Capítulo XXXII

Alexandro Bianchini

Maldigo a todos los inventores de alarma cuando la mía me hace querer lanzarla, pataleo como pequeño y me estiro en la cama. Abro mis ojos mientras permanezco tirado en todo y en nada al mismo tiempo, cosa rara, pero así soy cuando me levanto de mal humor en las mañanas. Salgo de la cama y camino al baño, espero varios segundos para hacer mis necesidades por cuestiones de que soy hombre y tengo pene, es difícil mear con una erección sin chorrear todo el lugar.

            Después de que la felicidad de mi pierna vuelve a su estado de reposo hago lo que iba a hacer, me ducho y salgo con más energía, me voy a la cocina envuelto en mi toalla para preparar el café, Azucena no tiene que venir hoy y me toca calentar cualquier cosa o pedir mi cena al restaurante más cercano, Donovan era quien me alimentaba en estos días, pero está lejos por varios meses.

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Yerimil Perez

Ya sabemos quien metió a Donovan a la lectura y todos que pensamos que Alexandro era un inculto más.

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