Piero soltó un suspiró después de cerrar la puerta. Eso había sido… interesante. ¡Demonios! ¿A quién trataba de engañar? La última hora había sido, por decir poco, bastante incómoda.Se había dado cuenta que, con cada segundo que pasaba, Nerea se iba poniendo más tensa. Podía entenderla. Estar junto a la mujer con la que había tenido una hija era una situación difícil de digerir.—Eso no salió tan mal —dijo Nerea cuando lo vio entrar a la sala. Estaba sentada en el sillón y el coche de su hija estaba cerca de ella.Piero se acercó y le tendió la mano. Tiró de ella para ponerla de pie y, cuando lo logró, la sujetó de las caderas.—Vamos, princesa, no necesitas mentirme. Di lo que tengas que decir, incluso si es algunos insultos dirigidos a mí.Prefería que fuera honesta con él y así poder buscar la manera de hacer que las cosas mejoraran al menos un poco. Piero estaba dispuesto a cualquier cosa, Nerea se lo merecía después de la paciencia que había exhibido esa noche cada vez que Vitto
—¿Me dirás a dónde fuiste? —preguntó Nerea mirando a Piero de reojo.Él había llegado unos quince minutos atrás y no se había quejado ni una sola vez desde que comenzó la película, parecía demasiado distraído como para hacerlo.Nerea no sabía a dónde había ido o lo que había hecho y, bueno, se podría decir que había heredado la curiosidad de su madre.—¿Piero? —llamó cuando él no respondió a su pregunta, era como si no la hubiera escuchado. Su novio salió de su letargo y la miró confundido. En definitiva, no había escuchado su pregunta.—¿Qué sucede?Sonrió divertida.—¿A dónde fuiste antes? Se veía como si tuvieras que hacer algo importante.—Era un asunto que tenía que solucionar cuanto antes.Su respuesta no le dijo nada, era casi como si intentara ocultarle algo. Sin embargo, no tuvo tiempo de indagar un poco más.—Por cierto —dijo Piero—. ¿Esta vez también me darás un beso cuando acabé la película? Porque aquí entre nos esa es una de las razones por la que estoy sentado aquí vi
—¿Está todo bien? Nerea había estado algo distraída desde que había regresado del trabajo. Piero se preguntaba si ella se había enterado de su visita a Víctor y si era eso lo que la tenía así. —Marena fue a mi trabajo hace unos días. Piero frunció el ceño y sus sentidos se pusieron en alerta. No le gustaba pensar lo peor de su madre, pero ella era… complicada. —¿Qué es lo que quería? —Contratar los servicios de la empresa y que yo trabaje para ella. ¿Qué diantres estaba tramando su madre ahora? Nerea era muy buena en lo que hacía, pero dudaba que Marena la quisiera por eso. Desde que su madre había conocido a Alba, ella lo había visitado un par de veces más. En ambas ocasiones cuando Nerea no estaba. En su primera visita ella no se había esforzado en disimular el hecho de que no estaba contenta con su elección de pareja. Piero la había cortado en el momento que había sugerido que debía darle una oportunidad a Anna. Su madre parecía empeñada en creer que una completa desconocid
Nerea había perdido la cuenta de las veces que se había preguntado si había tomado una buena decisión al aceptar trabajar para Marena. Nerea no era de las personas que se rendían, pero apenas dos días con ella y estaba a punto de hacerlo.Desde que trabajaba para su padre había lidiado con todo tipo de clientes. Algunos de ellos con peticiones extravagantes, otros demasiados desconfiados hasta que les mostraba sus resultados. E incluso así, nada se podía comparar con las exigencias de Marena.Ella le había explicado todo lo que quería y luego, en lugar de dejarla sola, se había mantenido cerca como si de su sombra se tratara. A veces desaparecía por algunos minutos, pero siempre volvía y en la mayoría de ocasiones para solicitar algún cambio o adición para después empezar a hacerle preguntas sobre su vida.Habría considerado eso último algo bueno —después de todo su propósito de estar allí era que se conocieran mejor y así llevarse bien—, pero Marena siempre tenía una crítica que solt
Piero trataba de mantener la calma mientras leía el informe que su investigador le acababa de entregar cuando lo quería era soltar una rastra de maldiciones. —¿Estás seguro? —preguntó aun cuando el mismo había visto las pruebas que corroboraban todo lo que se detallaba en el informe. Cerró la carpeta y la colocó sobre su escritorio con más fuerza de la necesaria. —Sí, señor. —¿Y por qué te tomó tanto tiempo averiguar esto? —Tuve que corroborar la información. —Estaremos en contacto. Si encuentras algo más, no dudes en informármelo. —Así lo haré. —El hombre se puso de pie y lo dejó a solas en el despacho. Piero se pasó una mano por el cabello y volvió a tomar el informe para leerlo por segunda vez. «Eso no cambiará lo que dice» Se burló su consciencia. Al parecer Vittoria había mentido en muchas cosas. Para comenzar sus padres nunca habían dejado de apoyarla, por el contrario, le habían enviado dinero cada mes durante todo el embarazo, había extractos bancarios para probarlos.
Piero vio a su madre tan pronto cruzó la puerta del restaurante. Iba igual de elegante que siempre. No podía recordar si es que alguna vez la había visto usar algo casual. Sin importar el lugar Marena siempre se arreglaba como si estuviera lista para aparecer en la portada de alguna revista. Algunas miradas se desviaron hacia ella con disimulo. Era algo muy común cuando se trataba de su madre. Sin importar donde estuviera, siempre llamaba la atención y a ella le encantaba que fuera así… Vivía para aquellos momentos.—Madre —saludó inclinándose para recibir un beso en la mejilla, luego le indicó con la mano el asiento frente a él.—Piero, cariño, me alegro que me llamarás —dijo su madre con una sonrisa enorme mientras se sentaba—. Saldré de viaje por la tarde, así que fue en el momento preciso. ¿Ordenaste algo?—Aún no, llegué unos minutos antes que tú. Su madre asintió y alzó la mano para llamar al camarero. Un hombre se acercó a ellos y les entregó la carta.—Un café expreso para
Nerea abrió los ojos y le tomó algunos segundos recordar dónde estaba. El sonido del mar se escuchaba a la distancia y su olor tan único se podía percibir aun a la distancia. Estaban en la casa de playa de los padres de Piero, habían llegado la noche anterior para pasar el fin de semana lejos de la ciudad.Estaba sola en la cama y en la casa no se escuchaba ningún ruido. Piero y Alba debían de haber salido a dar un paseo.Se incorporó sosteniendo la sábana delante de su pecho. Debajo estaba completamente desnuda. No había otra casa al menos hasta unos dos kilómetros de distancia, así que no tenía que preocuparse porque alguien pudiera verla por la ventana, pero aun así se mantuvo cubierta.El reloj encima del velador marcaba las nueve de la mañana. ¿Cómo había dormido hasta tan tarde?Mientras buscaba algo de ropa en su maleta, su mirada se dirigió hacia la cama desordenada y su rostro se sonrojó al recordar la pasión con la que Piero y ella habían hecho el amor. Siempre que se entreg
Piero miró el sobre encima de la mesa de café. Los resultados de la prueba de ADN de Vittoria estaban allí.—¿Quieres que lo lea? —preguntó Nerea.Asintió con la cabeza.En sus cortas vacaciones en la playa le había contado todo lo que el investigador había averiguado sobre Vittoria. Nerea había escuchado en silencio hasta el final, solo entonces había lanzado algunos insultos. Todavía podía ver la furia en sus ojos cada vez que el nombre de Vittoria era mencionado.—¿Me hace una mala persona querer que no sea su madre? —Nerea se inclinó hacia adelante para tomar el sobre de papel. El logo de la misma clínica en la que él se había hecho su prueba estaba en la parte de adelante.—No. —Él también estaba deseando los mismo. Sería tan fácil sacarla de sus vidas si ella no estaba relacionada con Alba. Nerea sacó la hoja de su sobre y la desdobló. Ella se fue a leer directo los resultados. El tiempo se congeló mientras la escuchaba confirmar que Vittoria era madre de Alba. Ambos se quedar