287. YO TE RECUERDO
NARRADORA

Sigrid lo supo incluso antes de que tocara su piel: era puro veneno.

Alzó su mano y cientos de cuervos invadieron las oscuras tinieblas, atravesando el vendaval, fundiéndose unos con otros, endureciéndose para formar un escudo gigante que protegía a su gente.

Sin embargo, el escudo estaba defectuoso: tenía un enorme agujero, justo sobre ella.

«¡¿Sigrid qué pretendes?!» Aldric le rugió intentando correr para socorrerla pero su hija lo bloqueó por completo con una barrera.

Valeria, en la distancia, miró en pánico cómo el poder de las Selenias que tanto se esforzaron en refinar y reunir protegía al ejército, pero no a su hija.

"Sigrid, no, hija, no, por favor" comenzó a llorar y a llamarla por su vínculo, pero Sigrid no los escuchaba y solo miró al hombre sobre su cabeza.

—Soy tuya y tú eres mío. No eres Umbros, ni Gray, eres Silas. Solo mi Silas —los labios le temblaron con las últimas sílabas dichas entre susurros, pero sabía que él la escuchaba.

Las gotas ne
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