Nerea había perdido la cuenta de las veces que se había preguntado si había tomado una buena decisión al aceptar trabajar para Marena. Nerea no era de las personas que se rendían, pero apenas dos días con ella y estaba a punto de hacerlo.Desde que trabajaba para su padre había lidiado con todo tipo de clientes. Algunos de ellos con peticiones extravagantes, otros demasiados desconfiados hasta que les mostraba sus resultados. E incluso así, nada se podía comparar con las exigencias de Marena.Ella le había explicado todo lo que quería y luego, en lugar de dejarla sola, se había mantenido cerca como si de su sombra se tratara. A veces desaparecía por algunos minutos, pero siempre volvía y en la mayoría de ocasiones para solicitar algún cambio o adición para después empezar a hacerle preguntas sobre su vida.Habría considerado eso último algo bueno —después de todo su propósito de estar allí era que se conocieran mejor y así llevarse bien—, pero Marena siempre tenía una crítica que solt
Piero trataba de mantener la calma mientras leía el informe que su investigador le acababa de entregar cuando lo quería era soltar una rastra de maldiciones. —¿Estás seguro? —preguntó aun cuando el mismo había visto las pruebas que corroboraban todo lo que se detallaba en el informe. Cerró la carpeta y la colocó sobre su escritorio con más fuerza de la necesaria. —Sí, señor. —¿Y por qué te tomó tanto tiempo averiguar esto? —Tuve que corroborar la información. —Estaremos en contacto. Si encuentras algo más, no dudes en informármelo. —Así lo haré. —El hombre se puso de pie y lo dejó a solas en el despacho. Piero se pasó una mano por el cabello y volvió a tomar el informe para leerlo por segunda vez. «Eso no cambiará lo que dice» Se burló su consciencia. Al parecer Vittoria había mentido en muchas cosas. Para comenzar sus padres nunca habían dejado de apoyarla, por el contrario, le habían enviado dinero cada mes durante todo el embarazo, había extractos bancarios para probarlos.
Piero vio a su madre tan pronto cruzó la puerta del restaurante. Iba igual de elegante que siempre. No podía recordar si es que alguna vez la había visto usar algo casual. Sin importar el lugar Marena siempre se arreglaba como si estuviera lista para aparecer en la portada de alguna revista. Algunas miradas se desviaron hacia ella con disimulo. Era algo muy común cuando se trataba de su madre. Sin importar donde estuviera, siempre llamaba la atención y a ella le encantaba que fuera así… Vivía para aquellos momentos.—Madre —saludó inclinándose para recibir un beso en la mejilla, luego le indicó con la mano el asiento frente a él.—Piero, cariño, me alegro que me llamarás —dijo su madre con una sonrisa enorme mientras se sentaba—. Saldré de viaje por la tarde, así que fue en el momento preciso. ¿Ordenaste algo?—Aún no, llegué unos minutos antes que tú. Su madre asintió y alzó la mano para llamar al camarero. Un hombre se acercó a ellos y les entregó la carta.—Un café expreso para
Nerea abrió los ojos y le tomó algunos segundos recordar dónde estaba. El sonido del mar se escuchaba a la distancia y su olor tan único se podía percibir aun a la distancia. Estaban en la casa de playa de los padres de Piero, habían llegado la noche anterior para pasar el fin de semana lejos de la ciudad.Estaba sola en la cama y en la casa no se escuchaba ningún ruido. Piero y Alba debían de haber salido a dar un paseo.Se incorporó sosteniendo la sábana delante de su pecho. Debajo estaba completamente desnuda. No había otra casa al menos hasta unos dos kilómetros de distancia, así que no tenía que preocuparse porque alguien pudiera verla por la ventana, pero aun así se mantuvo cubierta.El reloj encima del velador marcaba las nueve de la mañana. ¿Cómo había dormido hasta tan tarde?Mientras buscaba algo de ropa en su maleta, su mirada se dirigió hacia la cama desordenada y su rostro se sonrojó al recordar la pasión con la que Piero y ella habían hecho el amor. Siempre que se entreg
Piero miró el sobre encima de la mesa de café. Los resultados de la prueba de ADN de Vittoria estaban allí.—¿Quieres que lo lea? —preguntó Nerea.Asintió con la cabeza.En sus cortas vacaciones en la playa le había contado todo lo que el investigador había averiguado sobre Vittoria. Nerea había escuchado en silencio hasta el final, solo entonces había lanzado algunos insultos. Todavía podía ver la furia en sus ojos cada vez que el nombre de Vittoria era mencionado.—¿Me hace una mala persona querer que no sea su madre? —Nerea se inclinó hacia adelante para tomar el sobre de papel. El logo de la misma clínica en la que él se había hecho su prueba estaba en la parte de adelante.—No. —Él también estaba deseando los mismo. Sería tan fácil sacarla de sus vidas si ella no estaba relacionada con Alba. Nerea sacó la hoja de su sobre y la desdobló. Ella se fue a leer directo los resultados. El tiempo se congeló mientras la escuchaba confirmar que Vittoria era madre de Alba. Ambos se quedar
Nerea salió de la habitación al escuchar los gritos de Piero. No recordaba si alguna vez lo había escuchado alzarle la voz a alguien, ni siquiera en los peores momentos. Algo realmente grave debía de haber sucedido para que él estuviera tan furioso.—Márchate —ordenó Piero justo al mismo tiempo que ella llegaba a la sala. Él estaba señalando en dirección a la salida.Vittoria no hizo ningún amago de moverse, tan solo se quedó de pie allí mirando a Piero con los ojos húmedos.Nerea se acercó a Piero y se sujetó a su brazo mientras apoyaba la otra en su pecho. Él se relajó un poco al sentirla.La madre de Alba posó sus ojos en ella e hizo una mueca de disgusto.—¿Estás feliz? —preguntó la mujer con desdén—. Gracias a ti perderé a mi hija y cualquier posibilidad de darle una familia.Unos días atrás Nerea se habría sentido culpable al escucharla, pero ahora solo sentía asco. Vittoria había abandonado a su hija —un ser incapaz de valerse por sí mismo— sin ninguna razón válida aparente com
Nerea había disfrutado pasar un tiempo a solas con Piero, pero un día lejos de Alba y se sentía lista para tenerla de regreso. Esa mañana se había despertado temprano por costumbre, lista para cambiarla y prepararle su fórmula. Pero la cuna vacía pronto le había recordado donde estaba su pequeña.En cuanto llegaron a casa de sus padres, se dirigieron directo al interior. Encontró a sus padres en el jardín de atrás, sentados a la sombra de un árbol y se detuvo a observarlos.Su padre tenía a Alba en brazos y, por la manera en la que la sujetaba, dudaba que algo pudiera sucederle a su pequeña. Era como si su padre estuviera en una misión, la de cuidar a toda costa a Alba de cualquier peligro.El “click” de una cámara la sacó de sus pensamientos. Giró la cabeza y vio a Piero capturando el momento con la ayuda de su cámara.—Nerea, Piero —saludó su madre casi saltando de su asiento y se acercó a saludarlos con un abrazo—. ¿Hace cuánto tiempo llegaron?—Un poco más de un par de minutos —res
—Me puede mostrar ese, por favor —dijo Piero señalando el anillo que quería.En el pasado, jamás había pensado que querría pasar el resto de su vida con una mujer. Por supuesto que creía en el amor, bastaba ver a su padre y a Ava para saber que algunos tenían la suerte de encontrarlo. Sin embargo, él estaba seguro que eso no era para él… O al menos se había convencido de que así era.Nerea había entrado en su vida para cambiarlo todo. Quería despertar todos los días a su lado y que su rostro fuera lo último que viera después de un largo día. Podía no haber pasado mucho tiempo desde que estaban juntos, pero ya había desperdiciado bastante tiempo siendo un completo obstinado que se negaba a ver lo que tenía enfrente de él.—¿Cuándo se lo piensas proponer? —preguntó su hermano. Fabrizio se había sorprendido cuando lo había llamado esa mañana para contarle sus planes. No había dicho nada por algunos segundos antes de soltar una carcajada y soltar algunas bromas. Un poco de su propia med