NARRADORAAtaviada con un hermoso vestido crema hasta el suelo, bordado con rosas en tul y satén, lucía hermosa, radiante.Silas avanzaba por el pasillo alfombrado con la guía de Valeria, pero él estaba embobecido en los ojos grises como las estrellas, su piel tan suave, esa sonrisa que calentaba su alma.Cómo amaba a esa mujer.La había añorado hasta el punto de no saber cómo soportó tantos años sin ella, sin enloquecer por completo.Su cerebro la olvidó, para protegerlo de volverse demente y poder sobrevivir hasta este día.—Ahora debes pedirle la mano a su padre —la voz de Valeria lo sacó de su nube de amor.Al mirar al enorme pelirrojo al lado de su Selenia, reconoció los mismos ojos grises, al menos en el color.Pero la expresión general de gruñón, en cambio, no tenía nada que ver.—Rey Lycan, yo, solo Silas, solo un ser elemental, pido la mano de su hija Selenia, Sigrid Von Carstein. Deseo ser su protector, su compañero, y prometo amarla hasta el último de mis días —pronunció su
NARRADORA Valeria tenía más desarrollada la parte de su pequeña loba, que ahora lo miraba como el plato fuerte que se comería a continuación. —Nena, sé muy bien lo que estás haciendo —Aldric le dijo con la voz ronca. Solo su presencia y las imágenes calientes que Valeria tenía en su mente lo estaban endureciendo. —¿Y qué vas a hacer al respecto? —Valeria pasó el seguro y comenzó a avanzar en a través de la oscuridad, los haces de luna, la iluminaban a intervalos. El olor embriagante del vino la tenía mojada; el deseo rugía en sus venas, más apasionante que nunca.—Vale, no quiero lastimarte, el embarazo… —Shhhh - Valeria se paró frente a él. Su pequeña silueta brillaba a la luz de la luna frente a la enorme de Aldric, acorralado contra el escritorio, con su dedo índice sobre los finos y sexis labios del Rey. —Los cachorros están muy bien, pero la madre no. Necesito la esencia vital de mi macho… —comenzó a hablarle con esa voz que a Aldric le paraba hasta el corazón. La vio dar
SILAS Di un paso y otro, algo indeciso de si le gustaría esta ilusión que creé a partir de mi magia negra.—¿Amor, eres tú? —sus ojos hermosos me miraron dudosa, en medio del claro, bañada en plata.Su magia, que llamaba a mi ser, se extendió tanteándome, probándome. Comencé a avanzar hacia ella. Las almohadillas de las enormes patas pisaban las hojas caídas y el suave césped. Me sentía incluso un poco ridículo, pero por ella haría lo que fuese.“Soy yo”, le dije en su mente.—¡Silas, te transformaste en lobo! —se inclinó sobre el enorme cuerpo, sus manos fueron al pelaje de bruma creado con magia.Subí la cabeza y la miré hipnotizado, a su sonrisa, que era contagiosa, disfrutando de sus caricias y su alegría. Valió la pena el practicar para lograr tomar esta forma.—¡Yo también puedo crear una loba con magia! —me dice con los ojos brillándoles.— Pero… no sé cómo transformar bien la ropa como tú… mmm, ¡espérame un momento!Se va corriendo atrás de un árbol. Escucho el susurro d
SILASMi respiración pesada abanica los suaves pelos blancos.Tengo que recordarme constantemente que es su primera vez, que debo controlarme. Me incorporo y vuelvo a cambiar. Con torpeza y algo más lento que ella, pero constante. La guío hacia donde la deseo llevar.Un enorme lobo negro dejando una estela de bruma oscura y una hermosa loba de cabello dorado corriendo bajo la luna.Llegué al borde del lago y salté sobre sus aguas mansas. Bajo mis patas se endurecía al momento, permitiéndome avanzar. Sigrid me siguió, destellos dorados quedaban en un camino por donde transitaba.Nos tocábamos y acariciábamos nuestros morros, siempre a su lado, siempre con mi Selenia.Atravesé la bruma oscura, la barrera hacia el Reino de los Elementales que se abrió para dejarla pasar. Ella siempre podría acceder a este territorio.Me siguió, sin preguntar, sobre las colinas, entre las montañas, bordeando las ciudades que crearon los elementales durante tantos años. Pero dentro de esta prisión, ha
SILASLa diminuta abertura rosada se abría un poco, destilando miel embriagante que me tenía salivando. Los regordetes pétalos a los lados y el clítoris elevado y duro mostraban lo excitada que estaba.La yema de mis dedos índice y del medio acariciaron con lujuria a través de toda la abertura, recogiendo sus fluidos, mirándola como un pervertido. Mi polla se movía temblorosa con la contracción rígida de todos mis músculos.—Mmmm… —un gemido caliente salió de sus labios cuando comencé a tocar su flor virginal. Arriba y abajo sin entrar en la estrecha abertura, solo tentándola.Rodeé el clítoris y lo pellizqué un poco entre mis dedos, moviéndolo en círculos.—Silas… —se retorció de placer, llamándome. Mis ojos conectaron con los suyos, nublados, húmedos.Mierd4, mierd4, mierd4…Me incliné sobre ella y comencé a besarla profundo, apasionado, desesperado.Mis dedos exploraron y rodearon la tierna vulva. Mi boca bajó por su cuello, dejando un rastro de besos enfebrecidos. El dedo del
SIGRIDNo quiero parecer tan débil. Ya hemos estado juntos. ¿Por qué me siento tan vulnerable frente a Silas con mi cuerpo original?Me abrazo a él y me dejo llevar por todas las nuevas y excitantes sensaciones.Sus labios bajan y capturan mis pezones. Me estremezco por tatos estímulos, el dolor convirtiéndose en una molestia ante el roce constante de su polla.La siento palpitar y engrosarse, latir caliente. Me está gustando. Mi coño cede y empieza a disfrutar de ser tomado por primera vez.El meneo en sus caderas comienza a ser más vigoroso, profundas estocadas, cada vez más rápidas y apasionantes, más rudas. Y hay un punto… sí, oh sí, ese lugar, justo ahí…—Silas… mi Silas… mmm —mis gemidos cambian de dolorosos a excitados. Las gotas de sangre se mezclan con los fluidos blancos que lubrican las penetraciones.Silas se mueve sobre mí como un lobo en celo. Abre por completo mis piernas y se menea entre mis muslos. Se incorpora un poco, y lo veo jadeando y gruñendo, embistiendo en
SIGRIDComienzo a ponerme ansiosa porque me bloquea totalmente.Pero nuestras magias son una, es como el vínculo en los hombres lobos o la conexión de la sangre en los vampiros.Somos mates, y ahora mismo lo único que siento viniendo de él son inseguridades y… ¿temor?—¿Silas? —Intento subir mi cabeza, pero él se aferra con más fuerza a mi cuerpo. Ambos estamos sentados sobre la cama.—Amor, ¿qué sucede? —le pregunto preocupada.Siento su rigidez, su resistencia. Está aterrado de repente, y su corazón late errático. Me está poniendo muy nerviosa.Cuando me dispongo a abrir de nuevo la boca, poniendo la mano en su pecho para apartarlo, él me habla al fin con voz gutural:—No puedo —me dice en voz baja, temblorosa. El remolino turbulento de su magia a punto de salirse de control.—¿Qué? —susurro atónita.—Yo no puedo, Sigrid… yo… yo no te dije por miedo a que me dejaras… No te alejes de mí, por favor, no te alejes de mi vida. No puedo soportarlo sin ti. Soy tan egoísta que me callé pa
VALERIASilas a su lado, agarrando su mano, se ha ido integrando poco a poco a la familia, aunque se nota que prefiere aislarse solo con Sigrid.Mis ojos lo miran por un segundo, no puedo evitar sentir la punzada de la tristeza.“Vale, lo estás haciendo de nuevo.”Aldric me advierte, y aparto enseguida la mirada.Él vino a hablar conmigo en secreto, quiere que lo ayude con nuestra magia de Selenias. Tiene esperanzas de poderse curar, no puede darle cachorros a mi hija, y eso me llenó de una profunda tristeza.Sigrid no sabe nada de él pidiéndome ayuda; Silas no quiere darle esperanzas falsas. Yo prometí callar, pero a Aldric no puedo ocultarle algo tan importante.Al inicio se cerró por completo; pensé que no lo entendería.Se pasó un día entero sin hablar prácticamente nada, estaba devastado, pero al otro día Sigrid lo invitó a correr como lobos, solo ellos dos.No sé qué sucedió, qué hablaron. Él llegó más calmado y aceptó todo el asunto. Me dijo que me apoyaría en lo que fuese n