Nerea miró su computadora con una sonrisa de satisfacción. Después de años de constante investigación y mejora al fin tenía listo todo un sistema de seguridad mejorado y funcionando en toda la instalación de B Security. Reconocimiento por voz, cámaras de reconocimiento facial, sistemas de cierre de emergencia por pisos y a nivel de todo el edificio, línea de comunicación completamente segura y prácticamente imposible de bloquear, marcado automático a unidades de policías y bomberos. Y todo eso era solo el comienzo. Había muchas funciones más, algunas de ellas solo para manejo de aquellas personas que contaran con la autorización. En ese momento eran la única empresa de seguridad del país que contaba con una tecnología tan avanzada. Había costado una gran inversión, por supuesto, pero valdría la pena si todo funcionaba como se esperaba. En el futuro unirían su sistema al de sus clientes, lo cual les permitiría brindarles una mejor protección. —¿Terminaste? Levantó la mirada y le dio
Piero observó el amanecer a través de la lente de su cámara y captó el preciso momento en el que un pájaro, sentado en una de las ramas de un árbol, extendía sus alas y saludaba al sol. Una mezcla perfecta de colores. El sol acarició al animal como si le estuviera regalando parte de su brillo. Había algo mágico en captar momentos irrepetibles.Un disparo tras otro. Luego podría elegir la mejor fotografía entre todas.El ave salió volando algunos segundos después y Piero tomó última foto antes de ponerse a revisar las imágenes obtenidas.—Perfecto —comentó con una sonrisa—. ¿No lo crees? —preguntó girándose hacia su hija que descansaba en su hamaca para bebé unos metros más allá.Ella dormía pacíficamente indiferente a lo que pasaba en el mundo.Sacudió la cabeza. Esa pequeña diablilla la había despertado un par de horas atrás. Piero le había cambiado el pañal y luego alimentado esperando que ella durmiera un poco más, casi siempre lo hacía. Esa mañana, sin embargo, ella había tenido d
Nerea miró su celular mientras se debatía entre llamar o no a Piero. Había pasado más de un par de horas desde que habían hablado y él no había llamado otra vez. Tal vez se había quedado dormido y lo menos que quería era despertarlo. Era consciente de lo poco que dormía por cuidar de Alba. Si estuviera con él, al menos se aseguraría de que durmiera un poco más. Soltó un suspiro y dejó su celular sobre el velador. Apagó la luz de la lámpara y se acomodó para dormir. Dio algunas vueltas en la cama hasta que el sueño la venció. La mañana siguiente despertó gracias al sonido insistente de su alarma. Presiono la pantalla de su celular para detener el sonido y casi cedió a la tentación de permanecer en cama un poco más. Se sentía como si no hubiera dormido nada. Tomó su celular y envió un mensaje a Piero. «¿Estás despierto?» En lugar de una respuesta su celular comenzó a sonar. —Buenos días —saludó con una sonrisa. —Buenos días. ¿Cómo dormiste? —Diría que bien, pero sería una men
Piero cerró la pañalera de Alba y revisó la habitación para cerciorarse de que no se había olvidado de nada.Nerea iba a regresar ese día y él iba a ir a recogerla al aeropuerto. Su vuelo debía aterrizar a las tres de la tarde, así que aún estaba a tiempo. Debía admitir que estaba nervioso. Los últimos días sus llamadas habían sido cortas. Piero había estado demasiado distraído a causa la aparición de la madre de Alba. Le preocupaba como Nerea se iba a tomar la noticia cuando se lo dijera. —¿Estás ocupado?Piero se dio la vuelta y se encontró a Vittoria parada debajo del umbral de la puerta. Se veía más tranquila en comparación al día que había llegado.***Piero podía escuchar la llovizna que había comenzado a caer. Sus ojos estaban fijo a través de la ventana mientras esperaba que la supuesta madre biológica de Alba llegara. Miles de pensamientos pasaban por su cabeza.—Es ella, señor —informó el mismo hombre que antes había estado con su padre.Se dio la vuelta sin ninguna prisa,
Nerea se sentía nerviosa mientras bajaba del avión. En el vuelo lo único que había podido pensar era en Piero y cómo sería su encuentro con él después de su cambio de actitud durante los últimos días. Su lado fatalista se estaba preparando para lo peor.Habría deseado que al menos él fuera a recibirla al aeropuerto, eso sí que la habría ayudado a tranquilizarla. Pero él le había escrito temprano esa misma mañana para decirle que no podía ir. ¿Debía tomarlo como una señal más de que él estaba poniendo distancia entre ellos antes de romperle el corazón?Las carcajadas de los muchachos de su equipo la sacaron de sus cavilaciones. Ellos iban delante de ella hablando lo suficientemente alto para ser escuchados a varios metros de distancia sin importarles si llamaban demasiado la atención. Eran buenos chicos y le gustaba trabajar con ellos… al menos con la mayoría.Se dirigieron hacia la zona de equipaje y uno a uno los chicos se despidieron de ella cuando consiguieron sus maletas.Su equip
Piero le contó a Nerea la misma historia que Vittoria le había contado a él. No se guardó nada, ni siquiera cuando llegó a la parte en que ella se estaba quedando en casa de sus padres. Nerea se mantuvo inexpresiva en todo momento y era difícil saber lo que pasaba por su cabeza. —¿Le crees? —preguntó ella después de lo que se sintió como una eternidad en silencio. Tomó como una buena señal que no lo mirara como si le fuera a arrancar la cabeza. —No lo sé, parecía sincera, pero… —Pero ¿qué? —No puedo confiar en la mujer que abandonó a mi bebé a la intemperie, incluso si dice que lo hizo por su bien. Nerea se puso de rodillas. Gateó hasta quedar delante de él en medio de sus piernas y le dio un abrazo. —Debiste decirme lo que estaba sucediendo. —No había reproche en su voz—. No tenías por qué lidiar con esto tu solo. —No quería ocultártelo. Creí que lo mejor era esperar a que volvieras para evitar que te preocuparas. —Bueno, no funcionó. No podía dejar de pensar en los moti
Nerea sacó la lasaña del horno y la colocó a sobre la encimera. Sonrió con orgullo al ver lo bien que le había quedado. No era una experta en la cocina, pero había aprendido algunos de los muchos trucos de sus papás.—Perfecto —musitó mientras el delicioso aroma llegaba a ella—. ¿Crees que tarden mucho? Me muero de hambre. —Su mirada aun clavada en la deliciosa lasaña.Se suponía que la madre de Alba llegaría dentro de unos minutos y ya tenía todo listo para recibirla. Podía no ser una visita amical, pero no por eso iba a tratarla mal. Además, era otra forma de conseguir información sobre ella. Su madre siempre había dicho que podías averiguar mucho, si eras amable. Su padre, por otro lado, pensaba que un par de amenazas funcionaban mucho mejor.—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó Piero en lugar de responder.Se giró hacia él y sonrió al verlo. Estaba dando de comer a Alba mientras la balanceaba. Se veía completamente adorable.—Hablamos de esto.—Sí, el día de ayer y
Piero soltó un suspiró después de cerrar la puerta. Eso había sido… interesante. ¡Demonios! ¿A quién trataba de engañar? La última hora había sido, por decir poco, bastante incómoda.Se había dado cuenta que, con cada segundo que pasaba, Nerea se iba poniendo más tensa. Podía entenderla. Estar junto a la mujer con la que había tenido una hija era una situación difícil de digerir.—Eso no salió tan mal —dijo Nerea cuando lo vio entrar a la sala. Estaba sentada en el sillón y el coche de su hija estaba cerca de ella.Piero se acercó y le tendió la mano. Tiró de ella para ponerla de pie y, cuando lo logró, la sujetó de las caderas.—Vamos, princesa, no necesitas mentirme. Di lo que tengas que decir, incluso si es algunos insultos dirigidos a mí.Prefería que fuera honesta con él y así poder buscar la manera de hacer que las cosas mejoraran al menos un poco. Piero estaba dispuesto a cualquier cosa, Nerea se lo merecía después de la paciencia que había exhibido esa noche cada vez que Vitto