ELLIOTSeguí el rastro de Katherine; comenzaba a asustarme al ver que se internaba en el bosque.Pensé en miles de conspiraciones: ¿la habrían capturado? No sé, llevándosela a la fuerza.Sin embargo, no había otros aromas, pero aun así no me fiaba.Ya estaba tan ansioso que imaginé miles de escenarios, menos el que realmente me encontré.Escudado por la oscuridad, llegué a los límites de la celebración de los plebeyos.La música animada llenaba el aire, nada que ver con las melodías sofisticadas que se escuchaban en el salón.Las voces y las risas inundaban la noche, pero entre todas escuché una que era demasiado dulce para mis oídos.Su aroma, esa lavanda llena de felicidad, me inundó.La busqué en la ronda de personas que bailaban, y entonces la vi.Se movía agarrándose la falda, subiéndosela a un límite indecente, saltaba de un lado a otro siguiendo a las demás mujeres.Sus ojos brillaban a la luz de las antorchas.Me quedé por un segundo hipnotizado, embriagado en la belleza de es
ELLIOT —¡NO VOY A SOLTAR A NADIE! ¡TE BUSCAS A OTRA MALDIT4 PAREJA! —le rugí al idiota a mi lado que ya estaba codiciando a mi hembra. Se estaba rifando esa pérdida de dientes que le propinaría a cualquiera de ellos. —¡Auch! —gemí, tomado por sorpresa al sentir el aguijón en el pie. Katherine me había bajado a fondo el alto tacón del botín, aprovechando mi descuido para empujarme y escapar de mis brazos. —¡Ka… joder… Rossella! —casi se me escapa su verdadero nombre; no quería que supiera la verdad así. Se metió entre las mujeres. Iba a perseguirla como un acosador, pero alguien me sostuvo del brazo. Me giré, dispuesto a estamparle el puño en la cara a cualquiera, el cabreo subiendo a niveles salvajes, pero me frenó por completo la presencia de una señora mayor. —Joven, venga, venga, cálmese —me arrastró hasta una mesa donde me hizo sentarme a pesar de mis negativas. ¿Pero qué iba a hacer? ¿Empujarla? Obviamente no podía. No dejaba de mirar entre las personas, buscándola como
ELLIOTSi algo he aprendido en estos minutos ha sido la definición de “comer fango”.Soy un “comefango”, no hay otra palabra para describirme ahora mismo, revolcado, peleándome con un cerdo en medio de este lodazal.—¡Quédate tranquilo, maldit4 sea! —me abalancé sobre su lomo, pero las manos me resbalaban, el barro salpicaba, el cuerpo rechoncho se retorcía bajo mi agarre.Me imaginaba la escena que estaba dando.Enredé las piernas con fuerza en sus flancos, intentando agarrarle las orejas y tirar de su cabeza.«¡Uiiik, uiiik!»Comenzó a chillar, y yo, montado encima de él, saltando, agarrado a sus orejas y dándole la vuelta al corral como si fuese un vaquero en un rodeo.¡¿Con qué diantres habían alimentado a estos bichos para tener esa fuerza?!Los ruidos taladraban mis oídos, las risas se escuchaban por doquier, correteaba aferrado a su cocote, intentando dominarlo.¡Qué papelazo! Mínimo, con todo esto, ya me había ganado una chupada al menos de la Duquesa.Logré frenar su carrera
ELLIOT—¡Oye, espera, zorra! ¡Yo lo había visto primero!Los gritos quedaron atrás, junto al furor de las peleas y los violines animando las trifulcas.Corría por entre las sombras de las carpas y los pequeños negocios, sucio, lleno de fango, pero por alguna razón, al mirar la cabellera castaña ondeando frente a mí, aspirar la deliciosa lavanda, una sonrisa apareció en mis labios.Estaba feliz.*****KATHERINEMe encontraba parada en el pasillo, vigilando.Nos habíamos metido dentro de unas caballerizas en silencio, solo con algunos caballos en sus cuadras ya dormitando.Elliot me dijo que siempre en estos sitios había duchas rústicas para que los peones se lavaran, y allí estaba él, metido dentro de lo que parecía una caseta de madera, solo con una cortinita precaria al frente, que lo tapaba.Me paré de espaldas, mirando a través del largo y medio oscuro pasillo, que llevaba a la entrada del establo.Sabía que estaba desnudo, el muy descarado casi se desvistió en mi cara. Escuchaba e
KATHERINE Sus jadeos y gruñidos contra mi cuello, nuestros cabellos mojados pegados a la piel.Quiero enojarme. Recuerda lo malo Katherine. Recuerda.—Mmmm —gemí cuando me chupó con lascivia el cuello, sus caninos demasiado afilados me raspaban deliciosamente cerca de mi pulso frenético.Su otra mano subió a apretarme y manosearme un seno, intentando meterse dentro de mi escote.La otra bajó a levantarme las capas del vestido.No pude aguantar más.Por voluntad propia comencé a masturbarle la dura polla, a gemir mientras era toqueteada.Mis uñas se aferraban a los músculos tensos de su espalda, contraídos en sus embistes sensuales buscando placer.—Espera, ¡maldit4 sea!, ¡cuántas capas! —se impacientó levantándome a tirones el vestido.No podía creer que lo fuéramos a hacer aquí, en este cuartito a oscuras, con el agua cayendo y perdiéndose en la cañería rústica del suelo de concreto crudo.—Aaahh —gemí al sentir sus dedos acariciando lascivamente mi coño por encima de la braga.—Ss
BRENDAEstaba furiosa y herida por el desplante de Elliot frente a todos.Pensé que en realidad me abandonaba por una nueva amante.Ese cuento de que deseaba estar con su esposa no me lo tragué; sin embargo, aquí estaba, usándola de nuevo como excusa frente a todos.Lo vi marcharse apresurado y enseguida tuve al idiota de Thesio detrás de mi trasero.¡Qué hombre más pedante e intenso!Me trajo cajas de regalos, la verdad es que el resplandor de las joyas me encandiló por un segundo.Thesio no era un hombre feo; todavía se mantenía muy bien: viudo, sin hijos y dispuesto a darme el lugar de su duquesa que muchas ansiaban.Pero al ver su rostro ya rayando los 45 años y saber que este simple elemental sería un vejestorio y yo, en mi plena juventud como ser sobrenatural, me disuadía bastante y aclaraba la mente.Eso sin contar que no confiaba en él para revelarme como una mujer loba.Casi me tenía acorralada contra el diván de la biblioteca, manoseándome por todos lados con palabras lasciv
BRENDALo escuchaba tragando, el chapoteo de su saliva que incluso el agua no disimulaba.Bajó una mano y comenzó a masturbarse la polla.Estaba de espaldas a mí, pero era muy evidente todo lo que hacía.Él no fingía, su deseo por esa mujer salía a raudales de cada poro de su cuerpo.Era como si yo no estuviese aquí, como si no existiera.Las lágrimas comenzaron a picar en la esquina de mis ojos.Nunca me había sentido tan hundida; era obvio que él la había preferido a ella.A una débil elemental que nunca podría darle lo que yo podía: una mujer de su raza que le guardaba su secreto, que satisfacía su parte animal.No aguanté más y me fui corriendo por el bosque.La desilusión y los celos hirieron mi alma.¡Que se jodiera!, a ver qué hacía cuando Thesio hundiera sus planes.Yo no le diría nada. Él hizo su elección, y yo la mía.*****KATHERINEGemí alto al sentir el cosquilleo en mi vientre, mis músculos vaginales contrayéndose, liberando mi miel para ser chupada por los labios y la l
VALERIA— ¿Estás… estás segura Esther? – le pregunto con la voz quebrada.Mi corazón late apresurado, lleno de felicidad.— Muy segura Luna, aquí está en el ultrasonido, es esta pequeña mancha oscura. Está embarazada. Me señala en la pantalla y veo la frágil vida de mi cachorro formándose en mi interior.— ¿Por qué no he podido olerlo o su padre? – le pregunto preocupada.— Es muy reciente, quizás por eso, dele más días y debería percibir sus feromonas.Me responde y asiento, con los ojos nublados por las lágrimas.Soy la Luna de manada “Bosque de Otoño”.Hace tres años me casé con el hombre que amo con locura, a pesar de no ser mates destinados, mi Alfa Dorian.He dado todo por ser la Luna perfecta, el pilar al que pueda apoyarse, sin embargo, una sombra opaca mi matrimonio y era el tema del heredero.Nunca había podido salir embarazada y admito que no comparto mucho la cama con Dorian, pero sé que sus obligaciones de Alfa lo tienes demasiado ocupado y estresado.— Por favor, no le