Gerald llegó a su oficina, era el único lugar donde podía encerrarse y no ser molestado. Necesitaba pensar en frío, planificar lo que haría sin dejarse llevar por sus emociones. Eso era algo que había aprendido de su estratega padre. —¡Debes calmarte, Gerald! —se dijo a sí mismo— Debes calmarte —gruñó de rabia y terminó golpeando con el puño su escritorio, lanzando lo que estaba sobre él, la laptop, el retrato de su boda, la foto del pequeño Gael. Estaba asqueado con todo lo que era su vida, nada de lo que había hecho en su vida parecía ser lo correcto. Pensó en llamar a Gabriela, la enfermera, desahogarse con ella. Pero su instinto animal, lo hizo correr a los brazos de la única mujer que siempre había estado para él, Kate. Tomó su móvil y le marcó, deseaba ansiosamente escuchar su voz, saber de ella. El repique al otro lado del móvil lo exasperó, Kate no contestaba su llamada, justo cuando iba a finalizar la llamada, escuchó su voz del otro lado.—¿Para qué me llamas, Gerald?
Priscila aguarda en la orden médica del doctor para volver a su casa. Bueno, ni siquiera sabía si era allí a donde debía ir. El hecho de que Gerald supiera parte de la verdad, implicaba que su matrimonio había acabado. Dicen que cuando algo difícil ocurre en tu vida, uno a uno vendrán sucesos peores y Priscila siente que es su caso, Gari la rechazaba, luego su hijo enfermaba, ahora Gerald sabía la verdad ¿Qué más podía ocurrirle? —Sra Fitzgerald, ya puede llevarse al niño. —indicó la enfermera.— El doctor dice que pase por su consultorio antes de retirarse. —¡Gracias! —contestó con amabilidad, tomó al niño en sus brazos y fue hasta el consultorio del médico.Estando allí, el médico le entregó el informe sobre la enfermedad de Gael, las recomendaciones y el tratamiento que debía darle durante una semana. —Al cumplir con el tratamiento, llévelo a mi consulta. Quiero hacerle un seguimiento a su hijo. Ver un caso en un niño tan pequeño, siempre me conmueve. —Gracias, doctor. As
La llegada de Samantha a la mansión, es un motivo de celebración familiar, todos sus amigos y empleados de la casa de modas que su padre compró para ella, la esperaban ansiosos. Susane lo había preparado todo para recibirla, cuando Simons abrió la puerta y Samantha entró, la efusiva “Bienvenida” a coro de las más de diez personas que aguardaban su llegada, se transformó en un motivo de tristeza para la mujer. —¡Gari, Gari! —tanteó con sus manos— Dile que se vayan, todos que se vayan —gritó angustiada. Susane se quedó petrificada al ver la reacción inesperada de su hija. —¿Qué rayos es esto, Susane? —increpó Simons a su esposa. Sin que nadie dijera nada, todo y cada uno de los invitados comenzaron a salir, dejando los globos y pancartas sobre el sofá de tres puestos de la elegante sala. Susane aguardó a que todos salieran para poder preguntar:—¿Qué ocurre, Simons? —se aproximó a su hija, quien terminó apartándose de ella.—¡Samantha no puede ver!—¿Qué? —preguntó sorprendida
—Eso no es verdad, papá. Dime que eso que acabo de escuchar no es verdad. —Gari se acercó a Samantha.— ¡No, no me toques, no quiero que me toques! —comenzó a gritar, desesperada.—Sam, deja que te explique, mi amor. —Gari trató de calmarla, pero ella reaccionó de forma inesperada o impulsiva:—¡Te dije que no me toques! —apartó la mano con brusquedad de su hombro— ¡Aléjate de mí, maldita sea! —dijo y se tiró al piso, mientras Simons se acercaba para abrazarla.—¡Vete, Gari, vete! —le ordenó al pelirrubio, quien abatido por la situación no tuvo más opciones que salir de aquel lugar. Sacó las llaves del auto de su bolsillo, salió de la mansión y luego subió a su coche. Necesitaba tomar aire fresco, salir de aquella casa, escapar de la prisión emocional en la que estaba. Vio la hora en el reloj, y decidió ir a la empresa. Minutos después, entró a su oficina. Seguía sin creer todo lo que había pasado en la mansión. ¿Qué pasaría ahora que se sabía toda la verdad? Se preguntaba una y
Ansioso por descubrir la verdad, Gari subió a su auto y condujo hasta la casa de Annette, necesitaba conversar con ella y tratar que ella le diese aquella respuesta que tanto deseaba.La rubia estaba preparándose para ir a cenar fuera, estar sola en aquel lugar, sin Michael, sin Kate, era para ella frustrante. El timbre sonó y ella vio a través del ojo mágico de la puerta, a Gari. Rápidamente se arregló el escote de la blusa y se soltó el moño que recién acababa de hacerse y le abrió la puerta.—Wow! El casado seductor, está en mi casa —dijo y estampó un beso en su mejilla.— ¿A qué debo el honor de tu visita?—Hola, Annette. Vine a invitarte una copa. Pero si ibas saliendo, podemos dejarlo para después.—¡NO! En lo absoluto, realmente me estaba arreglando para salir a cenar, ya sabes, me aburre comer sola. —Entonces te invito a cenar y luego una copa. —Genial, voy por mi bolsa y nos vamos. Pero entra, no te quedes allí parado. Gari entró y vio sobre el mueble de madera un re
Mientras Samantha cumple con su parte del plan, Simons se ocupa de vigilar muy de cerca a Priscila.Todas las mañanas, ella sale con su pequeño en su coche para tomar un poco de sol, Gael cada vez está más grande y el tratamiento médico parece estar funcionando. Por alguna extraña razón, ella siente como su alguien estuviese viéndola, pero la zona es bastante solitaria ya que la mayoría de sus vecinos son acaudalados millonarios que están generalmente trabajando o viajando por todo el mundo. Priscila sale de la mansión, pasea por la acera, mientras él pequeño Gael, mira todo a su alrededor. —Mira esa mariposa, mi amor —le muestra al niño. Sin darse cuenta, un auto sale en retroversa. Ella sólo escuchó el frenazo y cayó al piso. El hombre asustado, baja corriendo de su auto.—¿Estás bien? —pregunta el hombre, ella lo primero que busca es ver que su pequeño esté bien.—¡Gael! —se levanta rápidamente del piso, el pequeño echa a llorar. Ella lo toma en brazos y luego se dirige al h
Al regresar de la entrevista y durante la cena, Priscila tuvo que informarle a Gerald sobre su nuevo empleo, era obvio que al tener que contratar de nuevo a la niñera, tuviera que justificar su presencia en la mansión. De la nada se le ocurrió decirle que sólo era una suplencia por un mes, a fin de cuentas sería el mes de prueba y aunque sabía que era buena aprendiendo, era mejor ser realista y no hacerse falsas esperanzas.—Estaré haciendo una suplencia en Empowerad durante un mes a mi amiga Jessi. —Gerald abrió los ojos como si los fuese a disparar. —¿En Empowerad? La empresa de administración de…—Sí, allí mismo. —¿Quién es Jessi? —siguió preguntando.—Es una antigua compañera de la facultad —respondió parcamente sin dar muchos detalles de su supuesta amiga.—Es una excelente oportunidad para ti. —Sí, así es. Quizás en algún momento pueda trabajar allí, es lo que todos deseamos. —Gerald sonrió de modo sarcástico.— ¿De qué te ríes? —preguntó un tanto desconcertada.—No me
La mañana siguiente, Priscila despertó muy temprano. A pesar de ser fin de semana, se sentía animada y con ganas de disfrutar del día. Aprovechando que su pequeño aún dormía, salió a trotar un poco. —Sandy, regresaré en unos minutos. —dijo mientras se colocaba el reloj para medir las pulsaciones y calorías. —Sí, señora. No sé preocupe, yo me encargaré de ver al niño. —¿El Sr Gerald, está en su habitación? —preguntó con curiosidad.—No, señora Priscila, aún no ha llegado —Priscila aplanó los labios y encogió ambos hombros antes de salir de la mansión.Ver que Gerald estaba siguiendo con su vida, le hacía sentir un poco más tranquila, ya no le debía nada, pensó. Salió de la mansión, se puso los audífonos y comenzó a trotar. De pronto, sintió que alguien venía detrás de ella, por lo que aceleró el paso. No dejaba de sentirse vigilada. Con el rabillo del ojo pudo ver que debía ser un hombre por la estatura, mientras ella más rápido corría, aquel hombre parecía alcanzarla.Su cora