Capítulo 4

Dominik

—¿Qué m****a es esto Dominik? — grita Laura, en cuanto entra a mi oficina agitando la carpeta en sus manos.

—¿Acaso no sabes leer? Claramente son los papeles de divorcio. — Le explico con calma recostado me de la silla. 

—¡No me puedes hacer esto! —chilla frente a mi. 

—Si puedo, ¿y qué crees? ya lo hice. — Le sonrió con todo el descaro que puedo dar. 

—Pero… ¿por qué? — giro los ojos, aquí vamos de nuevo —Yo te amo, y se que tu a mi también. Cancela esto, y lo arreglamos juntos Dominik. 

—No. —corto elevando un poco la voz. Sus ojos se llenan de lágrimas. 

—¿Por qué te quieres divorciar? Yo lo único que he hecho es amarte y demostrarte que te amo, cariño cancela esto. — masajeo mi cien en cuanto siento el estrés elevarse. 

—No voy a tener esta conversación de nuevo. —me levantó para no tener que lidiar de nuevo con esto. —Nos vemos cuando quieras firmar. —salgo sin esperar respuesta, me voy al estacionamiento donde me adentro en mi auto y pongo el auto en marcha, para estar lo más lejos posible de Laura. Estamos casados hace ya más de tres años, y de novios desde que yo tenía diecisiete años y ella dieciséis. Al principio la amaba, o eso pensaba. Era ese típico amor adolescente de películas, todo era perfecto, nos entendemos a la perfección. 

Hasta que sus celos se volvieron tan insoportables que poco a poco dejó de gustarme, la intente dejar en cuanto cumplimos tres años de novios, pero terminó mal porque había generado dependencia a mi, su psicóloga me advirtió que no la dejara porque sino ella se suicidaría. Esa idea me asustó, no la quería a mi lado pero tampoco para que se matara por mi culpa. 

Con los años me fui acostumbrado a estar con ella sin quererla, porque ella se conforma con tenerme cerca o con saber que es mi “esposa” tome la decisión de dejarla porque para mi no tiene sentido estar más con ella solo por su salud mental. 

Y bueno, también es el hecho de que me volví a enamorar, pero esta vez es mucho más intenso que con lo que tuve una vez con Laura. La pelinegra me hechizo totalmente, aunque sabía que era amiga de Laura no me pude resistir, nunca e tratado con las amigas de Laura puesto que casi nunca vengo a este lugar, siempre estoy en Inglaterra o viajando por negocios, justo ese día decidí ir a relajarme en el club, no espere que Laura estuviera allí y menos ligando con alguien más. Estaba molesto y quería reclamarle por qué me ata a ella, si era obvio que no le importo con lo dice. En cuanto di unos pasos en su dirección, mi mirada quedó en la pelinegra de piel bronceada y ojos grises. 

Debo admitir que en múltiples ocasiones le he sido infiel a mi “esposa” y no me arrepiento, yo no siento nada por ella y está claro que ella tampoco hacía mi, después de todo llevamos muchos años desde que no follamos. 

Lo que he empezado a sentir por Helen y las mentiras de Laura, me llevaron a pedirle el divorcio. A pesar de que ella se casará en unos meses, pienso convencerla de que no lo haga aunque parezca imposible. 

En cuanto llego a mi apartamento bajo del auto y me adentro en mi apartamento, una vez entró voy al baño para darme una ducha. Al salir mi teléfono suena sin parar, tomó la llamada al ver que es mi hermano mayor. 

-Dilan. 

-Hermano. 

-¿A qué debo el honor de tu llamada? 

-Solo quería informante que en unos días te visitó. -frunzo el ceño al no comprender.

-Vendrás a Vancouver ¿por qué? 

-Trabajo. -me cuelga sin darme más explicaciones. 

Helen. 

En mi vida muy pocas veces me he arrepentido de mis actos egoístas, porque si, no es la primera vez que actúo como una m*****a, a pesar de ello en algunas excepciones me he arrepentido y lo he arreglado, lástima que este no sea el caso.

Me quito el vestido y salgo de la tienda más hastiada de lo que estaba. 

—A donde crees que vas, aun no elegimos el vestido y no te has probado ni la mitad de lo que elegí, así que entra ya mismo. —me grita mi madre mientras intento respirar aire fresco. 

—Puedes dejarme cinco minutos. —Le pido lo más calmada que puedo, con ella jamás es bueno hablarle con altanería y más si está como ahora que parece lanzar dagas con la mirada.  

—Sólo cinco minutos. —me deja y al fin siento que puedo respirar. Esta boda me va a enloquecer en definitiva. 

Una llamada ilumina la pantalla de mi teléfono y al ver de quién se trataba contestó sin titubear. 

-¿Por qué no me has llamado? -su voz suena molesta. 

-Estoy muy ocupada últimamente. -le explico pero eso parece no funcionar. 

-Tu siempre estas ocupada, pero aun así saca tiempo para mi. -Sus celos no me pasan desapercibida. 

-No exageres. 

-nos vemos esta tarde. - sentencia antes de colgar. 

Al pasar los cinco minutos regresó a la tienda donde todas estaban enloquecidas viendo los vestidos. 

—Mi vestido de bodas era muy pomposo, con incrustaciones de diamantes, una cola extremadamente larga y llevaban una corona, parecía una princesa. —giro los ojos al escuchar a Laura, que casualmente ahora informa que está casada. 

—¿Estás casada? —Cuestionó mi mejor amiga. 

—¿Si, no se lo había dicho? —inquire. 

—No, de hecho nunca lo había mencionado. —respondió mi amiga.

—Qué extraño, tal vez es que nunca sacamos el tema. —Le resta importancia al asunto y se retira del lado de mi amiga. Me parece muy sospechoso lo que se traen esos dos, ¿cómo es que en tantos años de "amistad” no nos haya contado nada. Aprovecho la oportunidad y tomó del brazo a mi amiga. 

—¿Qué sucede? —pregunta una vez entramos a un vestidor. 

—Tengo algo que contarte. —voy a explotar si no se lo cuento.

—¿Ahora que hiciste Helen? 

—Por qué lo dices como si me la pasara  haciendo estupideces. —Le dijo ofendida, pero ella enarca una ceja. —Está bien, hice algo malo. 

—¿Qué tan malo? —Su mirada pasa de diversión a preocupación en segundos. 

—Es que… —pasó la mano por mi cabello en nerviosismo. —En la fiesta, ¿te acuerdas que yo me ligue a un chico rubio? —preguntó y ella asiente lentamente mientras entorna los ojos —pues, resulta que ese chico es el esposo de Laura. —Le digo lentamente, sus ojos se abren como platos y abre la boca hasta hacer una O. 

—¡Te acostarte con el esposo de Laura! —chilla de la sorpresa, tapó su boca con mi mano para que no nos escuchen. 

—No grites, que nos pueden escuchar. —susurro. Ella quita mi mano de su boca. 

—Pero, no entiendo nada. ¿Ella no estaba  ligando con otro chico esa noche? Y ella los vio salir, acaso ella… 

—No lo sabe, bueno, no hasta donde tengo entendido. —Su rostro se vuelve confusión absoluta. Creo que no lo estoy explicando bien. 

—Escucha, el chico me ha vuelto a ver esta mañana. Yo no tenía ni idea que ellos eran esposos, me enteré esta mañana que fue a “solicitar” mis servicios, porque quiere que yo lleve su caso de divorcio y… 

—Espera, ¿quiere divorciarse de Laura? 

—Si. —Asiento frenéticamente. 

—Supogo que no lo harán ¿verdad? —pregunta con preocupación. 

—He aceptado. 

—¿¡Por qué!? Estás loca, eso te meterá en problemas, sabes que eso es poco ético de tu parte. Podrías arruinar tu imagen por completo ¿sabes cuál será el titular de las revistas si se enteran que te acostarte con un casado? —Suelto el aire con cansancio, masajeo mi cien al sentir el estrés aumentar. 

—Lo sé. 

—Entonces por qué aceptaste. 

—Porque él es un Bloss. —su boca se vuelve a abrir. 

—Bloss, la familia más importante de Inglaterra. 

—Si, ¿sabes cuánto reconocimiento y prestigio ganaría la firma de abogados si trabajo para un Bloss? ¿Sabes cuantas empresas matarían por trabajar para ellos? 

—Lo sé pero… 

—No puedo perder esta oportunidad Tania, con esto tal vez mi padre me ceda la firma en su totalidad y pueda manejarla a mi antojo, y quien sabes tal vez me libre de tener que casarme. —me sigue reprochando por un rato más pero al ver que no pienso cambiar de opinión me deja.

Al salir mi madre sigue eligiendo vestidos, uno en especial llama por completo mi atención.

—Quiero probarme este. —señaló en vestido en forma de sirena. Las mujeres se mueven rápidamente y en menos de nada me ayudan a colocarme el vestido que se ajusta por completo a mi figura y arrastra una cola pequeña.

—Qué les parece. —preguntó a las mujeres que me esperan afuera del vestidor, a pesar de que me va a valer lo que digan.

—Es hermoso. —me miró en el espejo gigante de pies a cabeza, me gusta más que los pomposos.

—Yo quiero uno con más volumen. —murmura mi madre detrás de mí.

— Es mi boda madre. —Le recuerdo viéndola por el espejo. Sus ojos me miran con nostalgia.

—Lo sé. —se calma un poco al ver que no va a lograr cambiar mi elección de vestido. 

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