Ximena pasó la tarde descansando en casa y llegó puntualmente al lugar acordado. Apenas se sentó, Álvaro la saludó con entusiasmo: —Te pedí tu jugo de naranja favorito.—Gracias.Respondió Ximena con una sonrisa. Después de tomar un sorbo, preguntó directamente: —Álvaro, ¿qué es lo que querías pedirme por teléfono?Ximena era muy consciente de su situación. Ahora que estaba en bancarrota, no había mucho que ella pudiera hacer para ayudar a alguien como Álvaro, un heredero de una familia adinerada.Álvaro sacó su tarjeta de presentación dorada y deslizándola hacia Ximena. —Recientemente abrí una compañía de producción cinematográfica y me gustaría que escribieras un guion.Después de graduarse de la universidad, Álvaro había querido emprender. Tras investigar el mercado, descubrió que casi todas las industrias en la Ciudad de México estaban dominadas por el Grupo García. Solo en el ámbito del entretenimiento y la industria cinematográfica, el mercado estaba menos saturado. Parece que so
—Buenas noches, señor García —saludó Álvaro con cortesía—. Me llamo Álvaro Mendoza, soy amigo de Ximena, es un honor conocerle.—¿Amigo? —Ricardo asintió ligeramente y miró a Ximena—. Parece que tienes un círculo de amigos bastante amplio.Los labios de Ximena se apretaron con fuerza, ante la evidente acusación en las palabras de Ricardo. Lo conocía demasiado bien; y, aunque no sentía nada por ella, no toleraba que ningún otro hombre estuviera cerca.Sin embargo, como no había nada entre ella y Álvaro, explicarlo solo haría que pareciera más sospechoso, así que decidió no decir nada. Álvaro, notando la tensión entre los dos, optó por guardar silencio, consciente de la delicada dinámica entre Ximena y Ricardo.Justo en ese momento, la acompañante de Ricardo, intervino con una sonrisa: —Ya que todos nos conocemos, ¿por qué no nos sentamos juntos?Ximena quiso rechazar la invitación, pero Ricardo se le adelantó: —Sí, siéntense.Ximena se tragó su negativa y miró a Álvaro con una expresi
La Ciudad de México es una ciudad que nunca duerme. Las luces brillan, iluminando cada rincón. La persiana subió, dejando todo al descubierto. Si alguien estuviera parado junto al auto, tendría una vista clara del interior.Los ojos de Ximena estaban rojos, temblando de humillación. —¿Ricardo García, realmente tienes que hacer esto?¿Tenía que aprovecharse de su amor para torturarla así?—¿Me estás cuestionando?Ricardo bajó la mirada, con una sonrisa dijo: —Si vas a actuar de sumisa, hazlo bien. Un momento, bajas la cabeza, y al siguiente, estás enfadada. ¿Crees que soy ciego?Ximena se quedó helada, el dolor llenando su pecho. Resulta que cualquier pensamiento, cualquier movimiento, este hombre lo veía todo.Ricardo continuó: —No me importa lo que pienses. Porque, al fin y al cabo, cualquier cosa que planees, no escapará de mis controles.Con esas palabras, la mano del hombre acarició suavemente la mejilla de la chica, dejando un dolor casi imperceptible.Le advirtió: —Cuida lo que h
Después de unos días de descanso en casa, Ximena regresó puntualmente a su trabajo.Diego Cruz había mantenido en secreto su renuncia, y Ricardo no se preocupaba por esos pequeños detalles, por lo que los empleados no tenían idea de lo sucedido. Incluso, Diego había solicitado un permiso prolongado para ella y había asumido su carga laboral durante su ausencia.Por lo que, cuando Ximena entró al despacho, vestida de manera impecable con su traje de oficina y gafas de montura plateada, Diego sintió un profundo alivio, consciente de que sus días difíciles finalmente habían terminado y que ahora era el momento de recoger los frutos de su arduo trabajo.—Diego, yo...—No digas nada, lo entiendo todo —le interrumpió Diego con dramatismo, llorando como la protagonista de una telenovela—. Lo importante es que has regresado, eso es lo único que cuenta.Ximena se rio.—Ha sido difícil para ti todo este tiempo, pero debes informar a Recursos Humanos de mi regreso para que hagan el proceso formal
En la oficina, los dos seguían hablando.Juan dijo: —Además, primo, ya hablé con Estela Castro. Dijo que cuando Susana entre en el mundo del entretenimiento, la cuidará bien.—Bien—, respondió Ricardo con frialdad, pero esas palabras hicieron que Ximena sintiera un escalofrío.Resulta que el secreto que Estela mencionó aquella noche era simplemente la petición de Ricardo para que cuidara de Susana. En el mundo del espectáculo actual, sin importar si actúas mal o tienes un físico poco agraciado, mientras entres con apoyo financiero, siempre tendrás la oportunidad de sobresalir.Ricardo no carecía de dinero. Sin embargo, no se limitó a gastar dinero de manera superficial. En su apretada agenda, encontró tiempo para hablar con Estela, bajándose de su pedestal para pedirle que guiara a Susana cuidadosamente. ¿Quién no lo admiraría por su dedicación?Dentro de la oficina, la conversación continuaba.Juan, respetuoso, sugirió: —Primo, la verdad, por mucho que ayudes a Susana, no sería mejor
Ricardo miró a Ximena, quien parecía estar sumida en sus pensamientos:—¿No te dije que descansaras un par de días más? ¿Por qué has venido hoy a trabajar?Ximena dudó un momento y respondió: —En casa estaba demasiado aburrida, así que decidí venir.—Hmm, deja que Diego se encargue del trabajo más pesado. Luego le daré un bono como agradecimiento.Mientras hablaba, Ricardo sacó una tarjeta negra y se la entregó a Ximena.—Tengo algo que necesito que hagas ahora mismo.—¿Qué es?—Es hora de arreglar mi guardarropa. Ve al centro comercial y cómprame algunas prendas nuevas. De paso, compra algo para ti también.Ricardo recordaba que en la universidad, Susana solía meter a escondidas regalos en su mochila, incluidas prendas nuevas. Esas eran las ropas más cómodas que había usado en esos duros tiempos de escasez. Desde entonces, desarrolló una preferencia por ese estilo y tejido.Más tarde, cuando alcanzó el éxito, nunca abandonó esa costumbre. Sin embargo, incluso lo que Susana le regalaba
Los mayores siempre han dicho esto:Los niños menores de tres años pueden ver lo que otros no pueden. Por ejemplo, pueden adivinar el sexo del bebé en el vientre de una embarazada. Según los testimonios transmitidos de boca en boca, la precisión es bastante alta.Aunque Ximena no cree en estas cosas, se siente emocionada. Se acaricia el vientre y no puede evitar preguntar: —Cariño, ¿de verdad viste a una chiquita?El Santi asiente con su dulce voz infantil: —Sí, es una hermanita muy bonita, y me dijo que le gustas mucho.Los ojos de Ximena se llenaron de lágrimas. Siempre había planeado no tener hijos, pero ahora el niño decía que le gustaba. Su hija, una pequeña y adorable criatura, tan inocente y desdichada.Sofía, viendo la expresión de Ximena, sin saber si quería llorar o reír, no tenía claro cuál era su actitud. Al no estar segura, solo pudo decir:—Es solo la imaginación de un niño, no te lo tomes en serio.—No, no es eso—. Ximena sacudió la cabeza. El secreto que había guardado
Ximena mostró una leve incomodidad por sentirse humillada, pero rápidamente lo ocultó.—No te estoy pidiendo como tu amante, sino como tu asistente especial.Ximena había trabajado diligentemente junto a Ricardo García durante tres años. Puede que no hubiera logrado grandes éxitos, pero su dedicación había sido innegable. Y en cuanto a su capacidad, no había nada que reprocharle, algo que Ricardo sabía muy bien.Sobre todo, en los días en que Ximena dejó el trabajo, Diego no pudo manejar todo solo, lo que casi causó que el trabajo del propio Ricardo se detuviera. Desde ese punto de vista, prestar dinero a Ximena no era una idea descabellada.Ricardo sonrió fríamente y empujó su rodilla entre las piernas de ella. —Te los puedo prestar, pero dependerá de cómo te comportes ahora.Ximena apretó los labios. Pensando en su plan de huir, se sentó derecha y lo besó voluntariamente. Los labios de Ximena eran suaves y dulces. La respiración de Ricardo se hizo pesada, mientras la tomaba de la cin