A pesar de que todo el entorno se veía afectado por los acontecimientos relacionados al escape de los antiguos líderes de la familia DuMartelle y las advertencias de la presidenta del comité internacional, Clarisse trataba de darle un poco de normalidad a sus vidas. Aunque al ver pasar guardias armados por cada pasillo en todo momento no era de mucha ayuda para ese cometido.—Mira, tía. ¿Te gusta? —el pequeño puso ante ella una figura de masa flexible. No tenía una forma muy clara, pero estaba segura de que se trataba de algún animal con rasgos felinos.—Claro que sí, está bellísimo. Pero, ¿qué es en realidad?—¿No lo ves? ¡Es un dragón!Clarisse parpadeó perpleja, miró a sus amigos y estos la observaban con la misma seriedad que ella y de repente explotaron en risas. Ese pequeño instante de felicidad era cómo un respiro para la locura en la que estaban envueltos todos ellos, y lo agradecía por completo porque no quería tratar nada sobre una guerra mientras estuviera cerca de su peque
El salón se sumió en un silencio inquietante mientras el parpadeo de las luces iluminaba fugazmente los rostros tensos de todos. La amenaza estaba más cerca de lo que jamás imaginaron, pero si eso estaba pasando, entonces significaba una sola cosa…—Están en el castillo… —dijo Brion, viendo las luces titilantes—. Avisen a los guardias, alerta máxima. Quiero una comunicación cerrada, que resguarden cada piso y nadie entra o sale sin ser registrado. ¡Ya!El personal tanto del FBI cómo del palacio corrió de un lado al otro, enviando las órdenes de su alteza real por el canal de emergencia. Brion apretó los dientes, reprimiendo un gruñido de frustración. Todo su esfuerzo para mantener el control se estaba desmoronando ante sus ojos.—¡Informe completo de cada entrada, mantengo todos los ojos abiertos! —demandó Jax, con una radio en la mano—. Conocen al personal, cual individuo no identificado debe ser aprensado o detenido a través de cualquier método. ¡Repito, tienen permitido el uso de l
Jax se movió rápidamente, sus dedos corrieron sobre el teclado mientras su equipo desplegaba un mapa tridimensional del castillo y sus alrededores. Los puntos rojos parpadeaban en la pantalla, representando posibles ubicaciones de los dispositivos móviles que emitían la transmisión.—Aquí, tenemos una señal a más de dos mil setecientos metros en los alrededores —anunció Jax, marcando el lugar en la pantalla—. Pero no es sólo uno. Hay al menos ocho fuentes de las que podría provenir la señal.—Utilizan señuelos —concluyó Ottis—. Sabían que rastrearíamos la señal para detener esta repetitiva transmisión sacada del infierno.—¿Entonces qué se debe hacer? —inquirió Paolo—. Están destruyendo la capital, hay informes de demasiadas victimas por todas partes. La línea de emergencia está saturada y los equipos de respuesta tienen más de lo que pueden manejar.Brion se dispuso a contestar, pero una tremenda explosión lo interrumpió, haciendo temblar el castillo. Las luces estallaron y de inmedi
Mientras el fuego se extendía salvajemente por Balar, destrozando las edificaciones y amenazando a todos los habitantes, los equipos seguridad hacía su máximo esfuerzo por extinguirlo. En el castillo la energía falló y tenues luces de emergencia era lo único que le permitía ver a los ocupantes. Desde lejos se escuchaban disparos provenientes de diferentes zonas, pero era complicado saber exactamente donde sin las cámaras de vigilancia, sólo percibían el eco que viajaba por el castillo.Aproximadamente veinte minutos llevaban en ese estado, Jax ni siquiera podía comunicarse con su equipo, con el personal del castillo o con las personas que Audrey Pleck proporcionó para reguardar la morada de la familia real y a estos. Lo que simplemente indicaba que estaban solos, sin manera de poder comunicarse unos con otros se convertirían en blancos fáciles.—Bien, esto es inútil. Hay que salir de aquí e ir a buscar a la familia real —dijo el agente Fell, quitándole el seguro a su arma y sacando un
En la torre sur Annabeth sostenía su arma en alto y lista para apretar el gatillo ante el mínimo movimiento. Podrían ser los nervios ante la posibilidad de encontrarse con alguno de sus padres. Para ella ya no tenían autoridad alguna, eran dos criminales que debían ser detenidos a toda costa, sin embargo, aún estaban presentes las marcas de tantos golpes, insultos y maltratos. Ellos eran sus padres, se supone que deberían amarla y protegerla, no despreciar su existencia y tratarla cómo si fuese una mascota a la que podían mostrarle al mundo lo bonita y obediente que era.—Oye, ¿estás bien, mi amor? —le preguntó su novio, inquietado—. Estás llorando.La chica parpadeó, saliendo de sus pensamientos, y llevó una mano a su rostro para descubrir que efectivamente estaba llorando. No estaba segura de cuando empezó, no obstante, no quiso enfrascarse en eso, sólo las limpió y siguió caminando.—¿Ann?—No ha sido nada, sólo continua.—Oye, si esto es mucho para ti, entonces creo que deberías v
El castillo ardía tanto en llamas como en caos. Las explosiones habían sido demasiado fuertes y muchas zonas se vieron afectadas, mientras que los disparos resonaban entre las paredes, creando un eco que parecía provenir de todas direcciones. La falta de luz generaba un escenario caótico, pero quienes más ventaja tenían eran los miembros de la familia real, ellos sabían lo que tenían que hacer y qué ruta tomar. Lo importante es que Verona, Zadriel, Arlette y Carmina llegaran hasta ellos y mordieran el anzuelo.La princesa Seniah empujó a su hermana a un lado, la atrapó del cabello y la estampó contra la mesa un par de veces hasta que Carmina logró darle un codazo con el que se liberó. Con un revés la tiró al piso y la pateó varias veces, pero la princesa no se quedó en el suelo por mucho tiempo, simplemente se lanzó contra ella.Ambas rodaron por el suelo entre gritos, maldiciones y forcejeos, mientras que del otro lado Ottis y Serena le hacían frente a quienes le estaban disparando.
El príncipe saltó por encima de una mesa cuando las balas silbaron cerca de él, Owen cayó a un lado de él con algunas manchas de sangre que esperaba no le pertenecieran a su subordinado.—¿Por cuánto más vamos a seguir con esto? —preguntó Owen sin aliento.—Creo que ya ha sido suficiente.—¿Los empujamos a dónde deben estar?—Apoya a Peter, yo me ocuparé de Verona y la haré venir tras de mí. Desvía el fuego el tiempo que puedas.El príncipe no esperó una respuesta, simplemente salió corriendo del escondite.—No recuerdo hacer firmado un contrato para esto, pero en este punto ya no puedo negarme —se quejó el trigueño antes de volver a la pelea.Brion se enfrentó nuevamente contra su tía, por un instante vio las escaleras detrás de ella y reaccionó a tiempo para bloquear una escotada de la mujer. Sus cuchillos chocaron, soltando chispas en el proceso, Verona con su característica sonrisa sardónica, movía su propia hoja con una velocidad y destreza que había perfeccionado durante años de
Por un instante, todo se detuvo.El tiempo, el sonido, incluso sus corazones parecieron quedarse en pausa, como si el peso de la confesión de Verona los hubiera arrojado a un abismo sin fondo. Brion parpadeó, incrédulo, mientras el eco de las palabras de su tía resonaba en su mente.«Sus padres no sólo eran una piedra en el zapato, eran un obstáculo del cual tuve que deshacerme».—No... —murmuró nuevamente Daliah, con la voz quebrada, como si esa palabra pudiera negar la realidad que acababa de desplomarse sobre ellos.Sus piernas temblaron, y apenas pudo mantenerse de pie. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no eran del tipo que uno podía contener; eran aquellas que quemaban y arrasaban, brotando sin control.Brión, en cambio, parecía congelado. Su mirada estaba fija en Verona, pero su mente estaba a kilómetros de distancia. Veía, en flashes, los rostros de sus padres: la risa de Geraldine, el abrazo cálido de Cedric, las noches en las que le contaban historias antes de dormir, ju