Mientras los días pasaban dentro del departamento, Helena supo que esa ilusión, ese momento íntimo y hasta mágico en el consultorio médico solo había sido eso, un instante de ensueño y nada más. Luego de la ecografía Sebastián la depositó nuevamente en su nuevo hogar mientras él seguía con su vida fingiendo que nunca había pasado aquello. Pasó una semana de profunda soledad Helena y comenzaba a sentir que iba a perder la cordura en cualquier momento. Al principio creyó que estar aislada de las personas era lo que realmente necesitaba para comenzar a sanar. Pero nunca estuvo más equivocada. El sonido del silencio del departamento hizo que su mente fuera más ruidosa, por las noches apenas podía dormir y los baños largos y dolorosos se volvieron más recurrentes, solo que esta vez sentía culpa de dañar su vientre, dejándolo intacto. Había una criatura dentro suyo, lo había comprobado en ese monitor. ¿Realmente quería hacerle daño? Ya no lo sabía. -¿Cómo estuvo la semana?- Preguntó e
Los rostros de todas las personas se contorsionaron, algunas en una expresión de sorpresa y otras de terror. Parecía que habían visto un fantasma, y así lo era en parte, porque Helena había regresado de entre los muertos sintiéndose más fuerte que nunca. La primera vez que había atravesado las puertas de la empresa INDUSTRIAS ALLER S.A., estaba como un perrito mojado, temblando de miedo y rogando conseguir un empleo. Ahora simplemente caminó a través del hall, con la barbilla en alto y la mirada a lo lejos, ignorando a la recepcionista, ya que no necesitaba presentarse, ella era la secretaria presidencial. Escuchó los murmullos de los demás empleados, algo que había odiado anteriormente y uno de los motivos por el cual había decidido renunciar en primer lugar, ahora era música para sus oídos, se reía por dentro de todos ellos, porque habían intentado destruirla, pero ahora había vuelto y más fuerte. Entró al ascensor presidencial bajo la mirada atónita de todos los observadores, q
-Debo admitir que me preocupa que estés nuevamente aquí- admitió el CEO sentándose en su preciada silla de presidente.-¿Y eso porque?-Actitudes como la de esa chica son imperdonables para mí- gruñó con molestia.-No se preocupe, ya estoy acostumbrada a ese tipo de trato.Sebastián se sintió fatal por el comentario de la pelirroja, eso hacía notar que era un mal jefe, de esos que no notaban que su equipo estaba en crisis y que se mataban entre ellos, tenía que estar más atento, no iba a permitir otro trato así de ninguno con Helena.-No es así, tú eres la secretaria presidencial de INDUSTRIAS ALLER, tienes que hacerte valer- exclamó con diplomacia- Si alguien más te llega a tratar de esa forma, me lo dices a mí.La joven no pudo evitar sonreír ante esta nueva actitud protectora por parte de su jefe.Sebastián la miró a los ojos, notando el cambio en Helena.Su sonrisa era como un rayo de sol en un día nublado. Era cálida y radiante, iluminando su rostro con una ternura y alegría cont
Helena vació todo su estómago en el inodoro. ¿Qué le pasaba a su cuerpo? Parecía que la sola imagen en su mente de Sebastián estando íntimamente con Katlyn le revolvía el interior. Decidió quedarse por bastante tiempo dentro del cubículo, sentada en el suelo abrazando sus piernas. ¿Qué más daba? El puesto ya lo tenía y no tenía las ganas de rasgarse las vestiduras en su trabajo, ya lo había intentado más de una vez y eso no la había llevado a nada bueno. Comenzaba a pensar que esforzarse en la vida no hacía que pasen cosas buenas. Finalmente volvió a su escritorio, deseando que la puerta de la oficina presidencial estuviera abierta y Katlyn ya se hubiera ido. Pero no, la puesta aún estaba trabada y se escuchaban los murmullos del otro lado. “Si esto va a pasar todos los días no sé cuánto tiempo más voy a soportarlo”- Pensó tapándose los oídos. “Quizás no fue tan buena idea volver a la empresa” Se dijo a sí misma con decepción. “No helena, esto es solo un desafío, tú eres más fuer
-¡¿Cómo que vas a llevar a esa zorra a la fiesta?!- chilló la rubia.-Cariño, no es una fiesta, ya te lo dije, es una reunión de negocios y es mi secretaria, necesito que esté conmigo ayudándome.-No puedo creerlo, enserio no puedo creerlo- negó efusivamente su esposa.-Cariño, mi amor. – exclamó con cautela el CEO mientras intentaba acercarse a su esposa como si fuera una bomba de tiempo a punto de estallar.-No me llames así. – sentenció cruzándose de brazos.-Van a ser solo unas horas ¿Si? Cuando te quieras dar cuenta ya voy a estar de vuelta en casa.-Escúchame bien Sebastián Aller, te quiero de vuelta entero, no quiero que huelas al perfume barato de esa mujerzuela ni que tengas ninguna marca nueva ¿Me oíste?-Sí cariño- respondió automáticamente, dándole un beso casto en los labios y saliendo rápidamente de su mansión, ansiando pasar a buscar a Helena por su departamento.Mientras se dirigían hacia el evento en su coche privado, el silencio llenaba el ambiente, dejando entrever
Helena se despertó lentamente, sintiéndose aún débil, pero con una sensación reconfortante de paz, por primera vez en mucho tiempo había podido dormir de corrido, sin interrupciones a mitad de la noche por las pesadillas que la atormentaban a diario. Al abrir los ojos, su mirada se posó en Sebastián, quien estaba dormido en la silla al lado de su cama. Una mezcla de sorpresa y gratitud llenó su corazón al darse cuenta de que él había pasado toda la noche velando por su bienestar.Sebastián se despertó sintiendo un fuerte dolor en su espalda por haber dormido en la dura silla. Observó la cama, comprobando que Helena aún estuviera ahí, encontrándose con esos ojos saltones que lo miraban con incredulidad.El CEO no recordaba en qué momento se había dormido, pero había planeado irse antes de que la pelirroja despertase. Le daba vergüenza admitir que se preocupaba tanto por ella como por ser su guardián nocturno.-Parece que me quedé dormido aquí- bromeó acomodando su traje que aún llevab
Luego del trabajo, el CEO volvió al departamento de la pelirroja. -¿Cómo te sientes?- exclamó al verla levantada. -Ah muy bien- mintió la muchacha -Yo no te veo muy bien. -Bueno gracias- exclamó poniendo los ojos en blanco. -Hablo enserio. - El CEO tomó las llaves de su auto de la mesa- Busca un abrigo, te llevo a la clínica. -No va a ser necesario. -No fue una pregunta. Helena suspiró derrotada, Sebastián podía ser cabeza dura cuando quería. Mientras se encontraban en la sala de espera, aguardando a que la joven embarazada sea llamada por la médica, ambos se mantuvieron callados mirando sus propios pies. No sabían de qué hablar, nunca habían sido muy charlatanes. -Y bien…- comenzó a decir el CEO- ¿Entonces te gusta el idiota ese? -¿Qué?- exclamó Helena saliendo de sus pensamientos- ¿A quién te refieres? -¡Al idiota ese de la fiesta! No me hagas decir su nombre- exclamó con fastidio. -¿Qué Franco?… ¿Estás celoso?- preguntó divertida. -Para nada…- respondió rápidamente mir
Luego de más de una hora dentro del Penthouse de Alan, entregándose por completo a sus deseos y a sus fetiches, finalmente el menor de los Aller había quedado satisfecho.-Hasta la próxima, mi amor- había dicho Alan, dándole una nalgada y empujándola fuera de su departamento, para luego cerrarle la puerta en la cara.Katlyn no dijo nada, simplemente se fue de ahí como si fuera un alma en pena.Entró sigilosa a la mansión, temiendo encontrarse con su esposo y que la interrogase de a donde había estado hasta tan tarde. La rubia estaba segura de que si pasaba eso no podría contenerse dos segundos antes de largar el llanto que se estaba tragando.“Seguramente Sebastián mataría a Alan por haberse aprovechado de su pobre esposa” Pensó orgullosa de su hombre.“¡De no ser porque el hijo que estás esperando no es de él!” Gritó la vocecita cruel de su cabeza.La rubia caminó sigilosa escaleras arriba, mirando con paranoia hacia todos lados. Tan solo necesitaba llegar al baño y quitarse la evide