Extra Jake, sentado en el sofá, no podía contener la emoción que sentía. Acababa de recibir la noticia de su admisión a la prestigiosa Universidad de Nueva York y su familia se había reunido para celebrarlo.—¡No puedo creerlo, Jake! ¡Estoy tan orgullosa de ti!— exclamó Lauren, abrazando a su hermano menor con cariño. Alexander, el esposo de Lauren, se acercó a Jake con una sonrisa en el rostro.—Sabía que lo lograrías —soltó, dándole una palmada en la espalda. Alexander se había convertido en una figura paterna y mentor para Jake, brindándole el apoyo que su propia familia, (su madre) no le dio. Jake sonrió, sintiéndose aturdido por la emoción del momento.—Gracias a los dos. No sé qué habría hecho sin ustedes— expresó, mirando a Lauren y Alexander. Durante la cena, la conversación giró en torno a los planes de Jake para la universidad. Lauren y Alexander escuchaban con atención, ofreciendo consejos y compartiendo sus propias experiencias. Jake se sentía afortunado de tener a su
Extra Jake observaba distraídamente la pantalla de su computadora portátil, la mirada perdida entre los gráficos y las hojas de cálculo que llenaban la interfaz. A su lado, Katherine tecleaba con determinación, sus dedos danzando sobre el teclado mientras revisaba los diseños para su último proyecto. El silencio entre ellos se había vuelto cada vez más tenso en las últimas semanas, la presión de los estudios y las incertidumbres sobre el futuro pesando sobre sus hombros. —¿Jake? ¿Estás bien? —La voz de Katherine lo sacó de su ensimismamiento. Ella lo miraba con preocupación, sus ojos verdes brillando con una mezcla de cariño y frustración. Jake suspiró, pasándose una mano por el cabello castaño. —Sí, sí, estoy bien. Solo... un poco estresado, supongo. —Intentó esbozar una sonrisa, pero esta no llegó a iluminar su rostro. —Entiendo. Estos últimos meses han sido duros para los dos. —Katherine cerró su portátil y se acercó a Jake, tomando su mano entre las suyas.— Pero lo estás hac
Extra Jake respiró hondo, sintiendo cómo la tensión en su cuerpo aumentaba. En ese preciso momento, él pensó en su hermana. Así que la llamó. —Jake, ¿estás bien? —preguntó Lauren al descolgar. —No, no estoy bien —respondió Jake, su voz cargada de frustración—. Mamá está aquí, pidiéndome dinero. ¡No sé qué hacer! ¿Cómo demonios supo dónde estudio? Lauren se quedó en silencio por un momento, procesando lo que su hermano le había contado. Su indignación creció al escuchar sobre la aparición de Margaret. —¿Qué? ¿Esa mujer tuvo la audacia de volver? —exclamó Lauren, su tono lleno de desprecio—. No puedo creerlo. Jake tomó una profunda bocanada de aire. —Lo sé, pero no puedo simplemente ignorarla. Ella es… —Jake se detuvo, luchando por encontrar las palabras adecuadas. —¡No! Escúchame, Jake —interrumpió Lauren—. No tienes que hacer nada que no quieras. Si ella sigue acosándote, la denunciaré. No hay forma de que se salga con la suya esta vez. Jake sintió cómo su corazón se alige
Aquel día, Bianca entró al baño con una mezcla de nerviosismo y esperanza. Había decidido hacerse unos tests de embarazo, aunque no quería ilusionarse demasiado, ya que la última vez había sido decepcionante. Sin embargo, esta vez sentía un presentimiento diferente. Con manos temblorosas, realizó la prueba y esperó los minutos que parecieron eternos. Cuando finalmente miró el resultado, su corazón se detuvo por un instante. El test era positivo. No podía creerlo. Una oleada de emociones la invadió: alegría, incredulidad y un poco de miedo. Cuando Elijah llegó a casa, Bianca decidió que quería hacer algo especial para compartir la noticia. Sabía que este momento era significativo y quería que fuera memorable. Así que se puso a preparar una pequeña sorpresa. Con cuidado, decoró la mesa del comedor con velas y flores. También preparó una cena sencilla pero deliciosa, asegurándose de que todo estuviera perfecto. Mientras cocinaba, su mente no podía dejar de pensar en cómo Elijah rea
Semanas después... Ambos estaban emocionados por la idea de vivir juntos y construir un espacio propio, especialmente cerca de la universidad, donde podrían continuar con sus estudios y fortalecer su relación. Un día, mientras revisaban algunas opciones de arriendo en línea, Jake y Katherine compartieron sus pensamientos sobre lo que esperaban de su nuevo hogar. —Me encantaría tener un lugar con un pequeño balcón, donde podamos disfrutar de las tardes —dijo Katherine, sonriendo al imaginarse en ese nuevo espacio. —Sí, y también un lugar donde podamos estudiar juntos sin distracciones —agregó, sintiéndose motivado por la idea de un futuro juntos. Después de varias semanas de búsqueda, finalmente encontraron un apartamento que les gustó. Era acogedor, tenía dos habitaciones y estaba a solo unos minutos de la universidad. Ambos se sintieron emocionados y decididos a tomar la siguiente gran decisión. —¿Crees que deberíamos hacerlo? —curioseó, mirando a Jake. —Definitivamen
Alexander se encontraba sentado en el despacho de su tío, el aire era tenso y la luz del sol se filtraba a través de las persianas. Miraba a su tío, un hombre robusto y de mirada firme, que había sido una figura "paterna" desde la muerte de su padre. Aunque siempre sospechó que tenía otras intenciones más allá de lo que demostraba. —Alexander —comenzó Damián con voz grave—, hay algo que debes entender si realmente deseas asumir la presidencia de Whitmore. El joven frunció el ceño, sintiendo que el peso de la herencia estaba a punto de caerle encima. —¿Qué es? —preguntó, intentando mantener la calma.—Tu padre dejó una cláusula en su testamento —dijo el tío, cruzando los brazos—. Solo podrás heredar la compañía si te casas. Las palabras resonaron en la mente de Alexander como un eco ensordecedor. Su corazón se aceleró, y un torrente de emociones lo invadió. —¿Casarme? —repitió, incrédulo—. ¿Por qué? Maldición, ¿por qué tengo que casarme? —Era su deseo —respondió su tío, sin inmu
El día de la boda llegó. Huir no pudo. El momento que deseaba vivir cualquier mujer al lado del amor de su vida, su caso distaba de ser un "deseo", ocurría. Retuvo las lágrimas. Sus temblorosas manos sostenían el ramo de flores cuidadosamente elegidas, su vestido blanco de encaje caía en suaves pliegues que acariciaban el suelo, reflejando la luz de la ceremonia con un brillo casi etéreo. Se vio a sí misma en los ojos de todos los presentes, un panorama lleno de sonrisas falsas. Alexander emanaba en sus grisáceos ojos solo desprecio hacia su futura esposa. Pero una parte de él la contempló , admirando el delicado bordado que adornaba su escote y las mangas de tul que le daban un aire de inocencia, pero eso no apartaba de su corazón, el aborrecimiento que surgía hacia ella. Lo que hacía que el palpitante corazón de la joven intentara encontrar la calma en medio de la tempestad de aquellos orbes. De no ser por el pensamiento que le que recordaba que su medio hermano estaría bien
Lauren se detuvo en el umbral de la habitación, su corazón latiendo con fuerza. Allí estaba, en la víspera de su noche de bodas, una mujer casada pero aún virgen, sin saber qué esperar. Miró a su alrededor, observando los detalles elegantes de la habitación, pero todo parecía extraño y amenazador.Alexander entró detrás de ella, cerrando la puerta con un clic que resonó en el silencio. Lauren se estremeció involuntariamente, sintiendo la tensión eléctrica que crecía entre ellos. Durante la ceremonia, habían mantenido las apariencias, sonriendo y saludando a los invitados, pero ahora, a solas, ya no podían esconder la incomodidad que los rodeaba.—¿Estás lista, Lauren? —preguntó Alexander, en un tono que intentaba sonar suave, pero que delataba su impaciencia. Parecía que solo se estaba burlando de ella, claramente no estaba preparada para acostarse con él. Lauren tragó saliva, sus ojos evitando el contacto visual. —Yo... no estoy segura —admitió en voz baja, sintiéndose repentiname