CELINE—¿A dónde vamos? —le pregunté a mi mate buscapleitos después de reñirle por la incómoda situación de hace un rato.—No me gusta que Aldric te haya marginado tantos años —siseó sin soltarme la mano mientras caminábamos por el pasillo.—Él tenía sus razones para odiar el reino oscuro, yo lo odiaba también —suspiré queriendo dejar atrás el pasado.—Lo entiendo, pero eso no quiere decir que me agrade —se detuvo frente a mí, acariciando mi mejilla con su mano fría.La intensidad de sus sentimientos siempre rodeando mi alma.—¿Querías saber a dónde te llevaba? Ven, hay una sorpresa que mandé a buscar para ti —y abrió la puerta que daba a una enorme biblioteca.Miraba asombrada a las estanterías gigantes del suelo al techo, parecía un laberinto.Las lámparas colgantes alumbraban con sombras y luces tenues, pero las cortinas estaban corridas y a través de una enorme terraza también entraba la tenue luz del sol.Allí, de pie, había un hombre de espaldas a nosotros.Su ropa de noble esta
8 MESES DESPUÉS…ALDRICLeía los nuevos arreglos del Reino Nocturne sentado en la biblioteca.Así se proclamó oficialmente el nombre de la fusión de los dos antiguos reinos que ahora gobernaba.Yo, que no quería responsabilidades desde el inicio, terminé siendo el Rey de todo, pero por mi reina y mi princesita, era capaz de atarme a lo que fuese.Bajé mi cabeza y besé el suave cabello negro de mi hembra que dormitaba contra mi pecho, acostada a lo largo del mullido sofá.Dejé los papeles de lado y bajé mi mano para acariciar su panza ya grande; el momento se acercaba y la conexión con mi hija se hacía más y más fuerte.En cuanto mis dedos tocaron la piel de Valeria, sentí el revoloteo bajo mi mano que me sacaba sonrisas.“Mi hermosa cachorra, pronto te voy a conocer, tu papi muere por verte y cargarte entre sus brazos”Extendí mi pensamiento a través de nuestro vínculo y el movimiento bajo mis dedos aumentó, estirando de manera rara la piel de la barriga de mi mate."Shh, dejemos desc
ALDRIC—No, siempre eres muy suavecito… — me dice burlona.—Valeria, tengo miedo, amor, el otro día creí que te iba a dar una cosa de lo agitada que te pusiste.—Es que era muy incómoda esa posición, parece que llevaba toneladas de hierro en la barriga. —resopló devolviendo mis besos y mimos.—¿Quién fue la que se quiso hacer la histriónica? —me reí recordando el susto que pasé ese día por siempre seguirle en sus locuras.—Bien que te gustó, no te hagas. —me palmeó el brazo y solo pude negar derrotado; amo a esta mujer a morir.—Buscaré el barreño para limpiarte…—No —me detiene agarrándome la mano.—Valeria…—Una vez más, anda, no seas malito, ¿no vas a complacer a tu mujer cachonda después de cargar con tu cachorra tantos meses?Bajó su mano y comenzó a bombear sobre mi polla que está más enamorada de ella que yo mismo.Esta Selenia solo chasquea los dedos y ya la tengo parada en un segundo.Sé que son las hormonas del embarazo, pero en esta cruzada mi orgulloso guerrero ha demostra
ALDRIC“No, no, mi niña va a estar bien, Diosa, por favor, que mi hembra y mi cachorra estén bien."Suplico y extiendo el vínculo a mi pequeña, apremiándola a salir a ver el mundo.—¡Aquí está, ya está afuera!Un llanto, que cubre los gritos y los gemidos dolorosos de Valeria, hace temblar nuestros corazones.Veo que manipulan en unas mantitas blancas una cosita pequeña, el cabello negro azabache sobresale y destaca en la blanca piel.—Sus majestades, aquí tienen a la princesita, felicidades, mi reina. —la amiga de Valeria, que ahora es pareja de Dave, es quien la trae en sus brazos.No sé qué hacer, mis manos sudan, tiemblan, me siento tan irreal.—No tengo fuerzas, Aldric, sostenla en tus brazos contra mi pecho.Valeria me pide con debilidad, su voz apenas en un susurro mientras siguen manipulando su cuerpo y limpiando entre sus piernas.Juliette me pasa entonces la mantita, el nudo se aprieta en mi garganta y mis ojos se enrojecen cuando la sostengo con cuidado sobre el pecho de mi
20 AÑOS DESPUÉS… NARRADORA —¡¡SIGRID!! —la voz ensordecedora de Zarek resonaba por todo el castillo oscuro. Celine, sentada en la biblioteca leyendo, subió la cabeza sonriendo y luego continuó su lectura. ¿A saber qué travesura había hecho esa niña ahora con las cosas de su mate? Como en efecto, el príncipe oscuro estaba echando chispas mirando la biblioteca secreta donde guardaba todo tipo de libros de hechicería oscura y prohibida. Se llamaban prohibidas por algo, eran conjuros peligrosos, tenebrosos, con altos costos, por eso los tenía a resguardo de ciertas manitas inescrupulosas y ese cerebrito hiperactivo. —Esta vez no lo dejaré pasar. ¡Sigrid, sal de una maldit4 vez! —Zarek dejó el subterráneo mientras toda su mente escaneaba el palacio, pero como siempre, esa Selenia revoltosa era definitivamente su archienemiga, la némesis de su poder, la única que podía esconderse incluso en sus propias tierras. —¡Rousse, ven acá! —llamó a su comandante, uno de sus más leales si
SIGRID —¿Qué es esto? Ay, no puede ser —bufé al mirar lo que había tomado en mi apuro.Quería darme coscorrones a mí misma en la cabeza. Eran los planos para armar un artefacto mágico que te permitía entrar en los sueños de alguien y dejarle mensajes, órdenes o incluso provocarle sus peores pesadillas. —¿Qué hago con esto ahora, me cuelo en el sueño de Dave y lo fastidio un rato? —murmuré pensativa, pero luego lo descarté algo molesta. Tanto esfuerzo para nada, me había dejado leer todos sus libros menos ese y la curiosidad me picaba. ¿Qué tanto había prohibido en esos escritos? Caminé hacia el pozo escondido en el medio del bosque, siempre lleno de niebla oscura y al que casi nadie se atrevía a entrar por estar en los límites del palacio. Aquí creé hace unos años otro hechizo que me permitía trasladarme al momento hacia las tierras de mi padre. Vi unos lirios negros y a mi madre le encantan, así que me puse a recoger algunos para ella.De seguro estaba tomando la merienda de
SIGRID El grito se quedó atascado en mi garganta, los ojos casi salidos de mis órbitas y con las manos en un puro temblor, alcé a esa pobre criatura a punto de morir.Toda su pálida piel llena de horribles marcas negras, como patrones de maldiciones que incluso cubrían su rostro. No lloraba, sentía su débil corazoncito a punto de detenerse y abrió los ojitos, uno de cada color, para mirar a la cara de la perra que lo estaba ahogando en el pozo. —¿Mi señora, sucede algo? —me estremecí al escuchar una voz a mi espalda, no estaba sola. Diosa, tenía que disimular, meterme en el papel de esta hija de puta, porque si me descubrían, estaba muerta. —No sucede nada, Grimm, terminaré rápido con esto, ve a preparar el carruaje. —Ya está listo.—¡Que vayas de nuevo, o acaso eres sordo! —le grité con todo el desprecio que pude reunir, esperando que el temblor en el fondo de esta voz, tan rara para mí, no fuese notado. En cuanto escuché sus pasos, me giré en medio de este bosque extraño, don
SIGRIDEl carruaje se detuvo y escuché que Grimm saludaba a unos hombres, luego el sonido de rejas y de nuevo en marcha. Aparté la cortina con mi dedo donde un enorme anillo de esmeralda relucía y enseguida los guardias bajaron la cabeza con respeto. Pasamos por unas poderosas murallas que daban acceso a una ciudad llena de villas, casas de piedra y madera.Se escuchaba el bullicio de las calles y el aroma a comida, junto con el pregoneo de las personas en el mercado. Todos los campos de cultivos y lo que estaba dentro de estas murallas, pertenecía al feudo de la familia de hechiceras De La Croix. Tres hermanas, la mayor y jefa actual del castillo, Morgana De La Croix, la del medio Drusilla De La Croix y la menor de ellas, la mujer que mantenía prisionera en su conciencia, mientras ocupaba su cuerpo con mi espíritu primordial: Electra De La Croix. —Quiero descansar, que nadie me molesteDi órdenes y avancé, según los recuerdos, a través del patio exterior donde nos detuvimos, atr