Piero miró el comedor con ansiedad. Por tercera o quizás cuarta vez hizo una lista mental para asegurarse de que tenía todo listo.—¿Tú que dices? —le preguntó a Alba. Su hija parecía más entretenida en lograr meter su puño completo en la boca.Alba balbuceó algunas palabras incomprensibles antes de volver a lo suyo. Piero decidió tomarlo como su visto bueno.Su celular comenzó a sonar y Piero lo levantó de la mesa. En el identificador se mostraba el nombre de Caterine.—Ella va para tu casa —avisó Caterine—. La detuve tanto como pude.La hermana de su novia se había ofrecido a ayudarlo a mantener a Nerea ocupada el resto de la tarde mientras él se encargaba de preparar todo.Su familia y la de Nerea estaban al tanto de lo que iba a hacer ese día. Piero había hablado con los padres de Nerea unos días atrás para pedirles su bendición. Giovanni le había dado una palmada y una amenaza bastante explícita de lo que sucedería con él si algún día se atrevía a lastimar a su hija. Mia también
Piero colocó una mano sobre el muslo de Nerea y le dio un apretón. Ella dejó de sacudir la pierna y giró la cabeza para mirarlo. —¿Y si fue me equivoqué? ¿Qué pasa si fue un error contactarlos? —Esas preguntas no había dejado de rondar su cabeza.Había convencido a Piero de que debían reunirse con los padres de Vittoria al menos una vez y ver si merecía la pena introducirlos en la vida de Alba. Ellos no tenían por qué pagar por los errores de su hija.—Como tú misma dijiste, los dos merecen ver a su nieta crecer si así lo desean. Además, parecían emocionados cuando los llamé hace unos días. —Piero la tomó del rostro y se inclinó para rozar los labios con los suyos—. Ahora, relájate un poco.Un carraspeo los hizo alejarse. Nerea se dio la vuelta para ver de quien se trataba. Abrió los ojos con sorpresa al ver a la pareja que estaba de pie frente a ellos. Bastó una mirada a la mujer para saber de quien se trataba. Alba tenía alguno de sus rasgos.Lorenza era una mujer de mediana estat
Nerea salió del vestidor y caminó hasta la sala en la que la estaban esperando su mamá, Claudia, Ava y Laila. Su corazón latía lleno de emoción. ¿Así es como se iba a sentir el día de su boda?Había estado en aquel lugar por más de una hora y había estado a punto de rendirse con su búsqueda, cuando encontró el vestido que traía puesto en ese momento. El corpiño era transparente adornado con pedrería. De cintura para abajo la tela caía hasta el suelo en varias capas de color marfil, la cola no excedía el metro de longitud. Un par de correas dobles pasaban a la altura de los hombros. Era sencillo, atrevido y elegante. En definitiva, perfecto.Entró a la sala y cuatro pares de ojos se posaron ella.—¿Qué les parece? —preguntó apenas conteniendo la sonrisa de emoción y se dirigió hasta la plataforma circular.Se haberle quedado alguna duda, la imagen que le devolvió el espejo habría sido suficiente para terminar de convencerla,—Estás hermosa —dijo por fin su madre. Su voz sonaba distorsi
Nerea apagó su computadora, guardó sus cosas y se dirigió hacia la salida. El edificio estaba casi en completo silencio. A excepción por el personal de limpieza, la mayoría ya se había marchado a casa.Hace rato había pasado la hora de su salida. Ahora que tenía a Piero y Alba no le gustaba quedarse trabajando hasta tarde, menos un día después de que su hija había recibido sus vacunas. Su pequeña todavía estaba de mal humor a causa de ello y eso tenía tenso a Piero.Sonrió al recordar la escena de la tarde anterior. Estaba segura que Piero se habría ofrecido voluntario para recibir las vacunas en nombre de su hija, si eso hubiera sido una posibilidad. El pobre había estado a nada de llorar cuando Alba rompió en llanto. Además, le había lanzado una mirada llena de disgusto a la enfermera.Nerea había disimulado mejor su dolor y le había ofrecido una disculpa a la pobre mujer en nombre de Piero. Ella bajó directo al estacionamiento y en cuanto salió del ascensor se dirigió hasta su au
Piero estaba nervioso y preocupado, había pasado al menos unas tres horas desde que Nerea había desaparecido y el tiempo seguía corriendo.Después de que ella no había llegado cuando ya pasaban de las ocho de la noche, Piero la había llamado para preguntarle cuánto tiempo más tardaría en regresar a casa. Nerea no había respondido. Había comenzado a preocuparse cuando el tiempo siguió pasando y ella continuaba sin responder. Sin poder aguantar más, había llamado a Giovanni para pedirle que fuera a revisar la empresa. Habría ido él mismo, pero quería quedarse en casa por si ella llegaba. Giovanni le había llamado veinte minutos después para decirle lo que había encontrado. El auto de Nerea seguía en el estacionamiento, pero no había rastros de ella.Piero había tomado a Alba y se había dirigido hasta allí. En el caminó había contactado a sus padres y, después de darles un resumen de lo sucedido, les había pedido que se encontraran con él para que le ayudaran a cuidar a su hija.En cua
Nerea no tenía idea de la hora que era. Había dormitado durante algunos minutos o quizás horas —era difícil saberlo sin un reloj o al menos la luz del día para orientarse—, pero había sido suficiente para recobrar energías. Ahora tenía que pensar en una manera de salir de allí.Con mucho dolor volvió a pasar sus brazos por debajo de su cuerpo hasta sus pies luego hacia adelante. Dormir en esa incómoda posición le había dejado los músculos adoloridos, pero había tenido que regresar a la posición en la que Víctor la había dejado al escucharlo acercarse. Después de eso se quedó así por si el volvía cuando estaba durmiendo y no le daba tiempo de acomodarse en esa posición otra vez. Se desató los pies. Esta vez no le costó mucho esfuerzo debido a que no había ajustado el nudo demasiado.—Debe haber algo —musitó levándose para seguir revisando la habitación. Víctor la había interrumpido la primera vez.Abrió los últimos dos cajones de la cómoda y soltó un suspiro de frustración al encontr
Piero se desesperó al ver a Nerea perder la conciencia. Alguien había prendido la luz de la habitación justo después de que él atrapara a Nerea en el momento que ella se precipitaba al suelo. Ella estaba pálida y tenía un moretón en la mejilla. Además, una evaluación rápida le permitió ver mejor la herida sangrante en el costado izquierdo de su abdomen.Giovanni dejó a Luka cuidando de Víctor y se acercó a él.—Ponla sobre la cama, necesito revisarla.Siguió sus indicaciones de inmediato. Depositó un beso en la frente de Nerea. Se hizo a un costado, aunque era lo que menos quería.Uno de los hombres de Piero se acomodó del otro de lado de Nerea con un botiquín en la mano y entre los dos comenzaron atender su herida.Escuchó el gemido de Víctor y la furia regresó a él. Gracias a él, Nerea estaba inconsciente.—¡Maldito hijo de put@! —gruñó mientras se acercaba a él como un toro embravecido. Dejó de pensar con lógica, lo único que quería era lastimarlo de la misma forma que él había dañ
Nerea soltó una risa, pero se calló cuando el dolor punzante en lado izquierdo del abdomen volvió a aparecer para recordarle su herida. Recibir un disparo era una completa mierd@ y esperaba nunca más volver a experimentarlo. No podía reír, toser o, para el caso, moverse sin sentir ese maldito dolor.Se dio cuenta que su madre se había quedado en silencio y que ahora ella, su padre y Piero la miraban preocupados.—¿Estás bien? —preguntó Piero con el ceño fruncido.Nerea le dio su mejor sonrisa antes de hablar.—Sí, tranquilo. Solo un poco de dolor.—Debería llamar a una enfermera para que te revise.—No es necesario. —¿Estás segura?—Muy segura. Su madre retomó su anécdota donde la había dejado y Nerea le dio una mirada de agradecimiento.Piero apretó su mano y mantuvo sus ojos sobre ella durante algunos segundos más, luego regresó su atención a su madre que estaba contando una historia vergonzosa sobre Nerea y sus hermanas.Había pasado casi tres días desde que la habían hospitali