Acomodo mi falda negra, un poco para luego verme en el espejo de cuerpo entero, terminó de abotonar mi camisa blanca y arreglar el maquillaje, una vez terminó con mi vestimenta, optó por soltar mi cabello a cada lado de mi rostro y me coloco los tacones blancos.
Tomo mi bolso y lentes de sol, antes de salir de mi departamento, subo al auto en cuanto llego al estacionamiento, me coloco los lentes antes de poner en marcha el auto. En cuanto llegó a mi despacho, mi secretaria me extiende mi café antes de entrar.
Tomó asiento y empiezo con todo el trabajo que tuve atrasado, paso alrededor de cuatro horas contestando llamadas y correos. En cuanto siento que yo no puedo más alguien entra sin previo aviso.
—Helen cariño. —reprimo las ganas de girar los ojos al escuchar la voz de Laura.
—Llegas tarde. —Le digo molesta, se supone que debió llegar hace dos horas atrás.
—Lo sé, lo siento. Pensé que no era tan importante. —Se encoge de hombros. Suspiro antes de hablar.
—Toma asiento por favor. —Le señaló la silla frente a mi.
—¿A que debo la grata sorpresa de que me pudieras venir? —cuestiona una vez toma asiento.
—Una sorpresa, para nada agradable. —murmuró. Tomó una carpeta y se la extiendo, lo toma en sus manos con intriga.
—¿Qué es?
—Leelo primero. —me recuento en mi asiento cruzándome de brazos, la curiosidad puede más que ella por lo que la abre enseguida, y mientras más lee su ceño se frunce.
—¿¡Qué m****a es esto!? —se levanta furiosa.
—Tu esposo quiere el divorcio. —le explico con calma.
—Pero. ¿¡Por qué!? —sus ojos se cristalizan y en segundos su rostro está completamente rojo.
—No lo sé, deberías preguntarle. Yo solo hago mi trabajo. —me encojo de hombros.
—¿Por qué haces esto?
—¿Hacer que? —preguntó algo perdida.
—¿¡Por qué lo ayudas!? — ladeo la cabeza y la miró fijamente,sus ojos ámbar chocan mis ojos grises.
—¿Tal vez…? porque es mi trabajo —respondo con sarcasmo. Eso parece empeorar las cosas puesto que su rostro se vuelve aún más rojo y su respiración se vuelve pesada.
—Eres mi amiga, debiste decirle que no. ¡Hablar conmigo y darme una solución para que no pueda divorciarse de mi! —sonrío.
—Lo volveré a repetir, porque parece que no entendiste la parte de que ¡es mi trabajo! Además que el es un Bloss
¿Cómo podría rechazar algo así? —preguntó un poco molesta.
—¡¡Debiste decir que no!! —Su furia explota y mi paciencia se agota. Me levanto y la encaró.
—No me interesa, lo que tu piensas que debí hacer, si no piensas firmar te puedes largar. —Sus ojos se llenan de lágrimas.
—No le pienso dar el divorcio ni hoy, ni nunca. Y esto no te lo perdonaré. —tira los papeles en mi escritorio antes de irse.
Algo me dice que esto me traerá más problemas.
—¿Qué le pasa? —dice Tania al entrar.
—Está loca. —digo sin pensar.
—Eso ya lo sé, ¿pero por qué parece querer matar a alguien? — Me vuelvo a sentar.
—Le entregué los papeles de divircio, y como lo sospeche no lo va a dar por las buenas. —suspiró.
—Oh, eso era de esperarse.
—¿Necesitas algo? —Le pregunto una vez dejo de pensar en Laura.
—No, sólo quería saber como estabas. —sonríe con inocencia.
—¿Qué sucede?
—Nada —entornó los ojos, la conozco hace demasiado tiempo como para saber cuando algo pasa.
—Si no lo dices ya, sabes lo que pasará —Le advierto.
—Bien, —sede —necesito que acompañe al médico. —mi ceño se frunce.
—¿Por qué? ¿Está bien?
—No, bueno si. En realidad no lo se — habla tan rápido que no logró comprender nada.
—Explícate.
—Es que... —su cara de preocupación enciende mis alarmas.
—¡Dilo ya! —le exijo con desespero.
—¡Tengo un retraso! — mi mente queda en blanco por unos minutos.
—¿¡Qué!? — chillo con sorpresa.
—Agende una cita para hoy en unas horas. Helen estoy asustada. —Sus ojos se vuelven cristalinos, enseguida me levanto de mi asiento para abrazarla.
—Pero... ¿No te estabas cuidando? —Le pregunto sin soltarla.
—Si, no se que paso. —empieza a llorar.
—Calma, no saquemos conclusiones aún, esperamos a ver qué nos dice el doctor ¿si? —ella asiente mientras seca sus lágrimas.
°°°
—Todo va a estar bien. —Tomó la mano de mi amiga al ver que tiembla del miedo.
—Todo va a estar bien. —repite intentando convencerse. Mi corazón se acelera en cuanto una enfermera nos dice que podemos entrar.
—Adelante. —nos dicen del otro lado de la puerta. Entramos juntas y no le suelto la mano, su ginecóloga conoce su historial sexual desde que lo empezó, por lo que no perdemos el tiempo en preguntas.
—¿Cuánto exactamente tiene de retraso? —Mi amiga está muy pálida, temo que en cualquier momento pueda desmayarse.
—Tres meses. —la ginecóloga asiente.
—No estoy embarazada ¿cierto? Yo me cuide, usted misma me receta los anticonceptivos.
—Señorita, los anticonceptivos no son 100% efectivos, suele fallar, además si no mal recuerdo su implante ya lleva más de tres años.
—Si, yo reservé una cita para cambiarlo, pero igualmente estuve usando preservativos con mi última pareja sexual. —Confiesa mi amiga y la doctora la mira con preocupación.
—Primero veamos qué dice la prueba, y luego seguiremos con la conversación. —teclea algo en su computador antes de levantarse. —Acompañame. —mi amiga se levanta aún temblorosa por lo que la acompañó hasta la camilla donde se encuentran los aparatos.
—Suba su camisa y desabroche su pantalón por favor. — Tania hace lo que le pide y luego se recuesta en la camilla, la doctora le coloca un líquido transparente y luego coloca algo que no tengo idea de que es, lo empieza a mover de un lado a otro hasta que algo se logra ver en la pantalla —Oh, hay esta. —mi sangre se congela al ver una pequeña mancha en la pantalla, mi amiga empieza a llorar pero no es de felicidad.
—No lo entiendo, debería ser imposible. —dice mi amiga en medio del llanto.
—Las únicas dos posibles son que se haya roto el condon...
—No se rompió. —niega con la cabeza.
»O que él se lo haya quitado sin que te percataras. —Tania se queda en silencio recordando seguramente lo sucedido.
—Necesito ir a casa. —susurra.
—Está bien. — la ayudó a bajarse, en todo el camino se queda en silencio, la conozco y sé que está debatiéndose en qué hacer. Ella no lo quiere eso lo se, pero también sé que no es fácil tomar una decisión así.
—Llegamos. —Ella se baja sin decirme una palabra, me bajó también y la sigo sin decirle nada. Una vez entramos en su apartamento se da la vuelta para abrazarme con fuerza.
—¿Qué voy hacer? —dice ante de llorar de nuevo.
En esta vida muy pocas cosas me hacen sentir mal, para las personas que muy poco me conocen tal vez piensen que solo me importa lo material, el dinero de mi padre. Pero no es así, lo más importante para mi es mi familia y Tania, aunque tenga muchas discusiones y conflictos con mis padres, los amo a pesar de no decirse los jamás. Tania me importa mucho, más de lo que debería y más de lo que quisiera. Es mi amiga, ella se auto proclamó mi amiga creo que antes de su nacimiento, desde que tengo memoria ella siempre ha estado para mi, como yo para ella. Nosotras crecimos en el ojo del huracán, somos hijas de personas muy importantes de una dinastía de hace siglos, nacimos para ser las jodidas reina del mundo, nuestros padres nos prepararon para esto. Para lo que jamás nos prepararon, fue para el amor, la familia o el vivir una vida tranquila. Sabíamos cuál iba a ser nuestro futuro puesto que cada mañana desde los dos años nos lo repetían. Ser las dueñas del mundo siempre lo aceptamos, l
—Tengo que irme. —informó incómoda.—¿A dónde?—Tania pregunta confundida al separarse de Dominik.—Mi madre. — Le digo y ella entiende.—Oh. —su cara se entristece aún más. —Supongo que es para algo importante de la boda. Lamento no poder ir.—No te disculpes. Podré sola, tranquila. —me acerco a ella para darle un beso en su frente. —Estaré aquí en la noche, lo prometo. — Salgo del lugar sin mirar a Dominik. Sin saberlo esa sería la primera vez que no cumpliría con mi palabra. ♠️♠️♠️—¿Qué necesita? —es lo primero que digo una vez entró al lugar donde está mi madre. —Pruebo esto. —me da una cucharada de pastel, no me da tiempo para negarme ya que la mete a mi boca. —¡Qué te pasa! —Chillo una vez trajo el pastel.—¿Te gusta? —evade mis preguntas. —Está bien, no respondas ¡Eric! —grita, unas ganas enormes de mandar todo la mierda cruza mi mente. —Hola cariño. —me saluda Eric. —¿Qué necesita suegra?—pregunta muy servicial. Miró el lugar lleno de flores blancas, pasteles de todos los
—¡¡No es porque no quisiéramos, padre!! ¡¡Tú la preferiste a ella, porque estás con su madre!! ¡¡Eres un maldito imbécil, que no pudo quedarse con su primera esposa. No, tuviste que casarte una y otra vez hasta quedarte con la peor mujer de todas, una maldita bailarina de quita, una pu...!! —¡¡Ni se te ocurra terminar esa frase María!! —todos en la mesa dimos un respingo al escuchar el grito de mi padre, nunca, desde que tengo memoria he visto a mi padre tan molesto, siempre ha sido de los que mantiene la calma hasta el final, hasta en los peores momentos.—¿Por qué? Si tienes razón, no te quedaste con ninguna de nuestras madres a pesar de venir de una buena familia, y no de un prostíbulo. — las palabras de Kol me taladran hasta el fondo, ¿de que estaba hablando? Mire a mi madre quien tenía los ojos cristalinos.—¿De qué habla Kol, madre? —Le pregunté confundida.—¡¡Nos vamos ya!! —volvió a gritar mi padre, haciéndome entender que esta conversación tenemos que platicar en privado, cu
OmniscienteEn un bar de quita, se encontraba Anastasia sirviendo bebidas como era de costumbre. Ella era una chica de bajos recursos que trabajaba diariamente para poder mantenerse. Ella estaba sola en el mundo, no sabía quienes eran sus padres, dado que creció en un orfanato y en cuanto tuvo la mayoría de edad decidió irse de ese infierno, llevaba tres años sola viviendo en un hotel de mala muerte, puesto que era para lo único que le alcanzaba su paga. Ella era una soñadora, para alguien que había vivido todo lo que ella, era alguien muy optimista que deseaba superarse, aunque no tuviese los recursos, deseaba tener todo lo que jamás podría tener alguien en su situación económica. Esa noche sin ella saberlo su vida cambiaría. En el momento que el joven pelinegro y de ojos grises cruzó la puerta, acaparó todas las miradas del bar, dado que nunca un joven tan apuesto había pisado ese lugar, las chicas que trabajaban en el lugar peleaban entre ellas por ver quién sería la que lo llevar
Eric.Tomo dos vasos de vidrio donde coloco unos cuantos hielos y sirvo borbón. Tomó los vasos y le entregó uno al peligro quien está sentado en su escritorio.—¿Y bien? ¿Funcionó? — preguntó una vez tomó asiento frente a él.—Supongo que sí. — Se encoge de hombros con una sonrisa maliciosa.—¿Supones? Lleva más de tres meses desde que te la follas y ¿aún no te ha dicho nada? — Inquiro.—Estoy seguro de que está embarazada, pero tal vez aún no sabe cómo decirlo.—¿Y que te asegura que no va a abortar? — Cuestionó, su ceño se frunce y su semblante se oscurece.—No lo hará, ha sido criada para esto, sus padres son muy cultos como para que ella siquiera piense en esa posibilidad. — Asegura.—No la subestimes, es amiga de Helen, no tiene ni idea de lo que es capaz esa mujer.—Puede ser, pero recuerda que ellas han sido criadas para estar a la sombra de un hombre. Puede que sean astutas pero son mujeres, en cuanto salen embarazadas se les quita cualquier duda y se vuelven sumisas. — Asiento
Helen.Un grito me hace despertar sobresaltada, aun somnolienta me levanto de la silla. Todo lo que percibo es una bofetada en mi mejilla al ver a la persona frente a mi.—¡Cómo te atreves a negarnos el paso para ver a nuestro padre! —Cristal me grita y yo lo único que puedo procesar es que la quiero matar a golpes.Detrás de ella llegan los otros bastardos con expresión furiosa, para su desgracia no hay nadie más furiosa en estos momentos que yo.—¡Dónde está mi padre! —ruge Malcom. Pará empeorar las cosas llegan sus madres.—¡Dónde mierda esta seguridad! —grito viendo el pasillo por donde llegaron.—¡Ni se te ocurra sacarnos de aquí! —la madre de Malcom me acribilla con la mirada.—¡A mi no me dices que hacer! —Estoy hastiada de todos ellos, esta vez no pienso callarme nada, es por su culpa que él está aquí y eso no se los voy a perdonar.—¡A mi no me alces la voz mocosa! —la sangre me hierve de la ira que se atrevan hacerse las víctimas en estos momentos.—¡¡Largo todos!! —rujo, to
Helen.Los recuerdos de mis padres juntos, las navidades, cumpleaños y los viajes me embargan en los dos días que me ahogo en alcohol.No soy capaz de derramar una lágrima, todo lo que siento me quema por dentro pero por fuera no muestro ninguna emoción.Enciendo un cigarro y me voy al balcón de mi habitación, la nicotina merma la ansiedad que me da enfrentarme al mundo, el tener que ver cómo sepultan a Alexis Borisov frente a mis ojos.La noche llega y mi cuerpo me traiciona llegando al límite de su voluntad, él solo beber y beber no le basta para estar en pie pero me niego a estar en mi cinco sentidos.Todo me da vueltas, la lucidez me abandona y tengo que agarrarme de las paredes para ir abrir la puerta ya que le pedí a mis empleados que se largarán.Tardó más de lo debido intentando abrir la puerta ya que la vista se me nubla en el proceso, siento que tardó una eternidad hasta que abro y logró distinguir quien se encuentra del otro lado de la puerta.—Hera. —susurro con la voz ron
Helen.Los hombres frente a mí quedan con la palabra a media ya que Agatha, mi abuela. Aparece a mi lado tomándome del brazo sin nada de delicadeza o disimulo.—¿Qué haces? —musita sólo para que yo la escuche. El gris de sus ojos choca con el mío y en el ambiente se siente nuestra tensión.Agatha Borisov nunca ha sido de mi agrado y tal como con mis hermanos, no me empeño en hacerlo cambiar su opinión respecto a mi y eso es porque no me interesa lo que pienses de mi, las únicas dos personas que verdaderamente me interesa su opinión, son mis padres.—No estoy haciendo nada. —me suelto de su agarre y sus ojos van a los hombres a mis espaldas.—Ni el funeral de tu padre eres capaz de respetar. —Sé lo que quieren decir sus palabras, no le haga caso, me doy la vuelta pero su susurro me detiene. —No quiero estar cerca de ti o tu madre por un buen tiempo, así que pospuse la lectura del testamento por lo menos un mes.Es todo lo que dice antes de irse y aun que quiera protestar no lo hago, me