Piero vio a su madre tan pronto cruzó la puerta del restaurante. Iba igual de elegante que siempre. No podía recordar si es que alguna vez la había visto usar algo casual. Sin importar el lugar Marena siempre se arreglaba como si estuviera lista para aparecer en la portada de alguna revista. Algunas miradas se desviaron hacia ella con disimulo. Era algo muy común cuando se trataba de su madre. Sin importar donde estuviera, siempre llamaba la atención y a ella le encantaba que fuera así… Vivía para aquellos momentos.—Madre —saludó inclinándose para recibir un beso en la mejilla, luego le indicó con la mano el asiento frente a él.—Piero, cariño, me alegro que me llamarás —dijo su madre con una sonrisa enorme mientras se sentaba—. Saldré de viaje por la tarde, así que fue en el momento preciso. ¿Ordenaste algo?—Aún no, llegué unos minutos antes que tú. Su madre asintió y alzó la mano para llamar al camarero. Un hombre se acercó a ellos y les entregó la carta.—Un café expreso para
Nerea abrió los ojos y le tomó algunos segundos recordar dónde estaba. El sonido del mar se escuchaba a la distancia y su olor tan único se podía percibir aun a la distancia. Estaban en la casa de playa de los padres de Piero, habían llegado la noche anterior para pasar el fin de semana lejos de la ciudad.Estaba sola en la cama y en la casa no se escuchaba ningún ruido. Piero y Alba debían de haber salido a dar un paseo.Se incorporó sosteniendo la sábana delante de su pecho. Debajo estaba completamente desnuda. No había otra casa al menos hasta unos dos kilómetros de distancia, así que no tenía que preocuparse porque alguien pudiera verla por la ventana, pero aun así se mantuvo cubierta.El reloj encima del velador marcaba las nueve de la mañana. ¿Cómo había dormido hasta tan tarde?Mientras buscaba algo de ropa en su maleta, su mirada se dirigió hacia la cama desordenada y su rostro se sonrojó al recordar la pasión con la que Piero y ella habían hecho el amor. Siempre que se entreg
Piero miró el sobre encima de la mesa de café. Los resultados de la prueba de ADN de Vittoria estaban allí.—¿Quieres que lo lea? —preguntó Nerea.Asintió con la cabeza.En sus cortas vacaciones en la playa le había contado todo lo que el investigador había averiguado sobre Vittoria. Nerea había escuchado en silencio hasta el final, solo entonces había lanzado algunos insultos. Todavía podía ver la furia en sus ojos cada vez que el nombre de Vittoria era mencionado.—¿Me hace una mala persona querer que no sea su madre? —Nerea se inclinó hacia adelante para tomar el sobre de papel. El logo de la misma clínica en la que él se había hecho su prueba estaba en la parte de adelante.—No. —Él también estaba deseando los mismo. Sería tan fácil sacarla de sus vidas si ella no estaba relacionada con Alba. Nerea sacó la hoja de su sobre y la desdobló. Ella se fue a leer directo los resultados. El tiempo se congeló mientras la escuchaba confirmar que Vittoria era madre de Alba. Ambos se quedar
Nerea salió de la habitación al escuchar los gritos de Piero. No recordaba si alguna vez lo había escuchado alzarle la voz a alguien, ni siquiera en los peores momentos. Algo realmente grave debía de haber sucedido para que él estuviera tan furioso.—Márchate —ordenó Piero justo al mismo tiempo que ella llegaba a la sala. Él estaba señalando en dirección a la salida.Vittoria no hizo ningún amago de moverse, tan solo se quedó de pie allí mirando a Piero con los ojos húmedos.Nerea se acercó a Piero y se sujetó a su brazo mientras apoyaba la otra en su pecho. Él se relajó un poco al sentirla.La madre de Alba posó sus ojos en ella e hizo una mueca de disgusto.—¿Estás feliz? —preguntó la mujer con desdén—. Gracias a ti perderé a mi hija y cualquier posibilidad de darle una familia.Unos días atrás Nerea se habría sentido culpable al escucharla, pero ahora solo sentía asco. Vittoria había abandonado a su hija —un ser incapaz de valerse por sí mismo— sin ninguna razón válida aparente com
Nerea había disfrutado pasar un tiempo a solas con Piero, pero un día lejos de Alba y se sentía lista para tenerla de regreso. Esa mañana se había despertado temprano por costumbre, lista para cambiarla y prepararle su fórmula. Pero la cuna vacía pronto le había recordado donde estaba su pequeña.En cuanto llegaron a casa de sus padres, se dirigieron directo al interior. Encontró a sus padres en el jardín de atrás, sentados a la sombra de un árbol y se detuvo a observarlos.Su padre tenía a Alba en brazos y, por la manera en la que la sujetaba, dudaba que algo pudiera sucederle a su pequeña. Era como si su padre estuviera en una misión, la de cuidar a toda costa a Alba de cualquier peligro.El “click” de una cámara la sacó de sus pensamientos. Giró la cabeza y vio a Piero capturando el momento con la ayuda de su cámara.—Nerea, Piero —saludó su madre casi saltando de su asiento y se acercó a saludarlos con un abrazo—. ¿Hace cuánto tiempo llegaron?—Un poco más de un par de minutos —res
—Me puede mostrar ese, por favor —dijo Piero señalando el anillo que quería.En el pasado, jamás había pensado que querría pasar el resto de su vida con una mujer. Por supuesto que creía en el amor, bastaba ver a su padre y a Ava para saber que algunos tenían la suerte de encontrarlo. Sin embargo, él estaba seguro que eso no era para él… O al menos se había convencido de que así era.Nerea había entrado en su vida para cambiarlo todo. Quería despertar todos los días a su lado y que su rostro fuera lo último que viera después de un largo día. Podía no haber pasado mucho tiempo desde que estaban juntos, pero ya había desperdiciado bastante tiempo siendo un completo obstinado que se negaba a ver lo que tenía enfrente de él.—¿Cuándo se lo piensas proponer? —preguntó su hermano. Fabrizio se había sorprendido cuando lo había llamado esa mañana para contarle sus planes. No había dicho nada por algunos segundos antes de soltar una carcajada y soltar algunas bromas. Un poco de su propia med
—¿Estás lista, cariño?Esa era una pregunta fácil de responder. Nerea estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para proteger a Alba, a dar su vida por ella de ser necesario.—Sí —respondió a la par que asentía con la cabeza.Su papá le dio una sonrisa de lado.—Si es así, vamos. —su papá tomó la manija para abrir la puerta del auto.—Papá —lo detuvo y él se giró hacia ella—. Gracias por acompañarme.—Me alegra que me lo pidieras. Así podré asegurarme de que todo salga bien.—Sabes que puedo protegerme ¿verdad?—Por supuesto que sí, te enseñé todo lo necesario. Si vine, es para evitar que la mates.Soltó una carcajada y se bajó del auto.Nerea le dio un vistazo al edificio en el que Vittoria estaba viviendo. Estaba ubicado en una de las zonas más seguras y caras de la ciudad. Piero había pagado los primeros meses por adelantado, así que ella no sería desalojada hasta dentro de un tiempo. Aunque bastaría una llamada para que la sacaran antes de que se cumpliera el plazo, no estab
Piero golpeaba los dedos, ansioso, sobre el volante de su auto mientras esperaba que Nerea regresara. Odiaba estar sentado allí sin hacer nada más que observar. Debería haberla acompañado al departamento de Vittoria, pero entendía que su presencia solo podía interferir en el comportamiento de la madre de Alba.Cuando Nerea le había contado su plan, Piero no se había mostrado de acuerdo. Ir a ver a Vittoria sonaba arriesgado. No la conocían de verdad y mucho menos tenían certeza de lo que era capaz. Incluso si Nerea era capaz de defenderse, era imposible no preocuparse por su seguridad.Debió sospechar que ella ya había considerado todo, cuando algo se le metía en la cabeza, no había poder humano que le hiciera cambiar de opinión. Nerea había contactado a su padre y Piero no había podido rebatir más una vez que Giovanni aceptó acompañarla.Después de lo que le pareció una eternidad, vio a Nerea abandonar el edificio junto a su padre. Ambos se dirigieron al auto de este último y hablaro