—¿Te encuentras bien?
Ellie se giró lentamente, con el corazón aún latiendo con fuerza. Frente a ella estaba el hombre de la oficina a la que había entrado por error.
Ahora, a la luz del pasillo, podía verlo con más detalle. Era alto, de hombros anchos y cabello oscuro que caía despreocupadamente sobre su frente. Su mandíbula, marcada y fuerte, parecía esculpida con precisión, y sus labios, tenían un atractivo natural que no podía pasar desapercibido. Sin embargo, lo que realmente atrapaba su atención eran sus ojos: oscuros, profundos y con una intensidad que parecía desarmarla sin el mínimo esfuerzo.
—No es mi intensión incomodarte, pero vi lo que pasó hace un momento —dijo con una calma que contrastaba con el caos que Ellie sentía por dentro; su voz grave llenó el espacio entre ellos. Dio un paso hacia delante, manteniendo una distancia prudente, pero lo suficientemente cerca como para que el aire se sintiera más denso—. ¿Estás bien?
Ellie tragó saliva, intentando encontrar su voz. ¿Qué clase de persona podía desarmarte con una simple pregunta?
—Yo… sí, estoy bien —respondió rápidamente, aunque no sonaba convincente ni para ella misma.
El hombre arqueó una ceja, como si evaluara la veracidad de su respuesta, pero no insistió.
—Soy Adán, compañero de Rolan — Ellie parpadeó, sorprendida por la presentación. Había esperado, más bien, que le reprochara su presencia en la empresa y no que la recibiera con amabilidad—. Sé que nada justifica la manera en la que se comportó, pero si de algo sirve, ha estado bajo mucha presión últimamente. Es difícil avanzar con tanta competencia interna.
—Así parece ser —murmuró, desviando la mirada hacia la caja que sostenía, sintiéndose ,de repente, expuesta bajo su escrutinio.
Por un instante, Ellie sintió que él veía más allá de su exterior, como si pudiera descifrar todo lo que ella trataba de ocultar y sus ojos atravesaran todas las barreras que ella levantaba, haciéndola sentir vulnerable.
Adán la observó en silencio por un momento, como si estuviera considerando qué decir.
—De todos modos, no deberías cargar con eso sola. A veces, la gente no sabe apreciar lo que tiene frente a ellos hasta que es demasiado tarde.
Algo en su tono le resultaba reconfortante y a la vez perturbador. Como si esa frase llevara un peso que él mismo conocía demasiado bien.
Ella levantó la mirada, encontrándose con la suya; Adam emanaba una intensidad que le hacía olvidar por un segundo todo lo demás.
—Gracias —susurró finalmente, aunque no entendía en qué momento la conversación se había tornado así de personal, cuando recién lo conocía.
Él asintió y dejó que un atisbo de sonrisa se dibujara en sus labios, una que parecía más un gesto de cortesía que de diversión. Luego señaló la caja que ella seguía sosteniendo con fuerza.
—¿Eso es comida? — preguntó con un tono casual, rompiendo un poco la tensión que se había acumulado en el aire
Ellie, tomada por sorpresa, bajó la mirada hacia la caja como si la estuviera viendo por primera vez.
—Sí… era para Rolan, pero al parecer no la va a comer.
Adán se cruzó de brazos; el movimiento hizo que la tela de su traje se ajustara perfectamente a su físico. Su expresión se volvió pensativa por un instante, antes de regresar a ella con esa mirada que no dejaba de intimidarla ni un poco.
—Es una lástima. Porque siendo honesto… —se inclinó ligeramente hacia ella, bajando la voz como si compartiera un secreto—. Huele como algo que no querría perderme.
Ellie dejó escapar una pequeña risa nerviosa, y en un impulso extendió la caja hacia él.
—Si quieres, es tuya
Adán fingió estar sorprendido por el gesto, pero no lo demostró más que con un ligero movimiento en sus cejas. Tomó la caja con cuidado y sus dedos rozaron los de ella, por un instante, que a Ellie le pareció más largo de lo que realmente fue.
—Gracias. Es bueno comer algo diferente a lo que brinda la máquina expendedora —comentó, y su tono serio adquirió una calidez inesperada.
Ellie no pudo evitar sonrojarse un poco, aunque aún sentía el peso de lo ocurrido con Rolan, doliéndole en el centro de su pecho.
El recuerdo de su esposo, la hizo guardar silencio y responder con un leve movimiento de cabeza.
Adán la observó un momento más, como si buscara algo en su mirada. Luego, asintió, con esa misma expresión enigmática que lo hacía parecer inalcanzable y reconfortante al mismo tiempo.
—Si necesitas algo, sabes dónde encontrarme
Se dio la vuelta y avanzó con una seguridad que parecía formar parte de su naturaleza.
Ellie lo siguió con la mirada, incapaz de apartar los ojos de su figura, mientras se alejaba. Por un instante, todo lo que había pasado con Rolan se había desvanecido, sustituido por la imagen de aquel hombre que, sin saberlo, había logrado calmarla con solo unas pocas palabras.
Cuando finalmente salió del edificio, todavía podía sentir el leve rastro de su perfume en el aire y la forma en que sus ojos habían logrado atravesar sus escudos.
No podía explicarlo, pero algo en Adán la había dejado inquieta, y no de una forma desagradable. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que ya no era invisible. Y aunque no lo admitiera, una parte de ella deseaba volver a cruzarse con él...
Espero leer sus comentarios!!
La noche había caído hacía ya unas horas, y la casa estaba en completo silencio salvo por los débiles murmullos del televisor en la sala. Ellie se sentó en el sofá, con las manos cruzadas sobre el regazo y la mirada perdida en la puerta. Desde que regresó, había tenido un nudo en el estómago. Rolan entró dando un portazo, con el rostro oscuro y los hombros tensos. Llevaba el saco del traje colgado sobre un brazo y su corbata deshecha, como si el día hubiera sido un campo de batalla. Ellie lo observó en silencio mientras él tiraba el saco en el perchero con un movimiento brusco.—¿Por qué fuiste a mi oficina? —dijo con voz baja, pero con una amenaza latente que hizo que el aire entre ellos se volviera denso.Ellie no se atrevió a mirarlo de inmediato. Sintió que su cuerpo se tensaba, que sus piernas no le respondían.—Rolan… solo quería hablar contigo — dijo, intentando calmarse, pero sus palabras salieron temblorosas—. Tú no respondes mis mensajes, y pensé que…—¡No quiero excusas to
Sus manos se movían con un ansia arrolladora, que convertía cada roce en un éxtasis imposible de ignorar. Ellie intentaba resistirse, pero su cuerpo cedía a cada caricia, cada gesto que él le dedicaba. Era una batalla perdida, aunque ella no lo aceptara.—Para, por favor para — suplicó Ellie con voz entrecortada, aunque sus palabras no reflejaban lo que realmente deseaba.Él no obedeció. Sus manos, cada vez más sedientas, se deslizaron por la parte baja de su espalda, arrancándole un temblor que traicionó sus peticiones.—No quieres que pare, y lo sabes — murmuró, con una voz ronca que ardía de deseo.—Y, sin embargo, es lo correctoÉl rió con amargura; una carcajada breve y seca, como si la idea de "lo correcto" le resultara absurda.—Lo correcto — repitió, con sarcasmo—. ¿Desde cuándo nos importa eso?En un movimiento brusco, la giró hasta que sus miradas se encontraron. Sus ojos, oscuros y encendidos, se clavaron en los de Ellie como si intentara arrancarle las respuestas directame
La lluvia golpeaba contra las ventanas, llenando con un murmullo constante, el silencio que habitaba en la casa.Ellie terminaba de secar los platos en la cocina, mientras que en el salón, su pequeño de dos años, Run, jugaba con sus bloques de colores.Pensando que un gesto especial, quizás ayudaría a romper la barrera que se había levantado entre ella y Rolan, Ellie, se había pasado todo el día preparando la cena de la noche.Sobre la mesa había dispuesto un hermoso mantel, unas velas que había encontrado guardadas y un ramo de flores, que ella misma recogió en el jardín esa mañana.Se veía simple, pero bonito, y esperaba que él lo notara.—¡Mami, mira! —gritó el niño, alzando su creación con orgullo.Ellie asomó la cabeza en el umbral que dividía las habitaciones, y sonrió. Sin embargo, su mente estaba en otra parte.—Es hermosa, amor. Sigue así, seguro será la más alta del mundoRun asintió con entusiasmo y volvió a jugar, completamente ajeno a las emociones de su madre. Ella lo ob
La alarma sonó a las 9:30 de la mañana, despertando a Ellie con una sensación de pesadez en el cuerpo. Abrió los ojos lentamente, observando la cama vacía a su lado ¿Dónde estaba Rolan?Estaba acostumbrada a las salidas laborales de su esposo, pero esto ya había sido demasiado hasta para él.Se estiró hacia el teléfono en la mesita de noche y revisó los mensajes. Nada. ¿Acaso estaba demasiado ocupado para avisarle que se encontraba bien?Marcó su número, pero la llamada fue directamente al buzón de voz. ¡Otra vez! murmuró para sí misma, sintiendo que una advertencia se encendía en el centro de su pecho.Tal vez era cierto que estaba trabajando para obtener un ascenso. Sin embargo, sus actitudes la hacían sospechar y sentirse ansiosa al respecto.Run dormía plácidamente en su cuna, ajeno a todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Ellie lo miró, intentando no dejarse consumir por las preocupaciones, saboreando la ternura que emanaba de su ser; había prometido que le daría el hogar