Helena vació todo su estómago en el inodoro. ¿Qué le pasaba a su cuerpo? Parecía que la sola imagen en su mente de Sebastián estando íntimamente con Katlyn le revolvía el interior. Decidió quedarse por bastante tiempo dentro del cubículo, sentada en el suelo abrazando sus piernas. ¿Qué más daba? El puesto ya lo tenía y no tenía las ganas de rasgarse las vestiduras en su trabajo, ya lo había intentado más de una vez y eso no la había llevado a nada bueno. Comenzaba a pensar que esforzarse en la vida no hacía que pasen cosas buenas. Finalmente volvió a su escritorio, deseando que la puerta de la oficina presidencial estuviera abierta y Katlyn ya se hubiera ido. Pero no, la puesta aún estaba trabada y se escuchaban los murmullos del otro lado. “Si esto va a pasar todos los días no sé cuánto tiempo más voy a soportarlo”- Pensó tapándose los oídos. “Quizás no fue tan buena idea volver a la empresa” Se dijo a sí misma con decepción. “No helena, esto es solo un desafío, tú eres más fuer
-¡¿Cómo que vas a llevar a esa zorra a la fiesta?!- chilló la rubia.-Cariño, no es una fiesta, ya te lo dije, es una reunión de negocios y es mi secretaria, necesito que esté conmigo ayudándome.-No puedo creerlo, enserio no puedo creerlo- negó efusivamente su esposa.-Cariño, mi amor. – exclamó con cautela el CEO mientras intentaba acercarse a su esposa como si fuera una bomba de tiempo a punto de estallar.-No me llames así. – sentenció cruzándose de brazos.-Van a ser solo unas horas ¿Si? Cuando te quieras dar cuenta ya voy a estar de vuelta en casa.-Escúchame bien Sebastián Aller, te quiero de vuelta entero, no quiero que huelas al perfume barato de esa mujerzuela ni que tengas ninguna marca nueva ¿Me oíste?-Sí cariño- respondió automáticamente, dándole un beso casto en los labios y saliendo rápidamente de su mansión, ansiando pasar a buscar a Helena por su departamento.Mientras se dirigían hacia el evento en su coche privado, el silencio llenaba el ambiente, dejando entrever
Helena se despertó lentamente, sintiéndose aún débil, pero con una sensación reconfortante de paz, por primera vez en mucho tiempo había podido dormir de corrido, sin interrupciones a mitad de la noche por las pesadillas que la atormentaban a diario. Al abrir los ojos, su mirada se posó en Sebastián, quien estaba dormido en la silla al lado de su cama. Una mezcla de sorpresa y gratitud llenó su corazón al darse cuenta de que él había pasado toda la noche velando por su bienestar.Sebastián se despertó sintiendo un fuerte dolor en su espalda por haber dormido en la dura silla. Observó la cama, comprobando que Helena aún estuviera ahí, encontrándose con esos ojos saltones que lo miraban con incredulidad.El CEO no recordaba en qué momento se había dormido, pero había planeado irse antes de que la pelirroja despertase. Le daba vergüenza admitir que se preocupaba tanto por ella como por ser su guardián nocturno.-Parece que me quedé dormido aquí- bromeó acomodando su traje que aún llevab
Luego del trabajo, el CEO volvió al departamento de la pelirroja. -¿Cómo te sientes?- exclamó al verla levantada. -Ah muy bien- mintió la muchacha -Yo no te veo muy bien. -Bueno gracias- exclamó poniendo los ojos en blanco. -Hablo enserio. - El CEO tomó las llaves de su auto de la mesa- Busca un abrigo, te llevo a la clínica. -No va a ser necesario. -No fue una pregunta. Helena suspiró derrotada, Sebastián podía ser cabeza dura cuando quería. Mientras se encontraban en la sala de espera, aguardando a que la joven embarazada sea llamada por la médica, ambos se mantuvieron callados mirando sus propios pies. No sabían de qué hablar, nunca habían sido muy charlatanes. -Y bien…- comenzó a decir el CEO- ¿Entonces te gusta el idiota ese? -¿Qué?- exclamó Helena saliendo de sus pensamientos- ¿A quién te refieres? -¡Al idiota ese de la fiesta! No me hagas decir su nombre- exclamó con fastidio. -¿Qué Franco?… ¿Estás celoso?- preguntó divertida. -Para nada…- respondió rápidamente mir
Luego de más de una hora dentro del Penthouse de Alan, entregándose por completo a sus deseos y a sus fetiches, finalmente el menor de los Aller había quedado satisfecho.-Hasta la próxima, mi amor- había dicho Alan, dándole una nalgada y empujándola fuera de su departamento, para luego cerrarle la puerta en la cara.Katlyn no dijo nada, simplemente se fue de ahí como si fuera un alma en pena.Entró sigilosa a la mansión, temiendo encontrarse con su esposo y que la interrogase de a donde había estado hasta tan tarde. La rubia estaba segura de que si pasaba eso no podría contenerse dos segundos antes de largar el llanto que se estaba tragando.“Seguramente Sebastián mataría a Alan por haberse aprovechado de su pobre esposa” Pensó orgullosa de su hombre.“¡De no ser porque el hijo que estás esperando no es de él!” Gritó la vocecita cruel de su cabeza.La rubia caminó sigilosa escaleras arriba, mirando con paranoia hacia todos lados. Tan solo necesitaba llegar al baño y quitarse la evide
Helena miró la hora en su celular, en cualquier momento llegaría Sebastián como habían quedado anoche, nunca se había sentido tan nerviosa, prácticamente era una cita.Su primera cita desde que había terminado la secundaria, y eso había sido hacía ya muchos años.No había tenido tiempo para eso desde entonces. Se sentía un poco grande, pero aun así estaba entusiasmada como una colegiala.Volvió a mezclar la salsa que había preparado y la probó para comprobar que estuviera condimentada correctamente.“Espero que le guste” pensó preocupada. Su comida no era del target de los manjares que podía costearse un hombre como él, pero estaba hecho con amor, aunque no sabía si eso era suficiente para él.De repente escuchó el timbre y pegó un saltito que casi hizo tirar toda la olla al suelo.“Es la primera vez que viene y no entra directamente” Pensó extrañada, volvió a sonar el timbre con impaciencia y corrió hacia el comunicador, tomando el teléfono.-¿Hola?- habló tratando de no sonar nervio
Por un momento, el mundo alrededor de Helena desapareció, dejándose llevar por las sensaciones de ese beso robado. Sebastián experimentó un torbellino de sensaciones. Había esperado tanto tiempo para besar a Helena, pero siempre había temido que ella lo rechazara y se alejara de su vida si lo hacía. Sin embargo, la conexión que sentía con ella en ese momento era tan poderosa que no pudo contenerse y no dudó en probar esos labios rosados con los que tantas veces había soñado.Los labios suaves y cálidos de Sebastián le proporcionaron una sensación reconfortante a Helena, como si finalmente hubiera encontrado un lugar seguro al que pertenecer. Pero, al mismo tiempo, una corriente de miedo recorrió su espalda, recordando todas las heridas del pasado y su temor a entregarse al amor.El CEO sintió como los labios de Helena y todo su cuerpo se tensaron, haciéndolo volver a la realidad.Rápidamente se alejó, dándose cuenta de que el beso no había sido deseado por su secretaria.-Lo siento
Pasaron varias semanas en las que Helena se acostumbró a recibir la visita de Sebastián de vez en cuando en el horario del almuerzo de su empresa. Ella lo esperaba con una rica comida casera que el CEO comía con devoción. Hasta había comenzado a notar cómo las mejillas de su jefe habían tomado con más color y hasta había subido un poco de peso, como si de repente hubiese recuperado un pedazo de vida que le faltaba, como si a su corazón de hielo solo hubiese necesitado todo ese tiempo una inyección de amor y cariño.No habían vuelto a besarse y a ninguno de los dos parecía molestarle eso, aprovechaban el tiempo conversando mientras comían, hablaban de que cosas les gustaban, cuáles eran sus sueños y todo para conocerse más. Como si estuvieran preparándose para algo en el futuro.Porque sí, Sebastián disfrutaba de las dos horas semanales con Helena, pero con el pasar de los días comenzaba a no ser suficiente, necesitaba más, necesitaba estar con ella los fines de semana, necesitaba acos