parte 2 (capítulo 32)

ALEX VOELKLEIN.

Me observa como si intentara descifrar si lo que acabo de decirle es una broma. Estoy a la espera de que mastique la información y la procese lentamente.

Suspiro; no quería que se enterara, no ahora, pero tengo mis límites con las personas que disfrazan su mala energía.

—Tom no tiene novias—se excusa, ahora pasándose protector solar por los brazos—. Y menos lo serias tú, seria rarísimo que anduviera con su ¿hermana? ¿hermanastra? Dios, no.

—Y no creo que seas tan cruel de ser su novia sabiendo lo enamorada que estoy de él —dice para rematar su discurso de hacerme sentir culpable una vez más. Aunque a estas alturas no sé si es culpa.

—No estás enamorada de él, Amelia —escruto—. Buscas otra cosa.

—¿Y tú no? —termina de pasarse el protector solar sobre el cuerpo y se recuesta en la silla con vista a la piscina—. Bueno, creo que ya tienes asegurada parte de la fortuna al ser hija de ellos. Dios, cómo te envidio. Por supuesto que es de forma sana, cariño.

—No busco nada.

—¿
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