-Oye Sebas ¿Viste la nueva pareja?- Erik codeó a su amigo mirando por sobre el hombro de este. Ambos estaban apoyados en la barra de bebidas, tomando un whisky que el joven CEO había estado esperando con ansias toda la noche, con un poco de alcohol en sangre esperaba soportar mejor la boda. Se giró con desinterés hacia donde le señaló su mejor amigo, no estaba de humor para sus juegos, especialmente cuando había descubierto que Helena estaba en la boda, como si fuera una piedra en su zapato, acordándose de ella a cada paso. Parecía que el destino quería torturarlo gritándole que estaba cometiendo un grave error, pero lo peor de la noche fue ver al idiota de su hermano, a quien no había invitado a la boda pero que Katlyn se había tomado el trabajo de hacerle llegar una invitación, hablando con su secretaria. No, hablando no, había estado coqueteando muy muy cerca de ella. El muy maldito le había enviado una de esas estúpidas sonrisas infantiles que tanto le gustaba hacer cuando conse
-Helena, no veas eso…- Alan intentó tirar de la pelirroja hacia afuera para que no viera el video que aparecía en pantalla, pero la joven se zafó del agarre y caminó unos pasos hasta llenarse por completo de la luz del video. Algunas personas se giraron hacia ella, otra vez estaban ahí esos ojos que la juzgaban y pensaban cosas crueles e irreproducibles en voz alta. Sintió que sus piernas se flaqueaban y apretó entre sus manos la falda del vestido, se mordió con fuerza el labio y sintió el sabor metálico de la sangre entrar en su boca, necesitaba el dolor físico para que la película no doliera tanto, aunque estaba siendo en vano. -Helena…- La llamó nuevamente Alan, quien no podía quitar sus ojos negros del video que estaba en pantalla, tragando saliva pesadamente y sintiendo la excitación crecer al ver a Helena completamente fuera de sí sentada sobre su regazo en el VIP del bar aquella noche que había intentado quitarse de la mente a Katlyn y que había logrado exitosamente gracias a
Sebastián dejó que Erik y Katlyn lo sostengan y le impidan ir hacia Helena para quitarla de las garras de su despiadado hermano menor. Si hubiese hecho caso a sus impulsos más primitivos, se hubiese deshecho del agarre para correr detrás de ella, dejando a Katlyn en el altar.Pero no, él no era así. La fuerte presión familiar de ser el mejor y llevar a cuestas el éxito de la empresa siempre le habían pesado en su joven espalda. Su padre, con quien había tenido una relación fría y distante toda su vida, le había dado el papel de líder sucesor, que fue algo que nunca pidió y no entendió jamás porque él y no su hermano, quien siempre había deseado tener el puesto de su difunto padre y se había esforzado toda su vida por ello, aun así, el patriarca se había encargado en sus últimos años de vida de que toda la comunidad empresarial supiera que él sería el heredero y que haría lo mejor por la empresa familiar. Por lo tanto, el joven CEO sabía que muchas personas, quienes no eran nada más
Luego de que ambos dieron el sí, Sebastián se encontró con que su asistente personal había hecho sus valijas para un largo viaje, no tuvo que preguntar nada, al voltearse hacia su nueva esposa y quien sería su mujer por toda su vida, supo que algo tenía que ver en todo eso, porque su sonrisa lo decía todo. -Prepárate cariño que vamos a tomar el primer avión a la ciudad del amor- exclamó la rubia quien se abalanzó sobre su nuevo esposo tirándolo a la cama con ella encima y su gigante vestido rosado que ocupaba toda la cama- No puedo esperar para que me hagas el amor- susurró mordiendo su oreja y luego se levantó dejando al joven CEO tendido en la cama mirando hacia el techo, no dijo nada, simplemente aceptó su nuevo destino y su nueva vida, que sabía que estaría manejada por la mujer. Cuando subió al avión directo hacia Francia se enteró de que la luna de miel duraría un mes, solo deseaba que Helena estuviera bien todo ese tiempo en el que estaría ausente. Apretó con fuerza la tela d
Sebastián pensó, por lo menos en un momento de debilidad, que, si pasaba todo un mes, despertando todos los días con la rubia al lado suyo y teniendo sexo con ella hasta tres veces por día podría acostumbrarse a eso, a esa nueva vida de casado. Pero no, se sintió ingenuo por creer eso, cada día que despertaba la mujer se volvía más irritante. El CEO comenzó a enumerar todas las cosas que le molestaba de ella y que repetía día a día como en una rutina que estaba volviendo loco al joven heredero. Cada mañana quería que Sebastián estuviera lleno de energía y deseoso de su cuerpo, no lo dejaba despabilarse que ya estaba encima de él pidiendo que la monte, luego de cumplir con sus deseos carnales no paraba de hablar de cosas que realmente no le interesaban, quizás la hubiese escuchado si ella en algún momento le dejase meter un bocado, pero no. Con tal de responder con monosílabos la rubia parecía satisfecha. Jamás en esos 30 días le había preguntado algo de sus negocios o de su vida pe
-¡Buenos días señor! Bienvenido de vuelta a Industrias Aller S.A. La mujer dejó de sonreír, desconcertada de que su jefe no emitiera un sonido. -¿Señor? ¿Se encuentra bien? La nueva secretaria presidencial vio el rostro de su jefe ponerse primero blanco como el papel, y eso que el heredero tenía un tono tostado casi dorado, para luego convertirse lentamente en un rojo furia. Su mandíbula se apretó con fuerza, tensionando su rostro, las venas en sus cienes se marcaron y los ojos marrón oscuro del CEO se volvieron negros como las tinieblas. La joven retrocedió asustada, cayendo nuevamente a su asiento, sin saber qué hacer o qué decir. -¿Dónde está mi secretaria? -Señor, yo soy su secretaria- apenas pudo decir. -¡Sabes muy bien a qué me refiero!- Gritó con fuerza, llamando la atención de todos los demás empleados- ¿Dónde está Helena? -Eh.. Yo- yo…- La secretaria comenzó a balbucear justo a punto de llorar. Katlyn le había prometido que una vez que se deshiciera de Helena un
Helena no recordaba cuándo había sido la última vez que se había sentido tan bien con su vida, haber tomado la decisión de renunciar a Industrias Aller S.A. y aceptar la oferta del hermano menor de su jefe fue lo mejor que pudo haber hecho. Han pasado casi tres semanas desde que la pelirroja comenzó a trabajar como secretaria presidencial de Alan, pero aunque haya sido poco tiempo, aún así ya se sentía cómoda y el ambiente era de maravilla. Los demás empleados no la juzgaban y la trataban con respeto, según el puesto que tenía, ya que estaba más arriba jerárquicamente que todos los demás, cosa que sus antiguos compañeros hicieron caso omiso.El silencio en la oficina, no escuchar la voz chillona de la rubia, era otra cosa que la mantenía en paz durante el día, además su nuevo jefe era un hombre tranquilo, no gritaba detrás de las paredes y sus empleados no corrían cuando lo veían llegar, se notaba que era un buen jefe, casi que perfecto, todo lo contrario a Sebastián. -Ah… Sebastián
Sebastián salió hecho un fuego de la empresa de su hermano menor, casi hasta empujando a todo y a todos los que se cruzaban a su paso, sin importarle los costos de reparación de lo que iba arrasando. “¿En qué estaba pensando? Venir hasta la empresa de Alan y humillarme de esta manera” Estaba claro que el CEO había dejado que sus sentimientos de posesión y celos le nublasen el juicio. -Nunca más lo voy a permitir- exclamó con fuerza mientras salía a la ruidosa y caótica clase. Dentro de él su corazón se cerraba aún más, entre cuatro paredes de hielo, había sido burlado por su hermano y rechazado por Helena. ¿Quería quedarse con el narcisista y psicópata de Alan? Que lo haga. El mayor de los Aller sabía cuál era su verdadera prioridad en ese momento, ir a buscar a Katlyn y ambos presentarse con el abogado de la familia para reclamar todo el poder que le correspondía ahora que había cumplido con su parte del testamento. Tenía que cobrar toda esa millonada, sino todo lo que había he