Su luna lo encuentra atractivo, definitivamente. El tacto de sus manos la había excitado. Incluso ahora, el aroma de la necesidad de su mujer permanecía en su hocico. Olía incluso más divino que cualquier aroma que haya olido antes.

Dios santo, que se convierta en un animal no significa que lo sea. Nunca antes había sentido una necesidad tan poderosa de sacar su pene y hacérselo en medio de la sala. Luego de eso, definitivamente no podría pasar por la sala sin recordar esa armoniosa unión.

La marca en su cuello palpitaba, exigiendo que se apareara con la científica para poder procrear y tener descendientes. Gruñó levemente, intentando ignorar esa quemazón. Eso no va a suceder en esta vida. Él ya no quiere tener descendencia porque aún queda abierta la herida de no haber podido salvar a su niñita, traer más descendencia solo hará que ellos sean infelices por la inutilidad del alfa. Y también está el hecho de que su mate, su luna no tiene la capacidad de procrear por esa enfermedad rar