomé por la mirilla, y al comprobar que era Evan quien estaba detr
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