NARRADORALe ordenó a Merkall que estiró su brazo y comenzó a leer las runas debajo de él, era un mago y su conocimiento tenía. De repente, a medida que las palabras iban cayendo, las cadenas en el cuerpo de Zarek comenzaron a moverse como serpientes venenosas, arrastrándose por el espíritu de su cuerpo. Las ataduras se liberaron de la mano de Gabrielle y comenzaron a brillar enredándose en la muñeca extendida de Merkall que se sentía el rey del universo. Cada vena de su cuerpo palpitaba en éxtasis y la adrenalina corría impulsando sus anhelos y regocijo.—Oh sí, maldición —casi tiene un orgasmo cerrando los ojos del placer cuando tomó el control de esa magia tan antigua y poderosa, cadenas forjadas por la misma Diosa para controlar a un ser tan peligroso e indomable.Cuando Merkall abrió los ojos, respirando agitado y con luces aun titilando en sus pupilas, ya tenía a su nuevo sirviente parado delante de él.—¡Muéstrame tu ejército, Zarek, enséñame por qué eras tan temido! —le ord
NARRADORA —¿Cómo firmas un trato que ni siquiera sabes leer, imbécil? ¿Acaso eres una Selenia, eres descendiente de mi familia real? Zarek le preguntaba con burla y apretando con saña su cuello, por donde ya se escapaba la sangre que bajaba por su fuerte brazo y goteaba al suelo. —Qué lástima que no puedes asesinarme y ser de verdad el dueño del castillo y el ejército, tsk, tsk, ¿debería mandar a asesinar a tu hija a manos del hombre que fue tu enemigo? —No lo creo… —Merkall se rió de repente, mientras detrás del cuerpo de Zarek dos manos se alzaban empuñando una afilada daga que estaba al descender. Merkall fue arrojado con fuerza a una esquina del balcón, debajo la algarabía de sonidos excitados comenzó de nuevo a enardecerse. Zarek se giró con rapidez y la punta de la daga cayó justo apuntando a su corazón, por encima de su camisa. —Dime Celine, ¿qué decisión tomarás?, ¿me asesinarás o me aceptarás de verdad como tu mate en tu corazón? —le preguntó con frialdad, como nu
NARRADORALa personalidad vampírica de Celine avanzó con anhelo y se inclinó sobre el cuerpo del príncipe que la recibió con los brazos abiertos, acunándola contra su pecho.Sus bocas se fundieron sensuales y sus lenguas se acariciaron, explorándose por fuera de sus labios, enredándose e intercambiando su pasión con los ojos entrecerrados del placer.Zarek la tomó por la cintura y la sentó a horcajadas sobre sus piernas, hundió los dedos en las hebras de su suave cabello y empujó hacia delante su cabeza para tomarla más profundo, para ahogarse en el mar de sus besos.Se tocaban la piel caliente, en la oscuridad sonidos húmedos y lascivos, gemidos que salían de entre los labios de Camilla al sentir los colmillos de su mate raspando con delicadeza la línea de su mandíbula y lamiendo con lujuria su cuello.Sus manos masculinas y fuertes se cerraron sobre sus caderas obligándola a menearse sobre él, la fricción entre las ropas los enloquecía.El duro miembro de Zarek latía caliente entre
*FLASHBACK DEL PASADO DE ZAREK*ZAREK: —Por favor, dime que no te hiciste popó de nuevo —miro a sus ojitos sonrientes y de su boquita solo salen burbujas de saliva. La levanto entre mis brazos y huelo su pañal incluso con miedo. —Uf, pensé que me tocaba de nuevo. Aguántate hasta que venga tu padre, ¿sí? Al tío solo le gustas cuando estás oliendo a bebita limpia —la cargo entre mis brazos y comienzo a meterme con ella. No puedo evitar que la sonrisa aparezca en mis labios, es tan linda y me recuerda tanto a mi hermana cuando era pequeña. —Al papá le toca el popó, la mala noche y en el futuro, pelearse con los pretendientes —entra Roger por la puerta del cuarto bufando y le paso a su pequeña hija. —Bueno, a la madre le tocó cargarla nueve meses y darla a luz, ¿te parece poco? —Sí, claro, tú defiende a tu hermana, ella no es tan santa como crees, ella… —¡AAAAHHH! De repente, un grito interrumpe nuestra conversación y salgo corriendo hacia el cuarto anexo; ese grito ha sido de mi
ZAREKAsí llamamos a los habitantes originales de estas tierras, criaturas simples, sin poderes, sin fuerza superpoderosa, sin caninos largos o garras afiladas, sin magia, sin embargo, tenían algo que todas las razas codiciaban. Daban a luz a descendientes puros de las especies: vampiros, brujos, lycans.Eran como libros en blancos en los que se podía escribir los genes para ampliar las razas, nada de ligarse entre familiares o con otra especie sobrenatural. Al final, todos nosotros nos originamos de una elemental.—¡VIKTOR! —rugí sin podérmelo creer, que ese hombre que había hablado conmigo tantas veces de proteger a estos seres en peligro, ahora estuviese haciendo algo tan atroz. —¿Su alteza Zarek, qué… qué está haciendo aquí? —se giró conmocionado, saliendo de la mujer que cayó casi moribunda, desplomada sobre la silla. —¿Así que por eso me pediste estas tierras apartadas? —comencé a reír sin pizca de humor.La sala entera se quedó en silencio, solo escuchándose las respiracion
ZAREK—Mmmm —gemía desesperado, queriendo hablar, agitando mi cuerpo en el aire. A pesar del miedo instintivo que comenzaba a sentir en mi alma, la rabia no me dejaba pensar con claridad. —Quieres acabar con todo lo que he creado, sientes que es injusto que las Selenias se sacrifiquen por mis errores, ¿acaso piensas que deseo enviar a mis hijas favoritas a morir? —los rasgos de mi hermana se fruncían con sus palabras y expresiones. —No es el momento Zarek, las condiciones no son las ideales, aunque asesines a todas las criaturas que he creado y las conviertas en tus sirvientes, no podrás contra Umbros y mi tiempo aquí es limitado. Yo también estoy cansada, hijo mío. Me dice de repente, acercándose a mí y acariciando mi mejilla. Sus dedos quemaban como acero a rojo vivo contra mi piel.Mi cuerpo entero reacciona temblando ante su presencia tan cerca, ante su aura opresiva, lucho por no bajar la mirada, pero no puedo verla a esos ojos como estrellas fulgurantes.—Si quieres terminar
CELINERecorrí con la mirada la cálida y elegante habitación. Pesadas cortinas burdeos tapaban los amplios ventanales y solo el fuego crepitante de una hermosa chimenea dorada al lado de la cama, arrojaba luz en el cuarto. Miré hacia el techo decorado con pinturas de mujeres y hombres en el bosque; con dos gigantescos candelabros dorados, llenos de adornos cristalizados y velas apagadas. Todo aquí era tan exótico y hermosamente antiguo, justo como su dueño. Me incorporé y observé la suave bata blanca sobre mi cuerpo.Alguien me había cambiado y sabía muy bien que fue él, no iba a dejar a otra persona hacerlo.Me mordí mi labio inferior, con miles de pensamientos en mi mente mientras colocaba mis pies descalzos sobre la mullida alfombra oscura. Mis pasos me llevaron directo a un enorme espejo de pie, frente a la masiva cama de sábanas blancas. Miré mi reflejo y recordé muy bien todo lo que había sucedido, todas mis acciones y que intenté incluso asesinar a mi mate con esa daga.—
CELINEDebió dejarlos Zarek y la verdad era que el anhelo de verlo crecía más y más en mi corazón. Me vestí y me miré en el espejo, el apretado corsé definía mi cintura y levantaba mis pechos en el escote cuadrado. Las mangas algo bajas dejando medio descubiertos mis hombros. El vestido vaporoso y hermoso caía suavemente hasta el suelo. “Deberías soltarte la trenza y llevar el cabello suelto, puedes ponerte una cinta.”Me sorprendí incluso al escuchar la voz tímida de Camilla, sin estar acostumbrada a que me hablara. Le hice caso, era obvio que tenía más estilo que yo; la verdad es que siempre había sido media marimacha, pero ahora deseaba ponerme hermosa para él. Cerré la gargantilla negra tejida alrededor de mi cuello y me miré satisfecha en el espejo. “Lo hiciste bien,” le dije intentando suavizar nuestra relación y al fin salí del cuarto. A medida que mis pasos avanzaban por la mullida alfombra del pasillo, los puños me temblaban un poco y no sabía dónde colocar las manos.