Clarisse observó detenidamente a su novio que caminaba de un lado al otro con el teléfono pegado a un lado de la cabeza. Lucía demasiado sumergido en la conversación que estaba teniendo cómo para prestarle atención a Cisco, que desde hace rato estaba frente a él con la pelota en la boca. El perro seguía pasando su patita por encima del pie de su dueño para que le hiciera caso, aunque fuera una vez, pero Soren no dejaba de hablar por ese aparato.Sin embargo, para sorpresa de la mujer y del perro, el pelinegro azotó el teléfono contra el suelo y se dejó caer en una de las sillas de mimbre que había. Clarisse no sabía cómo procesar aquella escena, Soren parecía estar rodeado por un aura oscura y maligna que incluso Cisco sintió antes de salir corriendo de regreso a dentro de la casa.La ojiazul ya había visto a su novio de esa manera, fue cuando rescataron al pequeño Pitbull café y estuvo a nada de matar a golpes a esos matones, pero considerando la situación nadie lo culparía.No obsta
—¿Está todo bien? —la voz de Clarisse lo hizo reaccionar.La miró y ella señaló silenciosamente al aparato que estaba tirado en el suelo.—Oh, sí… yo… —pensó en la palabra correcta para describir cómo se sentía—. Creo que me estresé mientras hablaba con Ariah.Clarisse se acercó mientras se abrazaba a si misma y recargó su cuerpo contra una de las columnas del lugar.—¿Pasó algo muy malo?Soren recogió el teléfono que aún funcionaba sorprendentemente y se rascó la nuca al poner una mueca de inconformidad. Suspiró pesadamente y se dejó caer en la banqueta acolchada.—Ariah llamó para decirme que perdimos a una socia potencial, Audrey Pleck. Ella fue una rival, pero hace poco tuvimos una reunión en la que le ofrecí un trato que no aceptó, pero tampoco rechazó, ya que sólo se marchó sin decir nada —contó con un tono frustrado—. Ahora no ha dado señales, es cómo si se hubiera perdido del mapa.—Tan importante era que se asociaran, ¿eh?—Ambos podríamos conseguir lo que queríamos si trabaj
—Lo dices cómo si fuera una maldición…—No es a lo que me refiero.—¡¿Entonces qué es, Soren?! —exclamó, alterada—. ¡Todas tu evasiones y verdades a media y me tienen harta! ¡Por una vez dime lo que pasa! ¡Y no quiero que sea una excusa de telenovela o una respuesta que me deja más incógnitas!—¡Por qué no tienes la menor idea de lo que es tener mi vida, Clarisse! —explotó su novio, dejándola perpleja—. ¡No sabes lo que se siente crecer en un lugar en el que no puedes ser verdaderamente feliz! ¡Un lugar donde las personas que te rodea te tratan como una herramienta mientras te moldean para que hagan lo que ellos desean! ¡Vivir atrapado por la maldita sangre que corre por tus venas! ¡¿Tanto quieres tener hijos conmigo?! ¡Lo siento, pero no lo haré! ¡No puedo condenar un niño a que viva lo mismo que yo, a que sufra de la misma manera! ¡No lo haré nunca!—¿Qué…? —murmuró sin comprender lo que pasaba. Soren nunca había levantado la voz de esa manera y mucho menos maldecido. Sus ojos estab
—¿A dónde debemos ir? —quiso saber el rubio que corría junto al jardinero con dirección al parque cercano—. No sabemos a donde pudo ir. ¿Tal vez tenga su teléfono?—Lo dudo, pero lo conozco mejor que nadie. Sé intentará correr lo más lejos que pueda hasta el punto que sus piernas ya no puedan más y se desplome, lo que significa que correrá muy lejos.—Oh, genial. Entonces eso quiere decir que se reduce a cualquier parte de la ciudad porque tipo tiene un físico tremendo que ganó con entrenamiento —dijo, satíricamente el de ojos azules. Peter lo miró con una ceja en alto—. Perdón.—En ese estado Soren va hacia lugares apartados de ruidos, personas, cualquier sonido que no le deje pensar con claridad para retomar la tranquilidad.—¿Cómo el parque? —dudó sin creérselo.—Por supuesto. Es el lugar menos concurrido en la zona.Siguieron corriendo en silencio, aunque el rubio no dejaba de tener dudas rondando en su cabeza con cada paso que daba.—¿Por qué reaccionó de esa forma? —preguntó—. S
La pelinegra caminaba de un lado al otro en el corredor, su madre y Lorna estaban ahí también mientras esperaban que Liza saliera de la habitación principal. Estaba preocupada por el estado de su novio. Se sentía un poco culpable de que se encontrara de esa manera debido a la pelea que tuvieron, pero no entendía porqué reaccionó así.Cuando creía que no surgirían más dudas con respecto al hombre con el que estaba, pasaba esto. Realmente lo amaba, pero la cantidad de incógnitas que aparecían cada día sólo la preocupaban más.La morena salió y cerró la puerta a sus espaldas.—Liza, ¿cómo está Soren? —preguntó, apresurada.La ama de llaves respiró profundo y la miró a los ojos.—Está más tranquilo. El golpe en su frente no fue grave, pero necesita descansar —explicó, cómo si fuese una especialista en el campo.—¿Yo…?—Él duerme —la interrumpió—. Tuve que darle algo para que se calmara, pero estará bien en unas cuantas horas. Pero creo que puedes entrar siempre y cuando no lo alteres cuan
—Eso se está complicando cada día más, muchachos —dijo Liza. Su mirada estaba perdida en el horizonte, mientras que en sus manos reposaba una taza de té recién preparada—. Soren quiere protegerla, pero en el proceso sólo conseguirá que las cosas se salgan de su control—Liza, subestimas al joven Soren. Es más que capaz de manejar la situación, pero… Eso no elude lo que ocurrió hoy —aportó el jardinero, cruzándose de brazos—. Hace mucho tiempo que no sufría un episodio, la discusión que tuvieron debió alterarlo de una forma muy mala.—Para los que son nuevos… ¿Esto ya había ocurrido antes? —preguntó Owen.Liza y Peter intercambiaron miradas, y la morena asintió sin expresar alguna emoción.—Desde que sus padres murieron Soren y su hermana quedaron bajo el cuidado del resto de los Velghary, debido a eso pasaron por ciertas situaciones, castigos que reyaban en la tortura —fue al refrigerador y se sirvió un vaso de jugo—. Hablamos de tortura real. Terribles palizas que terminaban en hueso
Cuando despertó se percató de que ya había anochecido. Estaba un poco mareado, más que nada aturdido, aunque realmente no recordaba mucho de lo que pasó temprano. Se sentó en la cama y sintió una punzada en la frente, al llevar la mano a ese lugar entendió que tenía una herida.—¿Cómo te sientes? —su voz lo hizo dar la vuelta. Clarisse estaba al otro lado de la habitación en el sofá de piel con una manta sobre las piernas—. ¿Te duele algo?—Me duele un poco la cabeza —respondió—. ¿Qué fue lo que pasó?—¿No recuerdas nada? —su ceño se frunció en una mezcla de preocupación y confusión.El hombre de ojos ocres se lo pensó un momento, su mirada divagó por el espacio en el que estaban hasta que paulatinamente comenzaron a llegarle voces e imágenes que le permitieron rememorar lo mejor que pudo.—Discutimos.—Así es…—Y estás enojada todavía —dedujo el pelinegro.Clarisse soltó un largo suspiro y se levantó del sofá para ir hasta donde él, pero se sentó en la cama, prefirió quedar de pie ce
Soren se separó de ella y sostuvo sus manos entre las suyas que temblaban levemente. A pesar de que existiera una pequeña sensación de alivio en su cuerpo por estar hablando finalmente con algo de verdad, no era cómo un acto de magia y todo finalmente era superado.En el pasado fue un proceso que le llevó tiempo y ser guiado por un profesional, no le gustó la idea al inicio, pero era eso o seguir caminando inconscientemente hasta terminar siendo arroyado a mitad de la calle.—Los primeros años fueron los peores, intentamos resistirnos y siempre terminaba muy mal para nosotros. Cada vez se les ocurrían castigos que ellos consideraban apropiados, pero que en realidad eran un atentado contra la humanidad —contó, cabizbajo—. Pero con el tiempo ellos lograron doblegarnos. Empezamos a pensar de la misma manera que ellos, actuar igual que ellos y a ser perfectos a sus ojos. Seguíamos las ordenes fielmente, sin emociones, sin amor, sin dolor. No había nada más que dos personas dispuestas a to