El primer encuentro se vio ligeramente empañado por las groserías que Khal le dirigió a Misha, la amable doctora que me había atendido. No logré comprender el motivo de su comportamiento tan desagradable hasta mucho tiempo después. Todo lo que sé es que mi mirada no podía apartarse de su acompañante y, sin poder resistirme, me acerqué con la intención de brindarles ayuda. Misha, al notar mi interés por su amiga, me la presentó: "Mica", un nombre que resonaría en numerosas noches.Entre malos entendidos y una actitud deplorable de mi amigo, ese precioso momento se desvaneció completamente. Las enojadas mujeres partieron sin brindarme la oportunidad de conocerlas un poco más. En mi mente solo persistía el recuerdo imborrable de aquella mujer que sacudió mi mundo, la Dra. Micaela Kross.Fue necesario que transcurriera un año para volver a encontrarme con ella. En Malasia, a una distancia inmensa de donde nos cruzamos por primera vez, nos topamos de nuevo. Me comprometí a no permitir que
La noche que Misha nos reveló lo que había sucedido años atrás con Tim, exploté completamente de furia. Mi corazón se llenó de angustia al darme cuenta de lo cerca que estuve de perderla, y un dolor intenso se apoderó de mi pecho. Al volver a su departamento, nos enfrascamos en una discusión intensa y desgarradora; mis palabras cargadas de enojo mencionaban su falta de confianza, de fe en mí y en nuestra relación. Mientras yo la atacaba verbalmente, ella permanecía en silencio, sin intentar defenderse.El temor de perderla tras escuchar todo lo que había ocurrido me llevó a proponerle la idea de escaparnos juntos de vacaciones, pero ella se negó rotundamente. Le rogué que se tomara un tiempo para reflexionar hasta que pudiéramos resolver este problema juntos, pero ella simplemente permaneció sin decir una palabra. Ante su silencio, me retiré sintiéndome derrotado y con el corazón destrozado.No nos volvimos a encontrar hasta el día en que fue atacada. Estábamos discutiendo por teléfon
-Misha, por favor, déjame tener la oportunidad de explicarte lo que está sucediendo - le ruego mientras la sigo por la entrada principal del laboratorio.Había estado esperando afuera de su edificio durante un buen rato, pero en cuanto me vio parado en la acera, la muy terca rápidamente tomó un taxi. No dudé en correr tras el vehículo y ahora nos encontramos aquí, en la puerta de ingreso a su trabajo, conmigo interponiéndome para que no pueda entrar.Cualquier observador pensaría sin duda que estoy actuando de manera sospechosa y acosadora. Quizás, en cierta medida, tengan razón. Sin embargo, espero que comprendan que las apariencias pueden ser engañosas, y tengo mucho que explicarle para que entienda la verdadera razón detrás de todo esto.- Mira, Khalam- responde, girándose lentamente y frunciendo el ceño mientras el viento agita su cabello- nosotros dos hemos compartido momentos maravillosos, nos hemos reído juntos, pero llegó el momento de ponerle fin a esta etapa. Para mí es impo
- Entonces, dime, ¿Annon fue a verte y...?- pregunté con impaciencia, mientras dejaba mi bolso con un suspiro sobre el sofá y ella se acomodaba para contarme.Había regresado hacía apenas unos minutos del laboratorio, donde las secuelas del incendio parecían estar siendo remediadas lentamente. Las aseguradoras habían comenzado a realizar los pagos correspondientes, lo que nos permitiría recuperar la normalidad en nuestras labores pronto.Mientras tanto, Khalam continuaba llamando insistentemente, pero yo ya había tomado una determinación. No quería tener más nada que ver con él. Sus palabras de amor, pronunciadas ahora, solo conseguían llenar mi corazón de ira y resentimiento. Si tan solo hubiese expresado ese supuesto amor antes de su viaje a París, quizás las cosas serían diferentes ahora. Sin embargo, no podía pasar por alto sus mentiras y medias verdades, ni perdonar su engaño.La sensación de traición y decepción me inundaba por completo, convirtiendo la idea de reavivar cualquie
-No, no, esto no puede estar pasando- las palabras resonaban en el aire cargadas de desesperación y angustia, mientras David, con gesto desencajado, arremetía contra el escritorio, lanzando al suelo objetos que parecían estallar en mil pedazos junto con sus emociones desbordadas. Un grito de incredulidad escapaba de sus labios, como un lamento agudo que buscaba liberar la rabia y la impotencia que lo consumían por dentro.-Calma David, en este momento no podemos perder la cabeza- Nicholas, con semblante atónito y ojos que reflejaban el mismo terror que anidaba en mi propio ser, intentaba mantener la calma en medio de aquella vorágine de desesperación. Sus palabras resonaban en la habitación, tratando de infundir un poco de serenidad en aquel caos emocional que amenazaba con devorarnos a todos.Había transcurrido apenas un breve lapso desde mi llegada al laboratorio cuando los desgarradores gritos de David resonaron en el aire, rompiendo la calma habitual que solía reinar en aquel luga
– ¡No puede ser! ¿No habíamos implementado medidas de seguridad adicionales en nuestras cuentas? ¿Doble verificación en las transferencias? – mi voz, cargada de incredulidad y un atisbo de pánico creciente, reflejaba la sensación de disociación que comenzaba a invadir mi ser, como si estuviera presenciando una pesadilla surrealista que se negaba a desvanecerse.Sentada en el piso de la habitación, las palabras “Este es el fin” resonaban en mi cabeza como un eco siniestro e implacable. “Hasta aquí llegamos”, murmuraba para mis adentros, sintiendo cómo la certeza de que todos mis sueños se habían desvanecido en un instante se instalaba en mi corazón. Un grito ahogado escapó de mis labios entre sollozos, acompañado por un amargo “¡Maldita sea!” que encerraba toda la frustración, rabia y dolor que me embargaban en aquel instante.David relató con voz entrecortada su odisea en busca de respuestas, en un intento desesperado por encontrar una salida a la crisis que los había. Había hablado c
Mis palabras resonaron en el aire cargadas de desesperación, mientras intentaba en vano disipar la tormenta que se había desatado en nuestro laboratorio. Un nudo se formó en mi pecho, amenazando con sofocarme en un mar de remordimientos.Nicholas, en su habitual serenidad, sugirió comunicarse con los abogados para buscar soluciones legales a la situación. Su gesto de soltar a David y acercarse a mi lado me reconfortó, y su propuesta de encargarse de los trámites legales me permitió enfocarme en contactar a Alan y Mica. Agradecí en silencio su apoyo incondicional.El abrazo reconfortante de Nicholas me inundó de calidez y comprensión, disipando en parte la angustia que me embargaba. Sus palabras de aliento resonaron en mi mente, recordándome que no estábamos solos en esta batalla. Mientras él se disponía a preparar té para todos, me quedé al lado de David, aferrándome a la única certeza en medio de la incertidumbre que nos rodeaba.El tiempo pareció detenerse en ese instante, mientras
Las malas noticias son como una llama voraz que se extiende con rapidez, devorando cualquier rastro de esperanza que encuentre a su paso.Tras un infructuoso intento de hablar con Misha para esclarecer la situación, decidí encaminar mis pasos hacia el hogar de mi madre en busca de respuestas. Sin embargo, al llegar, me vi enfrentado a una realidad desoladora: mi madre no mostraba ni un ápice de arrepentimiento por sus acciones, sino que, por el contrario, defendía con fervor el modo en el que había procedido.Ante esta actitud me vi envuelto en una tormenta de emociones, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para expresar mi frustración y decepción. Con el corazón pesado me vi obligado a retirarme en medio de gritos y portazos, sintiendo cómo la brecha que nos separaba se hacía cada vez más profunda y dolorosa.En busca de consuelo y apoyo, encontré refugio en la casa de Annon, donde olvidando todo lo sucedido en París conllevamos nuestra tristeza. Al llegar, entre susurros carg