ELLIOTRossella bajó la cabeza, tosiendo un poco y jadeando de prisa. Creo que se me fue la mano.—Déjame ver, ¿te lastimé? Espera, Rossella, no, no te levantes, yo me agacho… —la quise detener cuando se agarró a mis piernas y comenzó a levantarse.Se limpió los labios hinchados con la mano. Fui enseguida a revisar si estaba herida.—Yo… perdí el control, no…—Está bien —tomó mi dedo, que acariciaba su barbilla, y lo lamió sin dejar de observarme de una manera que hacía vibrar cada centímetro de mi cuerpo.Su voz gutural, por el uso que le estaba dando a su garganta ahora mismo, me encendió aún más.—. Elliot, yo… te pedí que pararas porque…Dio otro paso hacia adelante; estaba atrapado contra el borde de la bañera.—Quiero que te corras en este sitio —tomó mi polla con su mano y la coló entre sus piernas.Por la diferencia de alturas, solo la punta rozó la resbalosa hendidura, pero eso bastó para hacernos sisear ambos de placer.—¿Te molestaría si te pido que me llenes con tu semilla
NARRADORA Elliot corrió como un demente, sin rumbo, descalzo. No sentía las duras piedras ni los arañazos en el torso desnudo provocados por las afiladas ramas a su paso.Sudaba profusamente, su respiración era irregular. Cayó de golpe sobre la tierna hierba en medio del intricado bosque. Sentía toda su piel arder, como si la temperatura aumentara sin cesar.Sus huesos crujían de manera extraña. Arqueó su espalda en posición fetal, aguantando las sacudidas dolorosas de sus músculos. Con las manos llenas de garras, se abrazó la cabeza, que palpitaba como si miles de clavos ardientes se hundieran en su cráneo.Su corazón latía tan rápido que pensó que le daría un ataque y moriría en ese lugar.Se apretó el pecho, clavándose las uñas en los fuertes pectorales. Algo clamaba por salir desde su interior, por tomar el control, por comandar su voluntad, pero él se resistía. Siempre se resistía.La única vez que cedió fue aquella noche. No sabía exactamente qué le había sucedido, pero
NARRADORA—No soy ningún espía. Puedo ir y ser de ayuda —Elliot enseguida se interesó. Necesitaba saber exactamente qué pasaba aquí.A pesar de las protestas del tal Tomas, terminó siguiéndolos por el bosque. Avanzaban rápido, corriendo ágilmente. Elliot nunca se quedó atrás. Esta velocidad y resistencia no podían ser mantenidas por un elemental normal.Ninguno de ellos era normal.****Se escondieron en cuclillas detrás de grandes rocas, en las alturas de un risco. Abajo, quedaba un profundo cañón y justo pasaba el ancho río que hacía de límite fronterizo en esta zona de los dos Ducados."Elliot, ¿puedes escucharnos?" Aldo intentó de nuevo hablarle en su mente, pero nada; Elliot ni se dio por enterado.Aldo frunció el ceño. Este tipo se hacía el desentendido o de verdad no conocía bien sus poderes como ser sobrenatural.Como sea, los sonidos de cascos de caballos, el arrastre de ruedas y el chapoteo de agua los hicieron prestar atención a lo que sucedía unos metros más allá.—Ab
NARRADORAElliot no entendía lo que significaba. Sin embargo, lo imitó.—Lo juro por mi vida, moriré cruelmente si incumplo mi promesa —aseguró, palmeando con su puño el corazón.Elliot sabía que este hombre era un ser sobrenatural, se lo había insinuado de tantas maneras. Entendía que Aldo sospechaba también de él, al parecer mostró algo cuando lo rescató en el río, pero no se atrevía a preguntarle, a abrirse, porque él no era cualquier persona.Él era el Duque y tenía demasiado que perder. Nadie lo estaría chantajeando de nuevo. No era lo mismo sospechas que afirmación.Aldo entró a la casa a descansar con su familia. Elliot suspiró mirando hacia el pasillito que llevaba al patio.Fue en esa dirección para vaciar la tina y recoger el baño del que escapó como un cobarde.Al abrir la puerta con un chirrido bajo, se encontró en las penumbras de la fría habitación.Rossella había dejado todo ordenado y seco. Solo la tina mantenía el poco de agua que quedó después de haberla salpicad
NARRADORA—Rápido, con esta barca cruzan el tramo este del río y vas a llegar a la aldea vecina. Busca a Joaquín, en la única posada que hay. Debe de estar al salir su caravana de comercio. Dile que vas a mi nombre…Aldo le daba instrucciones apresuradas mientras desataban los nudos de las amarras y se preparaban para empujar el pequeño bote por la rampa hasta el agua.Amparados dentro de la vieja caseta del embarcadero, Katherine los miraba nerviosa, a penas bajando un poco las revoluciones de su respiración acelerada por la carrera suicida.Por todos los cielos, estos hombres no parecían que llevaban más de media hora corriendo como perros locos por el bosque y ella estaba a punto de escupir los pulmones.Y eso que llevaba sangre de ser sobrenatural, que si no…—Empujemos. —Con un golpe seco y el chapoteo del agua, la barca cayó sobre los límites del río. Solo faltaba darle el empujoncito para que descendiera por la rampa.Katherine fue a ayudarlos; entre los tres sería más rápido.
NARRADORA—¿Qué? ¿Crees que no lo aceptarán como pago? —lo miró con ojos preocupados e incluso inocentes.Elliot observó en las profundidades de sus orbes. Parecía sincera, nada de trampas o artificios.Cada vez estaba más convencido de que esta no era su esposa original, y ahora resultaba más que evidente que esta mujer, idéntica a Rossella, no conocía su secreto.—Sí, creo que sí sirve. —Extendió el brazo hasta con dudas, pensando en que a último momento ella se arrepentiría.Su corazón dio un vuelco cuando ella le puso el colgante mágico en la palma de la mano.—Bueno, lo dejo entonces a tu resguardo.—¿No es un artículo importante para ti? —sondeó, pero guardándolo enseguida en su cuerpo. No pensaba entregarlo más, de hecho, lo destruiría por completo.—Bueno, no mucho, creo que perteneció a mi madre, ni siquiera la conocí. En todo caso, los vivos deben buscar la manera de seguir viviendo —le dijo Katherine sin darle mucha importancia al asunto.Y mucho menos darse cuenta de que
NARRADORAIncluso lo observó de arriba a abajo, deteniéndose fijamente en su bragueta.Elliot la miró con incredulidad para luego comenzar a reír a carcajadas, llamando un poco la atención.Katherine sonrió con disimulo. Nunca lo había visto reírse así; se veía tan sexy, sin ese aire gruñón y superior.Así que el hombre de hielo también tenía buen humor de vez en cuando.Elliot tosió un poco, controlando su desliz. Era tan ocurrente, un soplo de aire fresco en su vida llena de secretos y temores.Ella misma no se daba cuenta de cómo cada día iba saliéndose más y más de su papel de Rossella. La verdadera Duquesa era una mujer remilgada, llena de complejos, rígida, no como esta nueva Duquesa que lo tenía encantado con su sensualidad y viveza.Deseaba decirle que moría por hacerle el amor como nunca antes pensó, pero la sombra de lo que había sucedido ayer todavía lo acechaba.¿Y si perdía de nuevo el control con ella? ¿Si le hacía daño y era descubierto?Abrió la boca para darle una
NARRADORA—¡¡Señor!! —Wallace estaba conmocionado, feliz y, a la vez, preocupado porque no entendía del todo la situación.Menos cuando el Duque se paró delante de la Duquesa de manera protectora, ocultándola.—¿Por qué… por qué, si estaba en la ciudad, no fue al castillo? Mandé una partida de hombres a buscarlo por todo el Ducado, por los alrededores de donde lo asaltaron. Uno de los soldados sobrevivió y vino a darme la alerta —comenzó a explicarse enseguida.La atmósfera a su alrededor era fría y amenazante.Se sentía como una rata atrapada en medio de una trampa.—¡Pensé que había sido un complot de la Duquesa con el enemigo..!—¡CÁLLATE Y DEJA DE SER TAN CÍNICO! —Elliot no pudo evitar explotar de la cólera.Confió en este hombre, puso su patrimonio en sus manos.Estaba harto de que siempre lo apuñalaran por la espalda; por eso le resultaba tan difícil confiar en nadie.—Yo no…—¡Sí, tú sí! —dio un paso adelante, apenas controlando que sus caninos salieran afuera—. ¡Y me vas a de