—El ginecólogo puede recibirla está misma mañana si así lo desea, tiene una cita disponible a las 9:30 si le interesa — Lágrimas de rabia se veían acumuladas. —Está bien, agende mi cita — Una nueva prueba de embarazo negativa yacía en el cesto de basura.—Listo señorita Jhonson, a las 9:30 la recibirá el doctor Hasan — Sin despedirse o agradecer, Elara cortaba aquella llamada. Se mordía las uñas demasiado nerviosa; por más intentos que se estaban haciendo, no lograba embarazarse. Los días seguían pasando uno tras otro, y las manecillas del reloj no se detendrían a esperar a que un milagro ocurriera. Elianna podría quedarse embarazada en cualquier instante, y entonces, nuevamente le estaría llevando la delantera. No podía permitir que ese par de infelices tuvieran un hijo. No podía permitir que se quedarán con ese dinero que podría significar la diferencia entre la quiebra y la salvación. Leyendo los muchos mensajes de los socios e inversionistas de Jhonson Corporation, frunció
—Por favor, no se mueva — Los médicos ordenaban a Elena quien se mantuvo imperturbable dentro de aquella enorme máquina que le daría las respuestas a sus recientes y dolorosas cefaleas. Elianna observaba atenta desde un piso superior. Nunca podría perdonarle a Elena todo el daño que le había hecho, pero no tenía el corazón para dejarla sola en un momento tan difícil. Mirando su celular, se sintió irritada al ver que no había respuesta alguna de Elara; ella debía de estar allí para su madre, pero simplemente parecía como si se la hubiera tragado la tierra. Saliendo un momento de la sala, marco de nuevo el celular de su hermana sin nuevamente obtener una respuesta. En el departamento de Cedric, Elara miró iluminarse la pantalla de su celular con una nueva llamada de esa maldita. “Tienes que estar aquí, Elara, Elena te necesita” Aquel corto mensaje de voz logró irritarla demasiado. No tenía tiempo ni intención alguna de preocuparse por su madre, mucho menos ahora que estaba atraves
En un elegante restaurante, Héctor Gonzáles buscaba sus anteojos. Parecía haberlos perdido. Y en Afrodita, Elianna platicaba junto a sus curiosas compañeras.—Pensamos que ya no volverías después de como te trato esa horrible mujer, ¡Que bueno que estás devuelta! — Elianna sonreía a sus empleadas, o, mejor dicho, a sus compañeras de trabajo. Lo hecho por Elara aquella tarde en su tienda, había escalado a mayores y aún cuando ningún noticiero en la ciudad había reportado su nefasta actitud contra una “simple” empleada, había reventado las redes sociales e incluso se habían armado protestas en contra de Jhonson Corporation por el terrible comportamiento de su hermana. —Estoy bien, no sé preocupen, solo estuve un poco enferma — respondió a las preocupadas jóvenes. Aún no podía revelar su verdadera identidad al público; aún estaba esperando a que Elena y Elara actuarán, y debía observar con atención cuales serian sus siguientes pasos. —Supimos que esa mujer es en realidad tu herman
—¿Este es el hospital San Jorge? — Elena tuvo que contener y reprimir en lo hondo de su alma aquel gritó que amenazaba con escapar de su garganta. Aquel hombre frente a ella la miró con curiosidad, tal y como si fuera su medio hermano que había escapado del infierno solo para atormentarla. —E-Eliam… — musitó apenas sin voz. Héctor sonrió. —Oh no señora, creo que me está confundiendo, mi nombre es Héctor Gonzáles. Lamento haberla importunado — dijo el hombre apresurando su paso hacia dentro del hospital sin esperar a recibir respuesta. Elena se tocó el pecho. Su corazón latía demasiado fuerte, tanto así que parecía que le iba a estallar dentro del pecho. Hiperventilando, se recargó en uno de los muros del edificio y trató de calmarse. Aquel hombre era idéntico a Eliam, pero era imposible que su maldito medio hermano siguiera con vida. Mordiéndose las uñas, recordó el momento en que lo vió dentro de esa caja antes de ser enterrado. Ella misma había cerrado su ataúd. Que Eliam es
—Es posible que Cedric o yo tengamos problemas de fertilidad y por ello no puedo quedarme embarazada, papá, necesito tu ayuda, voy a fingir un embarazo, y para que esto sea creíble, voy a necesitar un bebé recién nacido dentro de unos meses, uno que sea hijo de padres rubios — Maximiliano podía ver la angustia reflejarse en los ojos oscuros de Elara. Estaba realmente desesperada; dispuesta a hacer lo que sea con tal de obtener justo lo que quería. Sonriendo, asintió. —De acuerdo, conseguiré un bebé para ti, y está misma tarde tendrás una prueba de embarazo falsa, lo que harás ahora, es llamar a tu inútil marido y decirle que irás al doctor porque estás un poco enferma, deja esto en mis manos princesa, te conseguiré un bebé, ya lo verás — —¡Gracias papito! — Elara abrazo de emoción a su papá. Ya no tenía que presionarse por quedar embarazada y solo había que fingir hasta que el tiempo de espera se cumpliera. Esa misma tarde anunciaría su embarazo, y con ello, aseguraría ese dine
Hace años…—Padre, ¡No puedes solo dejarme a la deriva y hacer como si no existiera! ¡Yo también soy tu hija y tengo tanto derecho como lo tiene Eliam de llevar la compañía! — Eliezer se tocaba el puente de la nariz con sus dedos. —La compañía será dirigida por Eliam y nadie más, eso no está a discusión Elena, tu ahora mismo debes de concentrarte en tu hija que está atravesando un momento difícil ahora que tú esposo te ha abandonado. No tienes tiempo de nada más que de centrarte en esa niña que te está necesitando —Elena ponía un rostro desencajado y lleno de indignación. —¿Esto es porque soy mujer? ¿De verdad eres tan machista para pensar que no soy capaz de dirigir un gran negocio solo por no tener algo que me cuelgue entre las piernas? — cuestionó. —¡Silencio Elena! ¡No voy a tolerar que me hables con tal falta de respeto!, Eliam será quien dirigirá la compañía porque es mi hijo mayor y ha pasado toda su vida preparándose para esto, tu recibirás tu gran herencia y podrás a
—Por favor, espere fuera — Héctor asintió mientras veía como Elianna Jhonson era llevada en camilla hacia la sala de urgencias. Sentándose, sintió su corazón latir demasiado rápido. Estaba asustado, quizás, como nunca antes lo había estado en la poca vida que recordaba. Tenía muy poco tiempo de conocer a esa muchacha; la vio por primera vez en el avión cuando hizo solo una escala en New York para regresar a México, y se sintió realmente atraído a esa jovencita. Por supuesto, no en un sentido de atracción romántica o demás…era algo mucho más complejo que eso. Sus manos temblaban de miedo, y el sudor frío de su frente le hablaba de un verdadero estado de shock. Verla desmayarse frente a sus ojos lo había aterrorizado más que cualquier otra cosa, y no entendía porque. Elianna era una mujer muy joven…tanto que podría ser su hija. —¡Señor Gonzáles! — La voz de Caleb Auritz lo sobresalto sacándolo de sus pensamientos. —Señor Auritz, siéntese aquí, la han pasado a urgencias para revi
—¡¿Seremos padres?! — exclamaron ambos bastante sorprendidos.Tocándose el vientre, Elianna sonrió cálidamente…un hijo de ella y de Caleb, estaba creciendo dentro de su vientre. Sobrecogido de la emoción que sentía en ese momento, Caleb se levantó abruptamente de su asiento. Llevándose la mano a la boca, sintió que el aliento le estaba haciendo falta y su rostro enrojeció severamente. Elianna lo miró preocupada. —Cariño, ¿Estás bien? — cuestionó angustiada. Caleb comenzó a reír nervioso. —¿Qué si estoy bien? Preguntas, ¿Qué si estoy bien? — dijo en tono demasiado serio. Elianna sintió que su corazón se le apachurraba en el pecho. ¿Era algo malo que ella estuviese embarazada? Sus ojos se llenaron de lágrimas. —¡ESTE ES EL MEJOR DÍA DE MI VIDA! — gritó Caleb sobrecogido de la emoción, al tiempo en que tomaba a su amada esposa entre sus brazos y la cargaba para llenarla de besos. — Me has hecho el hombre más feliz, mi adorada Elianna —Elianna soltó en llanto y se abrazó a su am