NARRADORADetrás de las cortinas del balcón, “Gabrielle” miraba a una de sus hijas más queridas. La cuidó tanto, guio su destino para iniciar la salvación de esta tierra que casi destruye por sus egoísmos.Los ojos plateados brillaron con intensidad, las plegarias de Valeria escuchándolas todas en sus oídos. Una sonrisa etérea apareció en el rostro de "Gabrielle".Su silueta brilló, oculta en la esquina, regresando a su hogar. Todos entretenidos, nadie se había dado cuenta de que una invitada inesperada había invadido su castillo.Gabrielle se apoyó con cansancio contra el marco de la puerta, casi al punto del desmayo.Pero sus ojos cansados miraron con alivio hacia su Valeria. No le importaba prestar su cuerpo mil veces más si era para ayudar a su familia.Valeria, en el balcón, con los ojos cerrados, no se dio cuenta cuando las nubes se despejaron y la luz intensa la iluminó. La luna llena parecía querer abrazarla en cualquier momento.Sus pestañas se abanicaron, mirando extasi
Queridos lectores:Si has llegado a este punto leyendo mi libro en la aplicación de Buenovela y apoyando mi trabajo, te lo agradezco de corazón.Hasta aquí sería el final del TOMO I de esta novela, donde se desarrolló la historia de varios personajes, pero sobre todo de los principales, Aldric y Valeria.Su historia de amor tuvo un cierre por completo.El TOMO II, a continuación, comenzará con “El Reino Elemental”, con la historia de nuevos personajes, que a la larga, se van a mezclar con los personajes que ustedes ya conocen. Empezará el TOMO II un tiempo antes de que Silas sea liberado durante la guerra y la barrera sea abierta, para que se encuentren de nuevo las dos razas: Elementales y Seres Sobrenaturales.Es necesario para que se hagan una idea de cómo funciona el Reino Elemental y qué sucedió durante todo ese tiempo con su civilización.Advierto y téngalo muy en claro, los personajes que conocen ahora, no van a aparecer al inicio del TOMO II para que no me pregunten sobre los
EN EL REINO ELEMENTAL, ANTES DE QUE SILAS ABRIERA LA BARRERA AL REINO SOBRENATURAL KATHERINE El olor a humedad y a rancio impregnaba cada rincón de mi pequeño "cuarto" o, más bien, la celda que me retenía y ocultaba del mundo. Me abracé a mí misma, sentada en una sucia esquina, temblando, pegando las rodillas a mi pecho. Mis muñecas, en carne viva por las cadenas, y mis pies descalzos, se acompañaban de una mugrosa bata blanca sobre mi esquelético cuerpo. Los dientes me castañeaban sobre la mordaza que me impedía hablar, y todo mi sistema estaba inundado por las fuertes drogas que ese hombre me inyectaba. Laurence, mi “cuidador” o, más bien, mi verdugo personal en esta prisión. Intenté respirar laboriosamente. Sentía que me quedaba sin oxígeno; el pecho congestionado subía y bajaba con lentitud mientras mi mente comenzaba a divagar. Odiaba sentirme así y las ganas de aferrarme a la vida se desvanecían cada vez más junto con mi fortaleza. Pasos llegaron a mis oídos, y me ten
ROSSELLAMiraba a través de la ventana del segundo piso, en la villa familiar campestre, cómo mi gemela practicaba una y otra vez para hacerse pasar por mí.Una risa de ironía apareció en mis labios y luego el sabor a hierro subió desgarrando mi garganta.Me llevé el pañuelo a la boca y comencé a toser con fuerza, sentía como si todos mis órganos se estuvieran haciendo una papilla, muriendo lenta y agonizantemente.Era mi castigo, lo sabía, yo fui quien le robó a ella su vida en primer lugar.Miro al delicado pañuelo manchado con una grotesca mancha sanguinolenta, mis ojos marchitos con la sombra de la muerte. Recuerdo esos días, ahora más que nunca lo recuerdo, y los remordimientos estrujan mi alma.«Había llegado de visita a las tierras del Ducado de Everhart. Éramos personas de campo, ni pobres ni ricos, solo clase media decadente.Mi padre gastó casi todos sus ahorros, encaprichado con unos terrenos en venta dentro de ese ducado lejano, diciendo que era hora de progresar.Cuando
KATHERINE Los finos botines negros tocaron los adoquines del patio interior. El corsé no me dejaba hacer movimientos bruscos; bajé tomando la mano del cochero como apoyo. Intentaba no desviar la mirada a todos lados o mostrar asombro por la imponente edificación en piedras labradas blancas. Era hermoso el castillo, lleno de detalles y lujos en cada esquina. —Su señoría, bienvenida —una mujer con el cabello canoso estirado hacia atrás salió a saludarme con varias sirvientas. Era el ama de llaves; había estudiado a todos aquí. —Sra. Prescott, manden a llevar mi equipaje a la habitación —di una orden fría, seguida por unas toses falsas mientras me cerraba la pesada capa frente al pecho. Mi tono de voz era más ronco que el de mi hermana y, debido a tantos años amordazada, pudiendo hablar pocas veces, me costó mucho trabajo poner a funcionar mis cuerdas vocales de nuevo. Así que fingía seguirme recuperando de la enfermedad pulmonar que mi hermana tomó como justificación para mud
KATHERINE Me quedé rígida por un momento sin saber qué responderle, los sentimientos chocaban con contradicción en mi pecho.La alegría efusiva de conocerla, el nerviosismo de acercarme a ella, de cómo me trataría, si podría ganarme su amor perdido por más de 10 años, y ahora… Ahora solo quedaba la amargura de ver a mi hija tratándome como su enemiga y una extraña.—Yo soy tu madre, Lavinia, y solo quiero lo mejor para ti… —¡Yo no tengo una madre, tú no tienes el derecho de llamarte así! ¡Vete de mi habitación, márchate, márchate…! —comenzó a gritarme y a lanzarme agua.Una esponja llena de jabón impactó directo en mi escote, mojando todo el vestido y mi piel, salpicando mi rostro. Apreté los puños en un puro temblor, mi mirada viajó de ella con su ataque de rebeldía hacia la susodicha “nana” parada en una esquina. Bajó los ojos enseguida, pero lo pude ver muy claro: el regodeo y la burla en ellos.—Salga del baño, no volveré a repetirlo —le dije con voz fría, tomando el control.
KATHERINEYa era de noche. Estaba empapada de agua, sucia del polvo del camino y en extremo cansada, más mental que físicamente.Entré a una pequeña sala, con un juego de muebles suntuoso y una mesa para el servicio del té.La decoración era exquisita: cuadros y cortinas pesadas, muebles decorados de madera dura, incluso el techo estaba finamente trabajado.Todo muy hermoso, pero había detalles que se podían apreciar si mirabas bien: las telarañas medio ocultas en las esquinas, el polvo mal sacudido.Al abrir la habitación, el olor a guardado y humedad me asaltó la nariz, a pesar de que las sábanas estaban limpias.La persona que se encargó de la limpieza de este cuarto hizo de todo, menos limpiar bien.Al menos dejaron prendida la chimenea dentro de la fría habitación.Cuando abrí el enorme clóset de madera, casi pensé que saldrían murciélagos de una cueva.Eso no había tomado ni un soplo de aire en todo este tiempo.—Vaya Duquesa de pacotilla que eras, querida hermanita —murmuré sus
KATHERINE—¡Auch! —me agarré la nariz al borde de las lágrimas de dolor y levanté la mirada para ver “la pared” con la que me había tropezado.Un hombre de más de 1.80, con músculos poderosos bajo la camisa blanca que llevaba algunos botones abiertos, dejando entrever unos sexis pectorales. La túnica negra con brocados plateados por encima lo hacía lucir imponente.Yo parecía una cosita con mis escasos 1.60, parada delante de él.Sus ojos azules me miraron fijamente, tan intensos que comencé a ponerme nerviosa, pensando que sospecharía. El aroma de su colonia, una mezcla masculina a base de bergamota, picaba en mi nariz, colándose dominante en mis pulmones.—¿Qué estás haciendo? —me preguntó con voz grave y fría, ese tono ronco y autoritario de fondo.Di un paso atrás; estábamos demasiado cerca. Debía ser precavida. Este hombre… este hombre me gritaba peligro por todos lados.—Esperando a su señoría para cenar —le dije secamente, dando media vuelta y regresando a mi puesto.La verd