11. El anillo maldito

Evan me había estado evitando, de eso estaba segura. No me había llamado en dos días y honestamente yo tampoco tenía el valor, pero necesitaba que me ayudara a vender la joya, así que tuve que reunir un poco de coraje y recoger los pedacitos rotos.

Con el corazón desbocado, toqué la puerta de su apartamento y entonces sucedió, una chica de piel morena, de cabello color castaño y largo, como de comercial de shampoo, se asomó. Llevaba tan solo una ligera playera que le llegaba a la mitad de los muslos y que supuse era de Evan.

—Ho-hola —dije con una timidez que no me iba.

—Hola.

—Estoy buscando a Evan, Evan…

—Wickham, sí —añadió sonriendo. Sus dientes blancos también eran de comercial de dentífrico. La odié—. Él se está bañando, pero si gustas puedes pasar a esperarlo.

Abrió la puerta por completo y entonces también pude apreciar su silueta de infarto a través del sencillo algodón de la camiseta. Sin poder evitarlo, me miré al espejo que Evan
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