Esa noche regresé a casa después de una cena donde los cuatro brindamos por el embarazo de Mica. Claro que ella solo bebió agua. David y Nicholas, tal como nos habíamos imaginado, se volvieron locos de alegría con la noticia. En segundos, empezaron a planear y organizar los próximos dieciocho años de su futuro sobrino. Por primera vez en días, las carcajadas de Mica eran sinceras.Por mi parte aunque sonriera por fuera para aparentar felicidad, mi corazón estaba roto por dentro y mi cuerpo tan entumecido que todo a mí alrededor me resbalaba.Con el paso de las horas, logré temporalmente apartar el dolor de la traición de Khalam. Las palabras de su madre eran como dagas imborrables. La herida seguía fresca y cada recuerdo era como sal que me hacía retorcerme de dolor.Había llamado un sinfín de veces. Sus mensajes eran igual de abundantes. Ni me molesté en leerlos porque ya sabía que todo lo que venía de él era mentira.Su última llamada fue hace dos días. Me llamó temprano, como siemp
Vestido de etiqueta, me encontraba junto a An en un rincón de la galería. Durante las aperturas, solíamos mezclarnos entre los asistentes, escuchando sus comentarios sobre las pinturas y lo que les transmitían. Con el tiempo, aprendimos que cada persona interpretaba las acuarelas de manera única, según su conocimiento en arte o las emociones que les despertaban.La exposición había abierto sus puertas solo dos horas antes y ya era un éxito. Las celebridades querían conocer al pintor anónimo, la crítica elogiaba las técnicas utilizadas y las pinturas se vendían muy rápido. An era un artista verdaderamente talentoso.Me detuve frente a "Soul", la última obra del pasillo y no pude dejar de observarla. Creo ser la única persona que sabía y entendía por qué era monocromática, triste, vacía. Coincidía casualmente con el momento de ruptura con Mica. La figura de aquel hombre perdido en la nada, no solo transmitía soledad, también sufrimiento, desgarro y, tanto dolor que me sentí identificado.
Nací en una familia adinerada. Los sirvientes, choferes, custodios y cocineras siempre estaban presentes en mi vida diaria, encargándose de todos los aspectos de mi existencia. A pesar de la multitud que me rodeaba, la sensación de soledad era abrumadora debido a la falta de amor de mis padres.A veces mientras cenábamos los observaba conversar y parecían ser socios comerciales más que un matrimonio. Intentaba contarles lo que había hecho en la escuela, les regalaba dibujos que hacía en los talleres de arte, pero ellos solo sonreían y seguían como si nada.Cuando cumplí ocho años de edad, mi madre me sorprendió con la noticia de que tendría un hermanito. En ese preciso momento, una alegría inigualable se apoderó de mí y sin pensarlo dos veces, me lancé a abrazarla con fuerza. A partir de entonces, hice el firme compromiso de ser el mejor hermano mayor que pudiera existir. Me responsabilizaría de su bienestar, le relataría incontables cuentos y le enseñaría todos los secretos del arte
Al día siguiente nos sorprendieron con la noticia de que iríamos a un lugar distinto. Por sugerencia de un amigo de mi padre, nos encaminamos hacia una playa remota y paradisíaca, apartada de todas las miradas curiosas. Para mi madre, era el tipo de entorno que siempre había anhelado, pues le proporcionaba la intimidad que tanto ansiaba y necesitaba. Tanto Gin como yo nos sentíamos emocionados ante la perspectiva y nos apresuramos en hacer los preparativos necesarios antes de partir hacia nuestro nuevo destino.El único inconveniente era que ese día había amanecido con un intenso dolor en la parte baja del abdomen. "Quizás me había excedido con la cantidad de comida el día anterior", reflexionaba con pesar. Sin intención de arruinar la excursión, opté por mantenerme en silencio y no mencionar nada, pues estaba familiarizado con el carácter de mi madre y sabía que si siquiera insinuaba mi malestar, ella decidiría mantenerme encerrado en mi habitación durante el resto de la jornada. Est
Tengo muy escasos recuerdos de los días y meses que transcurrieron después de ese instante. Recuerdo apenas estar en el sepelio de Gin, aunque mis padres me retiraron a raíz de un "incidente" que experimenté. Esa era la palabra que empleaban para describir mis momentos de falta de control frente a desconocidos. Siempre comenzaban hablando de Gin, luego venían otros recuerdos. De repente me hallaba en el suelo, sin poder respirar, con el corazón latiendo rápidamente y una opresión en el pecho que resultaba imposible de explicar.Con el tiempo, los "incidentes" se volvieron más frecuentes. Mis padres, desesperados por mi situación, buscaron ayuda médica una y otra vez. Algunos especialistas pensaban que era estrés postraumático, otros mencionaban la posibilidad de depresión, e incluso uno sugirió que simplemente era un intento de llamar la atención.El último médico diagnosticó que representaba un riesgo para mí y mi entorno, al mostrar supuestas inclinaciones suicidas. Recomendó un tra
Dos semanas más tarde, mi madre me comunicó que íbamos a cambiar de médico. La madre de Khalam le había mencionado sobre un doctor muy renombrado que podría tratarlo e intentar sanarlo. Así fue como conocí al doctor Helf y mi vida experimentó un nuevo giro.Me ayudó a comprender que se trataba de un ataque de pánico, qué lo provocaba, y cómo debía actuar en esa situación. Cambió mi medicación y con el tiempo, junto a la presencia de Khalam, pude empezar a retomar gradualmente mis actividades.Toda esta experiencia fue crucial para mi recuperación y el inicio de una nueva etapa en mi vida. Cada paso que daba con el doctor y Khalam a mi lado me acercaba más a sentirme en paz y en control de mis emociones.Un día de repente pasó algo inesperado: Khal me entregó un pincel y me dijo con intensidad: ¡Crea algo asombroso con él! ¡Lo que sea! Al cerrar mis ojos, reviví la encantadora sonrisa de Gin durante su primer juego de fútbol. Me puse a pintar con fervor inquebrantable, sin pausa, hasta
El primer encuentro se vio ligeramente empañado por las groserías que Khal le dirigió a Misha, la amable doctora que me había atendido. No logré comprender el motivo de su comportamiento tan desagradable hasta mucho tiempo después. Todo lo que sé es que mi mirada no podía apartarse de su acompañante y, sin poder resistirme, me acerqué con la intención de brindarles ayuda. Misha, al notar mi interés por su amiga, me la presentó: "Mica", un nombre que resonaría en numerosas noches.Entre malos entendidos y una actitud deplorable de mi amigo, ese precioso momento se desvaneció completamente. Las enojadas mujeres partieron sin brindarme la oportunidad de conocerlas un poco más. En mi mente solo persistía el recuerdo imborrable de aquella mujer que sacudió mi mundo, la Dra. Micaela Kross.Fue necesario que transcurriera un año para volver a encontrarme con ella. En Malasia, a una distancia inmensa de donde nos cruzamos por primera vez, nos topamos de nuevo. Me comprometí a no permitir que
La noche que Misha nos reveló lo que había sucedido años atrás con Tim, exploté completamente de furia. Mi corazón se llenó de angustia al darme cuenta de lo cerca que estuve de perderla, y un dolor intenso se apoderó de mi pecho. Al volver a su departamento, nos enfrascamos en una discusión intensa y desgarradora; mis palabras cargadas de enojo mencionaban su falta de confianza, de fe en mí y en nuestra relación. Mientras yo la atacaba verbalmente, ella permanecía en silencio, sin intentar defenderse.El temor de perderla tras escuchar todo lo que había ocurrido me llevó a proponerle la idea de escaparnos juntos de vacaciones, pero ella se negó rotundamente. Le rogué que se tomara un tiempo para reflexionar hasta que pudiéramos resolver este problema juntos, pero ella simplemente permaneció sin decir una palabra. Ante su silencio, me retiré sintiéndome derrotado y con el corazón destrozado.No nos volvimos a encontrar hasta el día en que fue atacada. Estábamos discutiendo por teléfon