Los sentidos de Piero estaban enfocados en Alba, evaluando sí el sonido que hacían las personas al conversar o la música del supermercado era demasiado para ella. Esa era su primera salida y hasta el momento las cosas estaban marchando bien. Ella descansaba en su canguro para bebés atada a su pecho ajena a todo el ajetreo que sucedía alrededor.—En casa el mínimo ruido puede despertarla; sin embargo, aquí parece estar más que cómoda.—Está cerca de ti, creo que es lo único que le importa.Esperaba que fuera cierto. Quería que Alba siempre tuviera la seguridad de que había una persona en el mundo que la amaba y que siempre estaría allí para calmar su llanto.—¿Tu misión es llevarte toda la tienda? —preguntó Nerea viendo el carrito de compras.Estaba repleto y tal vez iban a necesitar uno más.—Algo parecido —respondió mientras tomaba algunas botellas de aceite—. No suelo estar mucho en casa, así que la alacena siempre está vacía. De no ser por mis padres, no habría subsistido todos est
Piero tomó el mando y apagó la televisión. No habían llegado ni a la mitad de la película cuando Nerea se quedó dormida con la cabeza sobre sus piernas. Era él quien la había acomodado allí cuando la vio dormitar. Nunca se quedaba dormida cuando se trataba de su película favorita, así que debía estar bastante cansada, algo lógico teniendo en cuenta lo del día anterior y que esa mañana se había levantado temprano.Nerea se veía bastante inofensiva cuando dormía, quién podría decir que era capaz de derribar a cualquiera que se interpusiera en su camino. Recordó su enfrentamiento de la mañana. Nerea tenía una habilidad impresionante para luchar. De no haberla tomado por sorpresa, no estaba seguro de haber podido ganar. Aunque en ese momento lo menos que le había importado era su apuesta, había estado más concentrado en lo cerca que estaban sus cuerpos y lo fácil que sería cerrar el espacio que los separaba.Sus ojos se posaron en sus labios. Había estado tan cerca de probarlos y quería c
Nerea mantuvo sus ojos sobre Marena, lista para arrebatarle a Alba de ser necesario.Era consciente que estaba a la defensiva, pero cómo no estarlo, cuando las dos únicas ocasiones en las que se había encontrado con la madre de Piero, la había tratado como si quisiera deshacerse de ella. Su trato le desagradaba, pero se había hecho a la idea de que no había nada que pudiera hacer para agradar a la mujer. Sin embargo, la historia con Alba era diferente, no iba a dejar que la dulce pequeña pasara un mal momento.—¿Cuánto tiempo tiene? —preguntó la madre de Piero.—Alrededor de tres semanas.—Es… hermosa.Se relajó al escucharla decir aquello. Por primera vez, desde que había llegado, Marena no parecía a punto de saltar a la yugular de alguien. Al parecer, la reina de hielo tenía un corazón después de todo.Jamás la había visto interactuar con el hijo de Adriano, así que cuando Piero le dijo que era buena con Leandro, había tenido sus dudas.—Lo sé. —El orgullo estaba impregnado en las p
Piero nunca se había caracterizado por ser alguien paciente, pero sabía que lo mejor que podía hacer es darle tiempo a Nerea antes de hablar sobre lo que había sucedido esa mañana. Él mismo aún estaba tratando de entender sus acciones.No se arrepentía, ni siquiera un poco. ¡Diablos! Si no fuera una mala idea, la volvería a besar y esta vez no se detendría. Pero no iba a arruinar su amistad solo por un momento de pasión. —Ella dormirá al menos por las próximas horas —comentó Nerea dejando a Alba en su cuna—. Creo que la pasó bien.—Antes o después de dar una batalla para dormirse —dijo dejando a un lado sus cavilaciones.Nerea se dio la vuelta y él no pudo evitar mirar sus labios. Desvió la mirada de inmediato, pero ella lo había notado. Podía ver el rubor extenderse por su rostro.Los dos se quedaron mirándose en silencio y con cada segundo que transcurría este se volvía más incómodo. Lo odiaba. Los dos siempre se habían sentido relajados en presencia del otro.—Yo… Debería ir a al
Nerea llevó ambas manos a la nuca y se lo masajeó. Tenía el cuello tenso después de pasarse la mañana frente a su computadora. La actualización del sistema había comenzado apenas hace unos segundos porque primero había tenido que hacer una revisión de la base de datos para comprobar que no hubiera ningún problema. El error que había experimentado la compañía de Fabrizio, no habías sido nada grave; pero cuando se trataba de seguridad ningún detalle podía pasarse por alto. —Podría darte un masaje. Levantó la mirada de golpe al escuchar a Piero. No lo había visto desde que salió de su casa. Había estado demasiado ocupada con el trabajo, pero esa era solo la excusa que se decía para no sentirse mal por haber desaparecido. —¿Cuánto tiempo llevas aquí? —No luzcas tan emocionada de verme —comentó él con una sonrisa de lado. Piero entró en la oficina y cerró la puerta detrás de él. El espacio se volvió reducido con el allí. —Lo siento, me tomaste por sorpresa. —Me di cuenta de eso. Siem
Piero miró de reojo a Nerea. Ella no había dicho nada desde que las puertas de ascensor se cerraron, dejando atrás al par de mujeres. Asumió que aún estaba molesta por lo que había dicho después de besarla ¿O era por que la había besado? En serio esperaba que no.La había jodid0. Si tan solo se hubiera guardado sus manos y labios para sí mismo hasta después de haber hablado con ella. Estaban caminando sobre terreno peligroso, un paso en falso y se arriesgaba a alejarla aún más.En su defensa solo era capaz de decir que al verla cualquier pensamiento de hacer las cosas bien, había desaparecido.—Si lo deseas, puedo cuidar de Alba esta noche —dijo Nerea a su hija que se había quedado dormida hace poco.Giró la cabeza. —¿Te quedarás con nosotros?—Solo por esta noche, así puedes salir.No pasó por alto el borde filoso de sus palabras.—¿Salir? ¿A dónde?—Ya sabes, con la señorita sonrisas. —Nerea hizo un gesto hacia su mano.Bajó la mirada y se dio cuenta que aún estaba sosteniendo el
Nerea había cumplido con su misión. Piero y Alba se habían realizado su prueba de ADN y ella no tenía nada más que hacer allí. Necesitaba marcharse a su departamento para lamerse sus heridas en privado, pero primero debía encontrar la manera de escapar de Piero. Él la había tomado de la mano en cuanto salieron de la sala de exámenes y no la había soltado desde entonces. No iba a aceptar lo mucho que le gustaba ese simple gesto. —Tomaré un taxi. Piero continuó caminando. —Piero, por favor. —Se sentía débil emocionalmente. —Te escuche, pero creo que se te olvidó que acordamos hablar. —Jamás accedí. Piero se quedó en silencio. —Si tienes algo que decirme algo, puedes hacerlo aquí. —Se convenció de que sería más fácil si la rechazaba de una vez. Piero se detuvo junto a su auto y soltó su mano para abrir la puerta del copiloto. —Sube —ordenó él. —No. —Se cruzó de brazos. Él sonrió. —Nerea, tienes dos opciones: O subes por ti misma o te cargaré dentro; pero no te irás sin que ha
Piero recostó a Nerea sobre la cama y la observó. Espero que lo invadiera el pánico, que aquella voz insidiosa a la que le gustaba decirle que tarde o temprano la iba a lastimar hiciera acto de presencia; pero eso nunca sucedió. Nerea consumía todos sus pensamientos. La había deseado desde hace mucho tiempo y al fin ella iba a ser suya. —¿Piensas quedarte allí toda la noche? —preguntó Nerea con la misma insolencia que lo había tratado el día que la conoció. Devoró sus labios y se alejó con una sonrisa presumida. —¿Decías algo? —Creo que estás demasiado vestido. Soltó una carcajada. Esa mujer lo volvía loco con sus ocurrencias. —Tienes razón, pero lo solucionaré en este instante —Se retiró la camiseta y la lanzó sin fijarse donde iba a parar—. ¿Ves algo que te guste? Los ojos de Nerea estaban clavados en su pecho. Se retiró el pantalón y volvió a colocarse sobre ella. Se sentía como una eternidad desde que había probado sus labios. La besó mientras sus manos se metían debajo