—Es posible que Cedric o yo tengamos problemas de fertilidad y por ello no puedo quedarme embarazada, papá, necesito tu ayuda, voy a fingir un embarazo, y para que esto sea creíble, voy a necesitar un bebé recién nacido dentro de unos meses, uno que sea hijo de padres rubios — Maximiliano podía ver la angustia reflejarse en los ojos oscuros de Elara. Estaba realmente desesperada; dispuesta a hacer lo que sea con tal de obtener justo lo que quería. Sonriendo, asintió. —De acuerdo, conseguiré un bebé para ti, y está misma tarde tendrás una prueba de embarazo falsa, lo que harás ahora, es llamar a tu inútil marido y decirle que irás al doctor porque estás un poco enferma, deja esto en mis manos princesa, te conseguiré un bebé, ya lo verás — —¡Gracias papito! — Elara abrazo de emoción a su papá. Ya no tenía que presionarse por quedar embarazada y solo había que fingir hasta que el tiempo de espera se cumpliera. Esa misma tarde anunciaría su embarazo, y con ello, aseguraría ese dine
Hace años…—Padre, ¡No puedes solo dejarme a la deriva y hacer como si no existiera! ¡Yo también soy tu hija y tengo tanto derecho como lo tiene Eliam de llevar la compañía! — Eliezer se tocaba el puente de la nariz con sus dedos. —La compañía será dirigida por Eliam y nadie más, eso no está a discusión Elena, tu ahora mismo debes de concentrarte en tu hija que está atravesando un momento difícil ahora que tú esposo te ha abandonado. No tienes tiempo de nada más que de centrarte en esa niña que te está necesitando —Elena ponía un rostro desencajado y lleno de indignación. —¿Esto es porque soy mujer? ¿De verdad eres tan machista para pensar que no soy capaz de dirigir un gran negocio solo por no tener algo que me cuelgue entre las piernas? — cuestionó. —¡Silencio Elena! ¡No voy a tolerar que me hables con tal falta de respeto!, Eliam será quien dirigirá la compañía porque es mi hijo mayor y ha pasado toda su vida preparándose para esto, tu recibirás tu gran herencia y podrás a
—Por favor, espere fuera — Héctor asintió mientras veía como Elianna Jhonson era llevada en camilla hacia la sala de urgencias. Sentándose, sintió su corazón latir demasiado rápido. Estaba asustado, quizás, como nunca antes lo había estado en la poca vida que recordaba. Tenía muy poco tiempo de conocer a esa muchacha; la vio por primera vez en el avión cuando hizo solo una escala en New York para regresar a México, y se sintió realmente atraído a esa jovencita. Por supuesto, no en un sentido de atracción romántica o demás…era algo mucho más complejo que eso. Sus manos temblaban de miedo, y el sudor frío de su frente le hablaba de un verdadero estado de shock. Verla desmayarse frente a sus ojos lo había aterrorizado más que cualquier otra cosa, y no entendía porque. Elianna era una mujer muy joven…tanto que podría ser su hija. —¡Señor Gonzáles! — La voz de Caleb Auritz lo sobresalto sacándolo de sus pensamientos. —Señor Auritz, siéntese aquí, la han pasado a urgencias para revi
—¡¿Seremos padres?! — exclamaron ambos bastante sorprendidos.Tocándose el vientre, Elianna sonrió cálidamente…un hijo de ella y de Caleb, estaba creciendo dentro de su vientre. Sobrecogido de la emoción que sentía en ese momento, Caleb se levantó abruptamente de su asiento. Llevándose la mano a la boca, sintió que el aliento le estaba haciendo falta y su rostro enrojeció severamente. Elianna lo miró preocupada. —Cariño, ¿Estás bien? — cuestionó angustiada. Caleb comenzó a reír nervioso. —¿Qué si estoy bien? Preguntas, ¿Qué si estoy bien? — dijo en tono demasiado serio. Elianna sintió que su corazón se le apachurraba en el pecho. ¿Era algo malo que ella estuviese embarazada? Sus ojos se llenaron de lágrimas. —¡ESTE ES EL MEJOR DÍA DE MI VIDA! — gritó Caleb sobrecogido de la emoción, al tiempo en que tomaba a su amada esposa entre sus brazos y la cargaba para llenarla de besos. — Me has hecho el hombre más feliz, mi adorada Elianna —Elianna soltó en llanto y se abrazó a su am
“Eliam, nuestra hija será preciosa, aunque no haya crecido en mi vientre” El aroma del café esa mañana, se sintió nostálgico. La mantequilla sobre el pan, era, sin embargo, la misma de siempre. Diez minutos eran los que se tomaba para desayunar, luego, iría al baño, tomaría una ducha fría y se afeitaría la poca barba que hubiese crecido, en cinco minutos estaría vestido y en dos más se acomodaría perfectamente la corbata frente al espejo. Pero esa mañana, se había tomado más de diez minutos para beber aquel café, se había tomado otros diez extra para disfrutar de una ducha caliente, y había dejado la casi inexistente barba en su sitio. No usaría corbata, quizás, le apetecía un look más relajado a su porte rígido de siempre, y mirándose a los ojos en el espejo, se sintió diferente. Hacia más de 25 años, según lo que sabía de si mismo, que había aparecido en algún hospital en México con severas heridas, y conoció a su querida Athziri, quien tenía un corazón tan noble y un carácter dul
Soledad. Aquel era un sentimiento terrible que dejaba sin esperanza alguna a quien lo padece. Era igual que estar cayendo en un abismo sin fondo completamente a oscuras, y sin tener algo o alguien en quien sostenerse. Elena se había encerrado en sus aposentos, y no había salido de allí en toda la tarde. Miraba las fotografías de Elara cuando era pequeña y siempre corría de un lado a otro con su vestido de princesa y su corona de juguete. Le había dado tanto, se lo había dado todo, y ella…la había dejado completamente sola. Tocándose las sienes, sentía que la venas de su cabeza palpitaban, sus ojos estaban rojos de tanto llorar en silencio, y parecía que aquella enfermedad iba a terminar con ella en ese instante. ¿Por qué su propia hija la había dejado de lado en su peor momento cuando ella siempre había estado a su lado? Todo lo que había hecho, había sido por ambas, para que las dos pudieran disfrutar de una vida lujosa y feliz juntas, pero Elara simplemente la dejó de lado como s
—¿Quién es usted? — cuestionó Caleb que no conocía para nada a ese hombre. —Oh, lo lamento mucho señor Auritz, mi nombre es Joel Caballero, fui el abogado en quien el honorable Eliezer Jhonson más confío…soy la persona que tiene en su poder el testamento secreto del señor Jhonson, y mi vida corre peligro — Caleb Auritz frunció el entrecejo, reconoció a aquel hombre junto al señor Eliécer en sus últimos años antes de perder la vida. Aquel no era el mismo abogado que dio lectura al primer testamento; según lo que recordaba de lo dicho por Elianna. Extendiendo su mano, señaló una silla acojinada en dónde sin decir palabra alguna, ofreció sentarse al hombre. Regresando detrás de su escritorio, el rubio miró atento al hombre ojeroso que parecía demasiado cansado. —¿Dice que su vida está en peligro? — cuestionó esperando la reacción del misterioso y supuesto abogado. Los ojos del desconocido se abrieron asustados, y el sudor rápidamente perlo su frente. Asintiendo, un leve estremecim
—Perdió algo de sangre, pero se encuentra estable, ella y su hijo están a salvó, la bala solo atravesó y salió por arriba del hombro izquierdo, sufrió una fractura, pero nada que ponga en riesgo su vida — Caleb sentía que el alma le regresaba al cuerpo después de haber sido informado de lo ocurrido. Dejándose caer sobre el asiento en la sala de espera, poso su mano sobre el hombro de Héctor que durante todo ese había permanecido en silencio. —Ella se recuperará, gracias por traerla a tiempo, Héctor — El hombre de cabellos canos y castaños, entrecerró los ojos. Aquel nombre…no le pertenecía. —Esa bala no iba dirigida hacia ella, estoy seguro de eso. Señor Auritz, ¿Podría decirme todo lo que sabe de los Jhonson? — pidió con seriedad. Caleb asintió. El también estaba seguro de que ese disparo no iba dirigido a su esposa. Era de Héctor Gonzáles de quién querían deshacerse. La charla con el abogado Caballero, todo lo que ese hombre le había dicho… necesitaba hablar con Héctor, pero