En esta vida muy pocas cosas me hacen sentir mal, para las personas que muy poco me conocen tal vez piensen que solo me importa lo material, el dinero de mi padre. Pero no es así, lo más importante para mi es mi familia y Tania, aunque tenga muchas discusiones y conflictos con mis padres, los amo a pesar de no decirse los jamás.
Tania me importa mucho, más de lo que debería y más de lo que quisiera. Es mi amiga, ella se auto proclamó mi amiga creo que antes de su nacimiento, desde que tengo memoria ella siempre ha estado para mi, como yo para ella.
Nosotras crecimos en el ojo del huracán, somos hijas de personas muy importantes de una dinastía de hace siglos, nacimos para ser las jodidas reina del mundo, nuestros padres nos prepararon para esto.
Para lo que jamás nos prepararon, fue para el amor, la familia o el vivir una vida tranquila. Sabíamos cuál iba a ser nuestro futuro puesto que cada mañana desde los dos años nos lo repetían. Ser las dueñas del mundo siempre lo aceptamos, lo que nunca nos gustó fue el hecho de que para ser las dueñas tenemos que tener a un hombre que nos respalde, un esposo que esté a la altura de nosotras. Muchos tienen la estúpida fantasía de que una persona con un apellido tan importante como el nuestro, puede enamorarse de un ser cualquiera, de alguien que no vale ni un peso. Esa es la más ridícula fantasía que tienen los pobres.
Para mi el problema no es que tenga un esposo, sino lo que implica ese compromiso. Soy egoísta, y un poco narcisista, que no le importa nadie más que su familia y amiga. Nunca me he planteado la idea de tener una familia, por el simple hecho que no la deseo.
Deseo alguien que me complazca en todos los sentidos, vivir una vida juntos, pero que no quiera hijos al igual que yo. Sin embargo, no puedo estar con cualquier hombre, y pues con una mujer ni en mis sueños, me desheredarian en segundos. Hace tiempo dejé de pensar en ese deseo, puesto que la codicia, el poder y fama, son las peores cosas que puedes obtener y aún más cuando las obtienes juntas.
Hace dos años cuando mi padre decidió darme su imperó, no dude en doblegar mi deseo. Porque para qué quiero un hombre que “ame” si puedo tener el mundo a mis pies.
Y lo que le está pasando a Tania me lo rectifica, encontrar a un buen hombre que llene mis expectativas es casi imposible.
—Me van a matar Helen. —mi amiga chilla en su cama.
—No lo van hacer porque no se van a enterar, te lo juro. —acarició su pelo mientra le habló dulcemente.
—Soy una m*****a. —su llanto se vuelve mucho más fuerte. El corazón se me estruja al verla tan mal.
—Sólo hiciste lo correcto. Tu no lo deseabas, y te están torturando solo porque están pensando lo que te dirían tus padres si se enteran, cosa que no va a pasar. —Le doy sus medicamentos los cuales la hacen dormir en cuestión de minutos. Paso mis manos por mi rostro en frustración, esto va hacer más difícil de lo que pensé.
Ya ha pasado una semana desde que se enteró que estaba embarazada, y tres días desde que decidió no tenerlo. Y no me he despegado de ella desde entonces. Mi teléfono no ha parado de sonar a pesar de que le pedí a mi secretaria que cancelara todo lo pendiente para esta semana.
Aunque eso no quita que mi padre me haya llamado un montón de veces, (las cuales no he contestado) y mi madre que llama a cada nada para los “preparativos de la boda” ha sido una semana muy estresante, tanto para mi como para Tania.
Mi teléfono vuelve a sonar pero esta vez es un número privado, eso me parece extraño puesto que nadie tiene mi número personal, más que familia.
Contestó por la intriga.
—Bueno. —pego el teléfono a mi oreja mientras salgo del dormitorio de Tania.
—Al fin puedo escuchar tu voz. —me quedo quieta a mitad de las escaleras.
—Cómo carajos obtuviste mi número personal, Bloss. —digo irritada. Una risa suave suena al otro lado.
—¿Te molesta que lo tenga?
—¡Por supuesto que sí! —mi voz se eleva un poco sin querer.
—¿Qué sucede? —quedó en blanco por un momento.
—Nada. —Intentó sonar firme.
—¿Dónde estás? —Me desconcierta su tono de voz. ¿Está preocupado?
—¿Por qué?
—Sólo dime dónde estás. —quedó pasmada por el tono tan autoritario con el que me habla.
—E-estoy con una amiga.
—Con Tania ¿cierto?
—Cómo...
—Luego te lo explico ¿estas en su casa?
—Si pero... —alegó mi teléfono al darme cuenta que me colgó ¿¡como se atreve!?
Termino de bajar las escaleras irritada por su osadía, no entiendo qué quiere ese chico. He intentado no pensar mucho en el hecho de que me utilizo, y que ahora me está metiendo en su juego. Mientras más lo pienso más hierve mi sangre, nadie, obviamente nadie, juega con Hele Borisov, creo que es hora de dejarlo en claro, no tiene ni idea de con quién se está metiendo.
Pasa alrededor de media hora, cuando escucho que toca la puerta, la abro y allí veo a Dominik en su habitual traje sin corbata y el cabello rubio desordenado, sus ojos me penetran en cuanto mi mirada llega a sus rostro.
—¿Cómo te dejaron entrar? —preguntó firme, aún cuando su presencia me desestabiliza.
—También me alegra verte. — me hace a un lado para pasar.
—¿Dónde está Tania? —cada que habla me desconcierta cada vez más ¿que tanto se ha metido en mi vida personal?
—Está dormida. —murmuró irritada, tomó su brazo y lo llevó a la cocina donde no nos podía oír Tania. —Creo que al parecer no deje las cosas claras. —me ve con intriga.
—¿De qué hablas?
—Tengo reglas ¿sabes? Así es como mantengo el orden de mis desliz, —Le explicó, su expresión cambia rápidamente de diversión a molestia. —No te creas la gran cosa por el hecho de que me he acostado contigo más de una vez, en poco me voy a casar y...
—Eso lo tengo muy presente. —me corta secamente con la mandíbula apretada.
—... No quiero problemas, ni mucho menos dramas. He dejado que te metas demás en mi vida personal, pero eso ya no lo permitiré más. —Se queda en silencio escuchando atentamente. —No voy a arruinar mi oportunidad por ti, o por nadie.
—¿Qué oportunidad? —pregunta confundido. Suspiro.
—Dominik, lo único que a ti te tiene que interesar respecto a mi, es cuando vamos a dejar de follar. —pienso que va armar un drama o que me va a contradecir pero para mí sorpresa me sonríe.
—Está bien. —Se encoge de hombros restándole importancia. Me quedo muy quieta pensando en ¿por qué no me está contradiciendo?
—Está bien. —repito en un susurro más para mí que para él.
—¡Dominik! —me saca de mis pensamientos la voz de Tania.
—¡Preciosa! —me quedo en mi lugar viendo como Dominik y Tania se abrazan.
—¿Qué haces aquí? No me digas que viniste a ver a Helen ¿cierto? —Me sorprende ver que Tania tiene mejor humor.
—Si, bueno a las dos de hecho. Helen me dijo que no estabas bien, y quise venir. —Responde con una sonrisa encantadora. ¿En qué momento le dije eso?
—Oh. —El buen humor de Tania desaparece, volviendo su rostro triste.
—¿Sucede algo? —pregunta preocupado.
—No, no pasa nada. —Ella intenta darle una sonrisa, pero no lo consigue.
—Está bien, no tiene por qué decirme si no quieres. —Le susurra en voz suave, la pega a ella donde le da un abrazo.
—E-es, no estoy bien. —y ella rompe en llanto mientras se aferra mucho más a él. La frustración vuelve a mi por no poder ayudarla como quisiera.
Mi teléfono suena de nuevo, y un montón de mensajes llegan. Leo rápidamenEn esta vida muy pocas cosas me hacen sentir mal, para las personas que muy poco me conocen tal vez piensen que solo me importa lo material, el dinero de mi padre. Pero no es así, lo más importante para mi es mi familia y Tania, aunque tenga muchas discusiones y conflictos con mis padres, los amo a pesar de no decirse los jamás.
Tania me importa mucho, más de lo que debería y más de lo que quisiera. Es mi amiga, ella se auto proclamó mi amiga creo que antes de su nacimiento, desde que tengo memoria ella siempre ha estado para mi, como yo para ella.
Nosotras crecimos en el ojo del huracán, somos hijas de personas muy importantes de una dinastía de hace siglos, nacimos para ser las jodidas reina del mundo, nuestros padres nos prepararon para esto.
Para lo que jamás nos prepararon, fue para el amor, la familia o el vivir una vida tranquila. Sabíamos cuál iba a ser nuestro futuro puesto que cada mañana desde los dos años nos lo repetían. Ser las dueñas del mundo siempre lo aceptamos, lo que nunca nos gustó fue el hecho de que para ser las dueñas tenemos que tener a un hombre que nos respalde, un esposo que esté a la altura de nosotras. Muchos tienen la estúpida fantasía de que una persona con un apellido tan importante como el nuestro, puede enamorarse de un ser cualquiera, de alguien que no vale ni un peso. Esa es la más ridícula fantasía que tienen los pobres.
Para mi el problema no es que tenga un esposo, sino lo que implica ese compromiso. Soy egoísta, y un poco narcisista, que no le importa nadie más que su familia y amiga. Nunca me he planteado la idea de tener una familia, por el simple hecho que no la deseo.
Deseo alguien que me complazca en todos los sentidos, vivir una vida juntos, pero que no quiera hijos al igual que yo. Sin embargo, no puedo estar con cualquier hombre, y pues con una mujer ni en mis sueños, me desheredarian en segundos. Hace tiempo dejé de pensar en ese deseo, puesto que la codicia, el poder y fama, son las peores cosas que puedes obtener y aún más cuando las obtienes juntas.
Hace dos años cuando mi padre decidió darme su imperó, no dude en doblegar mi deseo. Porque para qué quiero un hombre que “ame” si puedo tener el mundo a mis pies.
Y lo que le está pasando a Tania me lo rectifica, encontrar a un buen hombre que llene mis expectativas es casi imposible.
—Me van a matar Helen. —mi amiga chilla en su cama.
—No lo van hacer porque no se van a enterar, te lo juro. —acarició su pelo mientra le habló dulcemente.
—Soy una m*****a. —su llanto se vuelve mucho más fuerte. El corazón se me estruja al verla tan mal.
—Sólo hiciste lo correcto. Tu no lo deseabas, y te están torturando solo porque están pensando lo que te dirían tus padres si se enteran, cosa que no va a pasar. —Le doy sus medicamentos los cuales la hacen dormir en cuestión de minutos. Paso mis manos por mi rostro en frustración, esto va hacer más difícil de lo que pensé.
Ya ha pasado una semana desde que se enteró que estaba embarazada, y tres días desde que decidió no tenerlo. Y no me he despegado de ella desde entonces. Mi teléfono no ha parado de sonar a pesar de que le pedí a mi secretaria que cancelara todo lo pendiente para esta semana.
Aunque eso no quita que mi padre me haya llamado un montón de veces, (las cuales no he contestado) y mi madre que llama a cada nada para los “preparativos de la boda” ha sido una semana muy estresante, tanto para mi como para Tania.
Mi teléfono vuelve a sonar pero esta vez es un número privado, eso me parece extraño puesto que nadie tiene mi número personal, más que familia.
Contestó por la intriga.
—Bueno. —pego el teléfono a mi oreja mientras salgo del dormitorio de Tania.
—Al fin puedo escuchar tu voz. —me quedo quieta a mitad de las escaleras.
—Cómo carajos obtuviste mi número personal, Bloss. —digo irritada. Una risa suave suena al otro lado.
—¿Te molesta que lo tenga?
—¡Por supuesto que sí! —mi voz se eleva un poco sin querer.
—¿Qué sucede? —quedó en blanco por un momento.
—Nada. —Intentó sonar firme.
—¿Dónde estás? —Me desconcierta su tono de voz. ¿Está preocupado?
—¿Por qué?
—Sólo dime dónde estás. —quedó pasmada por el tono tan autoritario con el que me habla.
—E-estoy con una amiga.
—Con Tania ¿cierto?
—Cómo...
—Luego te lo explico ¿estas en su casa?
—Si pero... —alegó mi teléfono al darme cuenta que me colgó ¿¡como se atreve!?
Termino de bajar las escaleras irritada por su osadía, no entiendo qué quiere ese chico. He intentado no pensar mucho en el hecho de que me utilizo, y que ahora me está metiendo en su juego. Mientras más lo pienso más hierve mi sangre, nadie, obviamente nadie, juega con Hele Borisov, creo que es hora de dejarlo en claro, no tiene ni idea de con quién se está metiendo.
Pasa alrededor de media hora, cuando escucho que toca la puerta, la abro y allí veo a Dominik en su habitual traje sin corbata y el cabello rubio desordenado, sus ojos me penetran en cuanto mi mirada llega a sus rostro.
—¿Cómo te dejaron entrar? —preguntó firme, aún cuando su presencia me desestabiliza.
—También me alegra verte. — me hace a un lado para pasar.
—¿Dónde está Tania? —cada que habla me desconcierta cada vez más ¿que tanto se ha metido en mi vida personal?
—Está dormida. —murmuró irritada, tomó su brazo y lo llevó a la cocina donde no nos podía oír Tania. —Creo que al parecer no deje las cosas claras. —me ve con intriga.
—¿De qué hablas?
—Tengo reglas ¿sabes? Así es como mantengo el orden de mis desliz, —Le explicó, su expresión cambia rápidamente de diversión a molestia. —No te creas la gran cosa por el hecho de que me he acostado contigo más de una vez, en poco me voy a casar y...
—Eso lo tengo muy presente. —me corta secamente con la mandíbula apretada.
—... No quiero problemas, ni mucho menos dramas. He dejado que te metas demás en mi vida personal, pero eso ya no lo permitiré más. —Se queda en silencio escuchando atentamente. —No voy a arruinar mi oportunidad por ti, o por nadie.
—¿Qué oportunidad? —pregunta confundido. Suspiro.
—Dominik, lo único que a ti te tiene que interesar respecto a mi, es cuando vamos a dejar de follar. —pienso que va armar un drama o que me va a contradecir pero para mí sorpresa me sonríe.
—Está bien. —Se encoge de hombros restándole importancia. Me quedo muy quieta pensando en ¿por qué no me está contradiciendo?
—Está bien. —repito en un susurro más para mí que para él.
—¡Dominik! —me saca de mis pensamientos la voz de Tania.
—¡Preciosa! —me quedo en mi lugar viendo como Dominik y Tania se abrazan.
—¿Qué haces aquí? No me digas que viniste a ver a Helen ¿cierto? —Me sorprende ver que Tania tiene mejor humor.
—Si, bueno a las dos de hecho. Helen me dijo que no estabas bien, y quise venir. —Responde con una sonrisa encantadora. ¿En qué momento le dije eso?
—Oh. —El buen humor de Tania desaparece, volviendo su rostro triste.
—¿Sucede algo? —pregunta preocupado.
—No, no pasa nada. —Ella intenta darle una sonrisa, pero no lo consigue.
—Está bien, no tiene por qué decirme si no quieres. —Le susurra en voz suave, la pega a ella donde le da un abrazo.
—E-es, no estoy bien. —y ella rompe en llanto mientras se aferra mucho más a él. La frustración vuelve a mi por no poder ayudarla como quisiera.
Mi teléfono suena de nuevo, y un montón de mensajes llegan. Leo rápidamente el último, el cual me alarma.
Madre.
Ya se donde estas, si no viene en media hora, iré por ti Helen.te el último, el cual me alarma.
Madre.
Ya se donde estas, si no viene en media hora, iré por ti Helen.
—Tengo que irme. —informó incómoda.—¿A dónde?—Tania pregunta confundida al separarse de Dominik.—Mi madre. — Le digo y ella entiende.—Oh. —su cara se entristece aún más. —Supongo que es para algo importante de la boda. Lamento no poder ir.—No te disculpes. Podré sola, tranquila. —me acerco a ella para darle un beso en su frente. —Estaré aquí en la noche, lo prometo. — Salgo del lugar sin mirar a Dominik. Sin saberlo esa sería la primera vez que no cumpliría con mi palabra. ♠️♠️♠️—¿Qué necesita? —es lo primero que digo una vez entró al lugar donde está mi madre. —Pruebo esto. —me da una cucharada de pastel, no me da tiempo para negarme ya que la mete a mi boca. —¡Qué te pasa! —Chillo una vez trajo el pastel.—¿Te gusta? —evade mis preguntas. —Está bien, no respondas ¡Eric! —grita, unas ganas enormes de mandar todo la mierda cruza mi mente. —Hola cariño. —me saluda Eric. —¿Qué necesita suegra?—pregunta muy servicial. Miró el lugar lleno de flores blancas, pasteles de todos los
—¡¡No es porque no quisiéramos, padre!! ¡¡Tú la preferiste a ella, porque estás con su madre!! ¡¡Eres un maldito imbécil, que no pudo quedarse con su primera esposa. No, tuviste que casarte una y otra vez hasta quedarte con la peor mujer de todas, una maldita bailarina de quita, una pu...!! —¡¡Ni se te ocurra terminar esa frase María!! —todos en la mesa dimos un respingo al escuchar el grito de mi padre, nunca, desde que tengo memoria he visto a mi padre tan molesto, siempre ha sido de los que mantiene la calma hasta el final, hasta en los peores momentos.—¿Por qué? Si tienes razón, no te quedaste con ninguna de nuestras madres a pesar de venir de una buena familia, y no de un prostíbulo. — las palabras de Kol me taladran hasta el fondo, ¿de que estaba hablando? Mire a mi madre quien tenía los ojos cristalinos.—¿De qué habla Kol, madre? —Le pregunté confundida.—¡¡Nos vamos ya!! —volvió a gritar mi padre, haciéndome entender que esta conversación tenemos que platicar en privado, cu
OmniscienteEn un bar de quita, se encontraba Anastasia sirviendo bebidas como era de costumbre. Ella era una chica de bajos recursos que trabajaba diariamente para poder mantenerse. Ella estaba sola en el mundo, no sabía quienes eran sus padres, dado que creció en un orfanato y en cuanto tuvo la mayoría de edad decidió irse de ese infierno, llevaba tres años sola viviendo en un hotel de mala muerte, puesto que era para lo único que le alcanzaba su paga. Ella era una soñadora, para alguien que había vivido todo lo que ella, era alguien muy optimista que deseaba superarse, aunque no tuviese los recursos, deseaba tener todo lo que jamás podría tener alguien en su situación económica. Esa noche sin ella saberlo su vida cambiaría. En el momento que el joven pelinegro y de ojos grises cruzó la puerta, acaparó todas las miradas del bar, dado que nunca un joven tan apuesto había pisado ese lugar, las chicas que trabajaban en el lugar peleaban entre ellas por ver quién sería la que lo llevar
Eric.Tomo dos vasos de vidrio donde coloco unos cuantos hielos y sirvo borbón. Tomó los vasos y le entregó uno al peligro quien está sentado en su escritorio.—¿Y bien? ¿Funcionó? — preguntó una vez tomó asiento frente a él.—Supongo que sí. — Se encoge de hombros con una sonrisa maliciosa.—¿Supones? Lleva más de tres meses desde que te la follas y ¿aún no te ha dicho nada? — Inquiro.—Estoy seguro de que está embarazada, pero tal vez aún no sabe cómo decirlo.—¿Y que te asegura que no va a abortar? — Cuestionó, su ceño se frunce y su semblante se oscurece.—No lo hará, ha sido criada para esto, sus padres son muy cultos como para que ella siquiera piense en esa posibilidad. — Asegura.—No la subestimes, es amiga de Helen, no tiene ni idea de lo que es capaz esa mujer.—Puede ser, pero recuerda que ellas han sido criadas para estar a la sombra de un hombre. Puede que sean astutas pero son mujeres, en cuanto salen embarazadas se les quita cualquier duda y se vuelven sumisas. — Asiento
Helen.Un grito me hace despertar sobresaltada, aun somnolienta me levanto de la silla. Todo lo que percibo es una bofetada en mi mejilla al ver a la persona frente a mi.—¡Cómo te atreves a negarnos el paso para ver a nuestro padre! —Cristal me grita y yo lo único que puedo procesar es que la quiero matar a golpes.Detrás de ella llegan los otros bastardos con expresión furiosa, para su desgracia no hay nadie más furiosa en estos momentos que yo.—¡Dónde está mi padre! —ruge Malcom. Pará empeorar las cosas llegan sus madres.—¡Dónde mierda esta seguridad! —grito viendo el pasillo por donde llegaron.—¡Ni se te ocurra sacarnos de aquí! —la madre de Malcom me acribilla con la mirada.—¡A mi no me dices que hacer! —Estoy hastiada de todos ellos, esta vez no pienso callarme nada, es por su culpa que él está aquí y eso no se los voy a perdonar.—¡A mi no me alces la voz mocosa! —la sangre me hierve de la ira que se atrevan hacerse las víctimas en estos momentos.—¡¡Largo todos!! —rujo, to
Helen.Los recuerdos de mis padres juntos, las navidades, cumpleaños y los viajes me embargan en los dos días que me ahogo en alcohol.No soy capaz de derramar una lágrima, todo lo que siento me quema por dentro pero por fuera no muestro ninguna emoción.Enciendo un cigarro y me voy al balcón de mi habitación, la nicotina merma la ansiedad que me da enfrentarme al mundo, el tener que ver cómo sepultan a Alexis Borisov frente a mis ojos.La noche llega y mi cuerpo me traiciona llegando al límite de su voluntad, él solo beber y beber no le basta para estar en pie pero me niego a estar en mi cinco sentidos.Todo me da vueltas, la lucidez me abandona y tengo que agarrarme de las paredes para ir abrir la puerta ya que le pedí a mis empleados que se largarán.Tardó más de lo debido intentando abrir la puerta ya que la vista se me nubla en el proceso, siento que tardó una eternidad hasta que abro y logró distinguir quien se encuentra del otro lado de la puerta.—Hera. —susurro con la voz ron
Helen.Los hombres frente a mí quedan con la palabra a media ya que Agatha, mi abuela. Aparece a mi lado tomándome del brazo sin nada de delicadeza o disimulo.—¿Qué haces? —musita sólo para que yo la escuche. El gris de sus ojos choca con el mío y en el ambiente se siente nuestra tensión.Agatha Borisov nunca ha sido de mi agrado y tal como con mis hermanos, no me empeño en hacerlo cambiar su opinión respecto a mi y eso es porque no me interesa lo que pienses de mi, las únicas dos personas que verdaderamente me interesa su opinión, son mis padres.—No estoy haciendo nada. —me suelto de su agarre y sus ojos van a los hombres a mis espaldas.—Ni el funeral de tu padre eres capaz de respetar. —Sé lo que quieren decir sus palabras, no le haga caso, me doy la vuelta pero su susurro me detiene. —No quiero estar cerca de ti o tu madre por un buen tiempo, así que pospuse la lectura del testamento por lo menos un mes.Es todo lo que dice antes de irse y aun que quiera protestar no lo hago, me
Helen.—¡Pero qué te pasa Helen! —los gritos de Tania me tienen sin cuidado, camino rápido a mi auto los escoltas están en varios puntos cuidando la zona por lo que avanzó tranquila por el lugar desolado.—¡¡Helen!!«Van a malgastar mi maldito nombre si lo siguen diciendo» No le prestó atención a los llamados de uno de los bastardos que dicen ser mis hermanos. En cuanto abro la puerta de mi auto esta es azotado con furia. —¡¡Qué demonios está pasando!! —la cara de Tania queda a centímetros de la mía. —Nada. —Intentó abrir de nuevo la puerta pero ella la vuelve azotar. —Déjame ir Tania que con la última persona que quiero discutir es contigo. —No hasta que me digas de qué mierda hablas. —Su rostro está ardiendo en rabia que va directo a mi. ¿Por qué carajos está molesta conmigo? La indignación se instala en mi cuerpo. —Creo que no eres sorda, así que dudo mucho que no hayas entendido lo que quise decir. —A unos metros se escuchan las pisadas de los hermanos. —¡Están mintiendo!