Axel Vega Lazcano
León, Guanajuato México
Por supuesto que a eso me refería, disfrutaríamos de un momento de relajación, sin que nadie nos molestara, necesitaba estar tranquilo con todos los problemas que me perseguían.
–Sí, lo que tú quieras, vamos a comprarlo ahí – Le señalé una tienda de autoservicio, de las que funcionan las veinticuatro horas– Me voy a meter al estacionamiento.
–Sí, me parece perfecto. – Aceptó, Amaia.
Me estacioné y bajé para abrirle la puerta, como era mi costumbre hacer con todas las mujeres, fueran familia, clientas, colegas o amigas, siempre he sido un caballero. Pero Amaia, no me dejaba que la tratara como a la reina que era.
–Axel, no es necesario que me abras la puerta para bajarme del auto, se pierde mucho tiempo ¿Sabes? Es el siglo XXI, ya no es el pasado – Me regaló una sonrisa preciosa – Pero bueno, ya vamos que tengo sed.
–También yo, cariño. Necesito un trago con urgencia, me estoy muriendo de tanto estrés.
No sé, qué me llevó a tomarla de la mano para entrar así a la tienda y dirigirnos justo a dónde estaba la sección de las bebidas alcohólicas, tomamos varias bebidas dulces de sabor y nos soltamos para que ella llevara unas y yo, otras. Tomamos unas botanas y llegamos a la caja a pagar, dónde nos dieron unas bolsas ecológicas, que yo, cargué para subirnos al auto. Salimos de la tienda y caminamos hacía el auto.
Me adelanté y como pude le abrí la puerta del copiloto y subió, ya estando arriba del auto, no encontraba el destapador entre mis cosas que traía siempre en la guantera y eso me desesperó, Amaia comenzó a reírse de mí, al verme tan alterado.
–Axel, ¿Buscas algo así? – Me dio un destapador que traía en su bolsa – Yo siempre traigo algunos, son para emergencias.
Era muy precavida por lo que me daba cuenta, pues para traer un destapador estaba bastante familiarizada con las bebidas. Cosa que ya me había dado cuenta.
–Sí, eso estaba buscando, pero, de todos modos, el mío debe estar por algún lado en el auto, no puede perderse así nada más de la nada – Dije exasperado – Lo siento Amaia, me siento muy mal y muy tenso. Siento que, todo se me ha venido encima.
Muchas cosas se me habían juntado y ya mi cabeza era un caos. Destapé dos de las bebidas, le di una a ella y yo, tomé la otra. Ella se quedó un momento pensativa, a lo que le había dicho y después se volvió para mirarme, le dio un trago a su bebida, nos quedamos perdidos en un contacto visual eterno, me decía mucho con esa mirada y yo sabía a qué se refería.
Puse algo de música, en el auto y pronto comenzó a sonar en el ambiente la canción de “Electricidad” de Lucero, mi cantante favorita y era como si se hubiera hecho específicamente, para aquel momento, en el que se sentía eso entre Amaia y yo, electricidad. Nuestras respiraciones se aceleraron, por lo menos la mía la sentía así y el latir de mi corazón iba a galope.
–Axel, te estresas porque quieres – Ella volvió a tomar mi mano, y fue como un latigazo – Tú sabes que no es un secreto, que me gustas, que siempre me has gustado y que daría lo que fuera por quitarte, todo ese estrés que traes dentro.
Tenía ganas de acercarme, de acariciar su pelo, sus labios, me tentaba hasta más no poder y estaba seguro que ella lo sabía, pero la verdad era que no podía hacerlo, aunque era difícil contenerme, pero eso aumentaba el peligro de lo que ella pretendía, eso no estaba bien, pero por más que lo dijera, una vocecita me taladraba los oídos.
–Amaia, cariño no digas más, por favor. Sabes que no soy libre y tú también me gustas mucho, pero los dos sabemos que esto no está bien. Estoy casado y lo sabes y tú eres la hija de Mauricio, de mi socio. No podemos, tener ningún tipo de relación que no sea, la que hemos tenido siempre, la de amistad. Eres mi amiga y se puede decir que la mejor de todas, no quiero perder eso por un error.
Eso sería el comienzo de una pequeña bola de nieve, porque sabía que si comenzaba no iba a querer terminar, porque me sentía como un adolescente excitable, cada vez que la veía, desde que comenzó a verse como una hermosa mujer.
–Es que no entiendes nada – Se reía de mí – No te estoy diciendo, que dejes a Cecilia por mí, te estoy diciendo que yo puedo hacerte sentir mejor. No te estoy pidiendo que te cases conmigo, no te estoy pidiendo que me hagas tu novia, yo solo quiero que me dejes hacer, algo por ti. Algo que quiero hacer, desde hace bastante tiempo.
La idea era tentadora, pero me llenaba de dudas, porque me pedía todo y a la vez nada, y yo no quería errarle y la atracción que ejercía en mí, hacía que dejara de razonar. Pero no lo suficiente para que perdiera la cabeza.
–Amaia, ¿Qué es eso que quieres hacer? Dime, por favor, que entonces si no es lo que estoy pensando, no sé lo que pretendas o lo que quieras.
Me estaba haciendo sentir eso que nunca había sentido con esas otras mujeres, porque se me aceleró el pulso, no sabía ni como respirar. Tragué saliva y tenía la garganta reseca a pesar del trago que le había dado a mi bebida, pues estaba esperando que de sus labios salieran las palabras que estaba deseando que salieran.
–Yo sólo quiero hacerte feliz Axel – Me lo dijo mirándome a los ojos y sin titubear – Sólo, eso. No te pido nada más, sólo eso. Déjame hacer de tus días difíciles y complicados, algo hermoso, no lo dudes más y hagamos eso que tú también tanto deseas.
Nunca esperé que esa chiquilla, pues eso era ella para mí, me dijera esa frase que me dejó congelado en ese momento, tanto que no pude responder nada y solo pude hacer una cosa, me acerqué lentamente a ella, quería probarla, saborearla y la besé muy pero muy, lentamente al compás de la música, nuestras bocas apenas se rozaban hasta unirse en un beso húmedo, candente, sutil y exquisito, en donde nuestras lenguas se cruzaban suavemente.
La tomé de la nuca y la acerqué lo más que pude, me encontraba como un volcán en erupción, quería llevármela a un lugar donde pudiera descubrir todos sus secretos, por supuesto que presentía que era encantadora, refrescante y apasionada, pero no sabía a qué nivel. Seguí besándola, tomando de ella ese elixir que me hacía sentir capaz de todo. Me gustaba demasiado la sensación que no quería que este beso acabara.
Era increíble, lo que le hice sentir, sin una sola caricia, solo las miradas y ese beso que hacía que fuera tal, su punto de excitación que supe, cuando ella comenzó a mover sus piernas, que con ese beso la había llevado al cielo. Y a mí me había transportado a un mundo tan maravilloso del cual no quería salir y no tenía ningún deseo de separarme de ella.
Amaia Domínguez García León, Guanajuato, MéxicoCon ese primer beso que Axel me había dado, yo confirmé lo que había intuido y sabido siempre, que él besaba de maravilla y no sólo eso, que fue tan intensa la sensación del beso que provocó que me corriera ahí, sin siquiera tocarme en el asiento del auto, me quedé en una especie de trance cuando nos separamos un poco para tomar aire y él que siempre me ha sabido leer a la perfección, lo notó.–Amaia, ¿Estás bien, cariño? – El me estudiaba con sus preciosos ojos, clavados en los míos – Quizás, no debió de pasar esto.Esto debió pasar desde hace tiempo, no se iba a retractar ahora, no lo dejaría porque ya había probado un poco de cómo podría ser, si se cumplían todos mis propósitos.–Estoy mejor que bien – Le sonreí – Axel, esto es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, espero que signifique un sí, que si me dejarás hacerte feliz.Se me encogió el estómago de solo imaginarme lo que podíamos llegar a hacer nosotros dos, si con ese sol
Amaia Domínguez García León, Guanajuato, MéxicoÉl volvió a besarme apasionadamente y el beso en cuestión de segundos, detonó una chispa entre los dos, que causó que siguiéramos perdiendo el control, mientras su lengua invadía mi boca y su mano se introdujo debajo de mi vestido. Él comenzó a tocarme cerca de la ingle y yo, estaba teniendo estremecimientos involuntarios de placer, me estaba volviendo loca y esto era solo el principio, pensé.–Amaia, ¿Estás bien, cariño? – Creo que nunca pensó que con lo que acababa de hacer, le bastaría para ponerme así – Dime, si quieres que me detenga.Yo no podía articular ninguna palabra, sólo quería que siguiera haciendo lo que sea que me estaba haciendo. En ese punto yo ya no sabía nada. Sólo sabía que él y todo él, me volvía loca y que si por mí fuera, si me quisiera hacer suya en ese mismo momento, yo aceptaría encantada. No le respondí nada y sólo volvimos a besarnos.Nos perdimos en el beso nuevamente y ahora la desesperada fui yo, que torpe
Axel Vega LazcanoLeón, Guanajuato, MéxicoEstudiando la expresión que acababa de ver en la cara de Amaia, me pude dar cuenta perfectamente que no le había parecido para nada en absoluto, la cláusula de intimidad exclusiva conmigo, ya que de inmediato ella quiso cambiarse a su lugar, pero no pudo hacerlo porque yo la tenía abrazada, no iba a dejar que se bajara de mi regazo.–Axel, es que en eso último no estoy de acuerdo – Admitió con desanimo – Porque yo, si me tendré que hacer a la idea, que en las noches estás teniendo eso con Cecilia y ¿Por qué no eres justo conmigo?No quería entrar en discusión por eso, ahora que la iba a tener no la compartiría con nadie, me consideraba muy egoísta para eso y si no iba a ser así, mejor que no empezáramos nada.– ¿Sabes, cariño? Es mejor, dejarlo aquí – Le dije, con todo el dolor de mi corazón – Veo que eso, va a afectarte mucho el que yo esté con Cecilia y perdóname, pero no puedo permitir que tú seas de nadie más. Vamos a recomponernos la rop
Axel Vega LazcanoLeón, Guanajuato, MéxicoMe había dejado con ganas de más, sus labios eran tan dulces y me hubiera gustado que siguiera el beso por un tiempo más.–Axel, ya que luego no te voy a querer soltar – Sugirió ella – Pero a ti, te falta algo ¿Dónde cayó la corbata?No me había gustado el término del beso, pero como tenía ella razón en decir que después no me iba a soltar y yo tampoco la soltaría. –Debe de estar detrás del asiento cariño, ya la busco. Que buena observadora eres, se me fue por completo que no tenía puesta ya la corbata.–Tu camisa, está un poco arrugada, pero vas a sobrevivir mi señor perfección – Ella me sacó una sonrisa.Busqué la corbata y cuando la encontré me la puse, Amaia volvió a su lugar y proseguimos la marcha del auto, llegamos a casa de Ale, en cuestión de segundos, dado que estábamos literalmente atrás de su casa. Me estacioné y rodeé el auto, para abrir la puerta y ayudé a Amaia a bajar, caminamos juntos a la entrada y cuando ella iba a sacar
Amaia Domínguez García León, Guanajuato, MéxicoAxel volvió a besarme sin poder, ni querer soltarme hasta que aún sin ganas de hacerlo, nos tuvimos que soltar, para entrar de nuevo a la casa con Alejandra, no podíamos demorarnos más de la cuenta.–Ahora sí, los dejo trabajar – Le di un beso a Ale y otro a Axel – Que les sea leve, su noche de trabajo.Miré a Axel y me mordí el labio inferior, como me gustaría que no estuviera aquí mi hermana, desde que llegamos ya nos las hubiéramos montado a lo grande. Pero bueno, no era mi casa.–Buenas noches Amaia, ya duérmete que ya es tarde – Me ordenó Ale – Que descanses.Muchas veces mi hermana se comportaba como si fuera mi mamá, pero se lo agradecía, porque no tenía más a donde ir y ella se estaba ganando el cielo al permitir que viviera con ellos.–Buenas noches, Amaia que duermas bien y que sueñes bonito – Me dijo Axel haciendo que me temblaran las piernas – Nos vemos, mañana.Le tiré un beso a escondidas, luego se lo daría con creces, me
Amaia Domínguez García León, Guanajuato, MéxicoEl volvió a abrazarme y me atrajo a sus brazos, nos empezamos a besar lento y despacio, lo que provocó una mayor desesperación entre los dos, yo sentía que me derretía en sus brazos y que mientras me besaba todo el mundo dejaba de girar, para detenerse en ese momento en que sus labios y los míos se dejaban llevar por toda la pasión y el deseo que ese beso encerraba.Axel, sin pensar, me levantó en sus brazos y me sentó en la mesa del comedor y yo involuntariamente presa de la desesperación que me estaba haciendo sentir con solo besarme, abrí las piernas y él se colocó entre ellas, para después bajar su cabeza y besar mi cuello y haciendo que me quisiera hacer para atrás, su tacto me hacía ver estrellas.–Axel, hazme el amor aquí – Le dije muy agitada – Ya no aguanto más.No sabía que era lo que tenía Axel, que desataba en mí unas ganas intensas de que me poseyera en el lugar donde estuviéramos, me nublaba la razón y lo deseaba con locur
Axel Vega LazcanoLeón, Guanajuato MéxicoTan pronto dejé a Amaia en su escuela, me fui a los juzgados para alcanzar allá a Ale, antes que se fuera a poner peor de lo que ya estaba en la mañana. De camino para allá, sólo podía pensar en una cosa, en ella en mi Amaia. Así la veía y la sentía desde ayer y me tenía vuelto loco y eso que solo nos habíamos besado y acariciado.Era muy hermoso lo que me estaba pasando con ella, tanto que todo el tiempo sentía que no pisaba el suelo, permanecía en las nubes, me sentía como cuando me enamoré por primera vez hacía algunos ayeres. El sonido de mi celular, me sacó de mis pensamientos y era quién yo pensaba, Alejandra, mi colega.–Hola Ale, ¿Qué paso? Ya voy para los juzgados – Me justifiqué – Voy de regreso de dejar a Amaia en el Tec, siempre si la fui a llevar para no tardarme en pasarle carga, pero ya estoy llegando allá.Le tuve que explicar para que no dijera nada indeseable, y en verdad ya estaba por llegar, no iba a tener que esperarme dem
Axel Vega LazcanoLeón, Guanajuato MéxicoCuando Mauricio terminó de decirme lo que le había pasado a mi dulce Amaia, estaba seguro que se me habían ido los colores del rostro, quise estar en ese momento en el Tec, no me la podía imaginar allá solita.–No te preocupes Mauricio, yo paso a buscar a Amaia y la llevaré a que la atiendan, desde luego ya que sepa lo que pasa con ella, te llamo para avisarte. Pierde cuidado.–Gracias Axel, quedo pendiente de tu llamada.–Por nada socio, buen día. – Le dije con premura.Al colgar con Mauricio, Ale se me quedó mirando como notando mi preocupación y sólo pude decirle a manera rápida el recado de su padre. No podía decirle otra cosa, pues era lo que sabía.Salí como loco a buscar el auto, mi corazón estaba latiendo como desesperado y de mis ojos salieron unas cuantas lágrimas de la impotencia, quería legar allá lo antes posible, me desesperé en el tráfico y no recuerdo ni cómo llegué al Tec tan rápido, hasta que me encontré en la enfermería, bus