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7. La chica de la silla de ruedas

Elías Ferrer

Después del mensaje de Abril, aunque lo intenté no pude concentrarme, no se que me estaba pasando, era algo que me mantenía inquieto en todo momento. Ella me tenía así. Entre a la plataforma de ajedrez en línea, no estaba conectada, no respondía llamadas ni mensajes. No podía con la idea de que todo terminara aquí.

Me llevé las manos al rostro. Por mi mente apareció un pensamiento que quise omitir, miré el computador, no… Elías… no está bien lo que estás pensando. Me regañe, tan fácil que era para mí hackear su red y saber dónde estaba, yo no era una persona mala o mal intencionada, solo quería comprender por qué ese mensaje, por qué me decía que era ella la razón de que ya no quisiera tener contacto conmigo. Pero no podía quedarme sin una respuesta.

La ansiedad me estaba consumiendo, llamé a uno de mis primos para quedar a almorzar, con el que mejor me llevaba, tal vez él podría darme un consejo sobre qué hacer en mi situación, él era mucho más experimentado en eso.

Llegué al restaurante donde quedamos en vernos, era médico al igual que Sophie y mi tío Elian, aunque ahora no trabajaba , estaba estudiando su especialidad en cirugía. Cómo era de esperarse llegué antes que él, Francisco era un hombre impuntual. Mire de nuevo mi móvil, conteste algunos correos importantes del laboratorio mientras lo esperaba, diez minutos después, sentí su mano caer en mi espalda.

—¿Llevas mucho esperando primo? —pregunto, me puse de pie enseguida, una sonrisa enorme se dibujó en su rostro y los dos nos abrazamos.

—Eres un impuntual —le digo al momento que nos sentamos para ordenar.

Ríe burlándose.

—Tu eres demasiado puntual, me da curiosidad saber por qué me has llamado para vernos, siempre soy yo el que te ruego —suelta con sorna.

Una mesera se acerca, tiene un rostro lindo es muy joven, estudiante tal vez, miro a Francisco y veo que no le despega los ojos de encima, la chica se presenta y nos deja la carta para que ordenemos, hace unos gestos graciosos y le dirige una mirada coqueta a Francisco. Al instante nota mi mirada.

—¿Qué? —pregunta como si lo estuviera acusando.

Río.

—No pierdes la oportunidad para cazar mujeres…

—Soy hombre —responde tomando la carta, simulando que lee para después mirarme —es nuestro instinto —agudiza su mirada —no me digas que tú nunca has sentido esa emoción cuando ves una mujer bella, con curvas bien dotada.

El hombre frente a mí, sonríe, lo detallo con la mirada, su cabello es castaño y corto, enmarcando su rostro de manera elegante y pulcra. Sus ojos son de un color oscuro profundo como los de mi tío Elian pero su sonrisa es igual a la de mi tía Catrina, Francisco es el gemelo más rebelde, recuerdo que hubo un tiempo en el que mis tíos creían que era un caso perdido pues no quería estudiar decía que sería fotógrafo. Pero finalmente, sé que lo hizo por la familia.

Junto las yemas de mis manos recargando mi espalda en el asiento. Mientras pienso en como le contaré lo que me sucede, la mesera regresa, me sorprende que está vez sonríe sin despegar la vista de Francisco, él le pasa un papel con algo escrito a lo que yo ruedo los ojos, este hombre nunca va a cambiar, la chica mira el papel y lo guarda en uno de los bolsillos de su delantal, le guiña un ojo a mi primo, toma nuestra orden y se va.

—Le escribí para que me llame el fin de semana, espero sea divertida, pero, tú por qué tienes esa cara, pareciera que estás de luto…

Suspiro.

—Necesito un consejo.

Francisco alza la ceja sorprendida —¿De mí?

—Conocí una chica —suelto de repente, una sonrisa picaresca ilumina el rostro de mi primo.

—¿La amiga de Sophie?

Niego, imaginé a mi prima contando todo a la familia.

—No, no es ella.

—¿Entonces quién?

Lo miro con duda, si lo llame fue para que me ayude a aclarar mi mente, él sabe de mujeres las cosas que yo no entiendo, pero tampoco quiero que vaya con el chisme a mis padres como lo hace mi prima.

—Promete que no le dirás a nadie.

Francisco simula sellar sus labios con un candado imaginario —por supuesto que no le diré a nadie, no soy Sophie.

Exhalo.

—Te contaré como la conoci…

Le platico cada detalle, el día que conocí Abril, como platicar con ella se fue volviendo parte de mi rutina, lo que paso ese día cuando ella corto la comunicación conmigo, además me sincero confesándose que he estado a punto de hackear su red e ir a buscarla.

—¿Es en serio Elías? Quieres hackear su red.

Miro hacia la mesa con vergüenza, sé que no es algo ético y me puedo meter en muchos problemas por ello pero necesito conocerla, deseo verla aunque sea una sola vez.

Suspiro.

—Es que no sé qué me pasa…

Francisco me mira divertido, no sé que está tramando —entonces ve a buscarla, para eso me llamaste, ¿O no?

Abro los ojos, tengo que admitir que tiene razón, él es un rebelde y yo siempre he hecho lo correcto, jamás he roto las reglas, pero ahora daría lo que fuera por poder conocer a Abril de cerca.

—No tengo otra manera de saber de ella más que hackeandola... Y eso me puede traer muchos problemas, pensará que la estoy acosando y lo que menos quiero es asustarla.

—Mmm… por qué no usas tu magia con las computadoras para saber quién es, como se llama, etc… ya vez si te conviene si no, la olvidas.

—No quiero romper esa magia de verla frente a frente por primera vez —le explico reparando mi vista en mi whisky. Estoy tan ansioso que he tenido que recurrir a beber un trago para relajarme y eso no me hace sentir muy orgulloso.

—¿Entonces que quieres hacer?

Chasqueo la lengua.

—Estaba pensando solo ver su ubicación, aparecerme ahí y hablar con ella, decirle que podemos ser amigos, conocernos, no me importara su apariencia o sus defectos.

Francisco alza una ceja cuando terminó mi frase.

—Seguro no te importa su apariencia, por qué si antes no quiso encender su cámara y ahora no te contesta, algo oculta, tal vez no está muy bien agraciada que digamos, ¿Y si no es lo que tú imaginaste?

Muerdo mi labio inferior, existe la posibilidad de que al ver a Abby logre desenamorarme sería lo mejor que me podría pasar por qué así continuaría con mi vida, por ello es que necesito conocerla en persona, si es que hay una conexión entre los dos, presiento que será mi perdición.

—Por eso necesito verla

Francisco se pone de pie.

—Yo voy contigo, si puedes hackearla desde aquí, verdad.

Abro los ojos a unos enormes.

—¿Ahora? Debo regresar al laboratorio, no puedo ahora.

—Elias, eres el jefe, solo di que tuviste un inconveniente, nadie te cuestionara.

Niego.

—No puedo hacerle eso a mi trabajo, nunca miento.

—Es eso o tienes miedo.

Lo pienso una vez, dos veces.

—Esta bien, veamos dónde está.

Dejamos la cuenta pagada, Francisco me acompaña al auto, en menos de cinco minutos se dónde está, mi corazón late con fuerza y mi cuerpo vibra de emoción.

—Parece que está en una florería, no muy lejos de aquí, unos quince minutos conduciendo.

—Yo conduzco mientras revisas si se mueve.

—Lo que estamos haciendo no es legal —le recuerdo sintiendo como la adrenalina se apodera de mi cuerpo.

Francisco pone una mano en mi hombro y se acerca como si me fuera a decir un secreto.

—Recuerda que si te llevan preso, yo te sacaré, tenemos el suficiente dinero para pagar la multa que sea, tío Danilo tiene poder, además no tienes que hacer mucho, solo vas te acercas la miras, si te gusta la saludas, si no te regresas y nos vamos.

Respiro profundo.

—Está bien, hagámoslo…

Francisco sonríe mientras echa a andar mi auto.

—¿Recuerdas el único año de colegio que compartimos? Siempre te rogué que hicieras conmigo una travesura y ahora estamos a punto de hacer una, esto será muy divertido Elías, tú relájate, lo mejor es ver quién es Abril, así una de dos te desilusionas o te enamoras más.

Miro por la ventana, imaginándome si ella en realidad será como la imagino, dijo que tenía veintidós años, cabello castaño y era delgada. Si me mintiera sobre su edad o físico, lo que me molestaría seria la mentira, creo que soy lo suficientemente maduro e inteligente para saber apreciar el carácter de una persona, fue lo que me atrajo de Abby, su personalidad.

Francisco aparca frente a la florería, trato de mirar por la ventana, nos quedamos cinco minutos observando desde hace rato que ella se encuentra ahí.

—Tal vez trabaja ahí —digo sin dejar de mirar en esa dirección.

—Puede ser, hay muchos estudiantes que trabajan medio tiempo por las tardes, entra ahí y compra una flor, lo que sea, así la vez, es obvio que está ahí.

Respiro profundo, mis manos sudan frío y me siento nervioso, ya llegué hasta aquí. No puedo acobardarme.

Miro a mi primo hace un movimiento con sus manos como si me estuviera corriendo del auto. Abro la puerta y bajo. Las puertas de cristal se abren y entro, el aroma a flores aparece por todo el ambiente, miro hacia todos lados, pero no veo a nadie, todo es silencio, me acerco a la mesa de la caja registradora, hay un timbre.

Pero en eso escucho un ruido a mi espalda.

Mis ojos se abren de par en par, al ver a una chica castaña, en silla de ruedas. Ambos nos miramos.

Nancy Rdz

Hols chicas lindas, espero esta nueva historia les este gustando, es una historia muy linda, tierna y con escenas spicy <3 Saludos.

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