¿Qué creen que pasará?
Nací en una familia adinerada. Los sirvientes, choferes, custodios y cocineras siempre estaban presentes en mi vida diaria, encargándose de todos los aspectos de mi existencia. A pesar de la multitud que me rodeaba, la sensación de soledad era abrumadora debido a la falta de amor de mis padres.A veces mientras cenábamos los observaba conversar y parecían ser socios comerciales más que un matrimonio. Intentaba contarles lo que había hecho en la escuela, les regalaba dibujos que hacía en los talleres de arte, pero ellos solo sonreían y seguían como si nada.Cuando cumplí ocho años de edad, mi madre me sorprendió con la noticia de que tendría un hermanito. En ese preciso momento, una alegría inigualable se apoderó de mí y sin pensarlo dos veces, me lancé a abrazarla con fuerza. A partir de entonces, hice el firme compromiso de ser el mejor hermano mayor que pudiera existir. Me responsabilizaría de su bienestar, le relataría incontables cuentos y le enseñaría todos los secretos del arte
Al día siguiente nos sorprendieron con la noticia de que iríamos a un lugar distinto. Por sugerencia de un amigo de mi padre, nos encaminamos hacia una playa remota y paradisíaca, apartada de todas las miradas curiosas. Para mi madre, era el tipo de entorno que siempre había anhelado, pues le proporcionaba la intimidad que tanto ansiaba y necesitaba. Tanto Gin como yo nos sentíamos emocionados ante la perspectiva y nos apresuramos en hacer los preparativos necesarios antes de partir hacia nuestro nuevo destino.El único inconveniente era que ese día había amanecido con un intenso dolor en la parte baja del abdomen. "Quizás me había excedido con la cantidad de comida el día anterior", reflexionaba con pesar. Sin intención de arruinar la excursión, opté por mantenerme en silencio y no mencionar nada, pues estaba familiarizado con el carácter de mi madre y sabía que si siquiera insinuaba mi malestar, ella decidiría mantenerme encerrado en mi habitación durante el resto de la jornada. Est
Tengo muy escasos recuerdos de los días y meses que transcurrieron después de ese instante. Recuerdo apenas estar en el sepelio de Gin, aunque mis padres me retiraron a raíz de un "incidente" que experimenté. Esa era la palabra que empleaban para describir mis momentos de falta de control frente a desconocidos. Siempre comenzaban hablando de Gin, luego venían otros recuerdos. De repente me hallaba en el suelo, sin poder respirar, con el corazón latiendo rápidamente y una opresión en el pecho que resultaba imposible de explicar.Con el tiempo, los "incidentes" se volvieron más frecuentes. Mis padres, desesperados por mi situación, buscaron ayuda médica una y otra vez. Algunos especialistas pensaban que era estrés postraumático, otros mencionaban la posibilidad de depresión, e incluso uno sugirió que simplemente era un intento de llamar la atención.El último médico diagnosticó que representaba un riesgo para mí y mi entorno, al mostrar supuestas inclinaciones suicidas. Recomendó un tra
Dos semanas más tarde, mi madre me comunicó que íbamos a cambiar de médico. La madre de Khalam le había mencionado sobre un doctor muy renombrado que podría tratarlo e intentar sanarlo. Así fue como conocí al doctor Helf y mi vida experimentó un nuevo giro.Me ayudó a comprender que se trataba de un ataque de pánico, qué lo provocaba, y cómo debía actuar en esa situación. Cambió mi medicación y con el tiempo, junto a la presencia de Khalam, pude empezar a retomar gradualmente mis actividades.Toda esta experiencia fue crucial para mi recuperación y el inicio de una nueva etapa en mi vida. Cada paso que daba con el doctor y Khalam a mi lado me acercaba más a sentirme en paz y en control de mis emociones.Un día de repente pasó algo inesperado: Khal me entregó un pincel y me dijo con intensidad: ¡Crea algo asombroso con él! ¡Lo que sea! Al cerrar mis ojos, reviví la encantadora sonrisa de Gin durante su primer juego de fútbol. Me puse a pintar con fervor inquebrantable, sin pausa, hasta
El primer encuentro se vio ligeramente empañado por las groserías que Khal le dirigió a Misha, la amable doctora que me había atendido. No logré comprender el motivo de su comportamiento tan desagradable hasta mucho tiempo después. Todo lo que sé es que mi mirada no podía apartarse de su acompañante y, sin poder resistirme, me acerqué con la intención de brindarles ayuda. Misha, al notar mi interés por su amiga, me la presentó: "Mica", un nombre que resonaría en numerosas noches.Entre malos entendidos y una actitud deplorable de mi amigo, ese precioso momento se desvaneció completamente. Las enojadas mujeres partieron sin brindarme la oportunidad de conocerlas un poco más. En mi mente solo persistía el recuerdo imborrable de aquella mujer que sacudió mi mundo, la Dra. Micaela Kross.Fue necesario que transcurriera un año para volver a encontrarme con ella. En Malasia, a una distancia inmensa de donde nos cruzamos por primera vez, nos topamos de nuevo. Me comprometí a no permitir que
La noche que Misha nos reveló lo que había sucedido años atrás con Tim, exploté completamente de furia. Mi corazón se llenó de angustia al darme cuenta de lo cerca que estuve de perderla, y un dolor intenso se apoderó de mi pecho. Al volver a su departamento, nos enfrascamos en una discusión intensa y desgarradora; mis palabras cargadas de enojo mencionaban su falta de confianza, de fe en mí y en nuestra relación. Mientras yo la atacaba verbalmente, ella permanecía en silencio, sin intentar defenderse.El temor de perderla tras escuchar todo lo que había ocurrido me llevó a proponerle la idea de escaparnos juntos de vacaciones, pero ella se negó rotundamente. Le rogué que se tomara un tiempo para reflexionar hasta que pudiéramos resolver este problema juntos, pero ella simplemente permaneció sin decir una palabra. Ante su silencio, me retiré sintiéndome derrotado y con el corazón destrozado.No nos volvimos a encontrar hasta el día en que fue atacada. Estábamos discutiendo por teléfon
-Misha, por favor, déjame tener la oportunidad de explicarte lo que está sucediendo - le ruego mientras la sigo por la entrada principal del laboratorio.Había estado esperando afuera de su edificio durante un buen rato, pero en cuanto me vio parado en la acera, la muy terca rápidamente tomó un taxi. No dudé en correr tras el vehículo y ahora nos encontramos aquí, en la puerta de ingreso a su trabajo, conmigo interponiéndome para que no pueda entrar.Cualquier observador pensaría sin duda que estoy actuando de manera sospechosa y acosadora. Quizás, en cierta medida, tengan razón. Sin embargo, espero que comprendan que las apariencias pueden ser engañosas, y tengo mucho que explicarle para que entienda la verdadera razón detrás de todo esto.- Mira, Khalam- responde, girándose lentamente y frunciendo el ceño mientras el viento agita su cabello- nosotros dos hemos compartido momentos maravillosos, nos hemos reído juntos, pero llegó el momento de ponerle fin a esta etapa. Para mí es impo
- Entonces, dime, ¿Annon fue a verte y...?- pregunté con impaciencia, mientras dejaba mi bolso con un suspiro sobre el sofá y ella se acomodaba para contarme.Había regresado hacía apenas unos minutos del laboratorio, donde las secuelas del incendio parecían estar siendo remediadas lentamente. Las aseguradoras habían comenzado a realizar los pagos correspondientes, lo que nos permitiría recuperar la normalidad en nuestras labores pronto.Mientras tanto, Khalam continuaba llamando insistentemente, pero yo ya había tomado una determinación. No quería tener más nada que ver con él. Sus palabras de amor, pronunciadas ahora, solo conseguían llenar mi corazón de ira y resentimiento. Si tan solo hubiese expresado ese supuesto amor antes de su viaje a París, quizás las cosas serían diferentes ahora. Sin embargo, no podía pasar por alto sus mentiras y medias verdades, ni perdonar su engaño.La sensación de traición y decepción me inundaba por completo, convirtiendo la idea de reavivar cualquie