*—Uriel:Uriel cerró la puerta de su vehículo y alzó la vista hacia el imponente edificio que se alzaba sobre su cabeza. Aunque pertenecía a Luc, Damien había ubicado allí la oficina que administraba los clubes, justo en el último piso.No era la primera vez que visitaba el lugar, así que caminó con seguridad hasta la entrada. En el vestíbulo, las recepcionistas guiaban a los visitantes entre las distintas empresas pequeñas que compartían el edificio. Como ya las conocía, las saludó con un gesto de la mano antes de dirigirse al ascensor.Mientras ascendía, intentó controlar su respiración, pero con cada piso que pasaba, su pulso se aceleraba más. Sus manos temblaban ligeramente y su pecho se agitaba con cada inhalación. Vamos, puedes con esto, se dijo. No era la primera vez que veía a Danny después de veinte años, y ya hasta se lo había follado… y le había dado un puñetazo. Nada podía ser peor que eso.Al llegar al piso correspondiente, se encaminó hacia la entrada de cristal.
*—Uriel:—Estoy divorciado, creo que lo mencioné esa noche —comenzó Danny, frotándose la nuca con nerviosismo.Uriel asintió, recordando con claridad ese dato de la noche en el club, pero había algo más, algo que en ese momento Danny no había contado.—Sin embargo, mi divorcio no fue tan tranquilo como otros. Mi exesposa… —Danny hizo una mueca, como si incluso pronunciar su nombre le resultara amargo—. Mi exesposa me ha hecho, o más bien, me está haciendo la vida un infierno.Uriel lo observó con atención, tratando de recordar a aquella mujer. Solo la había visto una vez, cuando Danny y su familia estuvieron en el restaurante que poseía, solo que, en ese entonces, Uriel sólo había sido un consumidor más. Recordaba haberla visto y morirse de celos. La ex esposa de Danny era una mujer delgada y alta, de ascendencia latina, con un cabello largo y chocolate brillante. Había tenido una sonrisa radiante ese día, la imagen de una esposa feliz con su esposo e hijo. Le costaba imaginar
*—Uriel:Después de volver a comenzar, de aceptar que debían de dejar ir el pasado, estrecharon sus manos por unos largos minutos hasta que poco después la dejaron caer, sin embargo, en vez de que ambos sonrieran abiertamente, la sonrisa de Danny se tornó triste.Se quedaron observándose en silencio, atrapados en un espacio donde las palabras sobraban y los recuerdos pesaban. Uriel vio cómo los ojos de Danny volvían a humedecerse, y algo dentro de él se quebró. No sabía por qué lo hizo, pero lo hizo.Acortó la distancia entre ellos y, sin dudarlo, rodeó el gran cuerpo de Danny con los brazos en un abrazo reconfortante.Danny se quedó rígido al principio, su cuerpo tenso contra el suyo, pero poco a poco empezó a relajarse, hasta que finalmente le devolvió el abrazo. Uriel cerró los ojos y se permitió disfrutar de la cercanía, de la sensación de los músculos firmes de Danny bajo la ropa, del aroma embriagador de su colonia, de la calidez envolvente de su cuerpo. Siempre le había
*—Uriel:Uriel intentaba seguir con su vida. Se repetía a sí mismo que todo estaba bien, que su rutina no había cambiado, que podía seguir adelante como si nada hubiera pasado, pero era mentira.Ir al gimnasio, trabajar, volver a casa... todo seguía igual en la superficie, pero dentro de él, algo se había desmoronado. Su mente no dejaba de girar en torno a Danny. Su rechazo lo había golpeado más de lo que quería admitir. Se decía que lo entendía, que era lo mejor para ambos y que no podía obligarlo a nada, pero su cuerpo y su corazón no parecían querer aceptar la realidad.Estos días se la había pasado pensando en Danny, en cómo lo afectaba incluso sin estar cerca. Lo deseaba con una intensidad desesperada, como si su piel aún ardiera con el calor de su toque, pero más que eso, lo necesitaba.Y eso lo aterrorizaba.No era solo una atracción física, no era un capricho pasajero. Estaba obsesionado con Danny una vez más. Si, así mismo, su vieja obsesión había regresado con más fue
*—Uriel:Después del almuerzo, Uriel llevó a Erik a la firma y luego puso rumbo al edificio donde estaba la oficina de Danny. Sabía que a Danny le gustaban las plantas y decidió comprarle una. En una tienda cercana, sus ojos se posaron en una orquídea amarilla. No solo le recordaba a los ojos de Danny, sino también a él mismo, al sol que había sido en su vida en un momento dado de esta.Subió en el ascensor con la planta en brazos, sintiendo su corazón latir a mil.No se habían visto desde aquella conversación en la que, entre disculpas y heridas abiertas, Danny lo había rechazado. Sin embargo, Uriel tenía un objetivo claro: conquistarlo otra vez. Sabía que no sería fácil, pero no estaba dispuesto a rendirse. Danny había regresado a su vida por una razón, y él debía descubrir cuál era. En el fondo, una parte romántica de sí mismo le susurraba que este era su momento para sanar, para volver a amar. Y si no era con Danny… ¿Entonces con quién?El sonido del ascensor al llegar a su
*—Uriel:Sus miradas se encontraron, y de inmediato, el ambiente se tensó. La misma electricidad de antes de la llamada de su hijo volvió a envolverlos.Danny jadeó, y Uriel sintió su propio cuerpo reaccionar ante el sonido. Su mirada descendió instintivamente hasta su pelvis, donde su erección se marcaba evidente contra la tela de su pantalón. La visión encendió un fuego en su interior.Demonios… Danny sabía exactamente cómo encenderlo con tan solo mirarlo.Una sonrisa ladeada curvó los labios de Uriel antes de moverse. Con un movimiento fluido, pasó una pierna por encima de Danny y se acomodó sobre sus muslos, presionando sus caderas contra él.Danny dejó escapar un gruñido bajo y llevó sus manos de inmediato a las caderas de Uriel, aferrándose con firmeza.La tensión era tan palpable que apenas podían respirar.Uriel rodeó su cuello con los brazos y se inclinó un poco más. Sus rostros estaban tan cerca que sus alientos se mezclaban, cálidos y cargados de deseo.Podía sentirl
*—Danny:Danny no sabía qué pensar ahora que estaba, de alguna forma, en una relación con Uriel.Los días habían pasado desde aquella visita inesperada en su oficina, desde aquella conversación que se había sentido demasiado honesta… y desde todo lo demás. Porque sí, habían hablado, pero también habían cruzado líneas que llevaban años sin atreverse a tocar. Y ahora, Danny no podía hacer otra cosa que pensar en él.Era absurdo. Irracional, pero su anhelo por Uriel era tan palpable que sentía su presencia incluso cuando no estaba. Su mente estaba llena de él, su piel todavía ardía con su recuerdo, y cada vez que cerraba los ojos, revivía esos momentos como si fueran una droga de la que no podía desintoxicarse.Volver a besarlo después de veinte años, había sido una locura.Y lo peor era que su cuerpo había reaccionado de una forma casi humillante. Un beso. Solo un beso y había estado a punto de correrse en sus pantalones como un maldito adolescente.Nunca le había pasado con Erik
*—Danny:Sin entrar demasiado en detalles, le habló a Cameron sobre los últimos acontecimientos con Uriel, desde la disculpa que recibió hasta lo que había pasado en los días recientes. Le contó cómo su dinámica había cambiado, cómo sus interacciones se habían vuelto más intensas, más cercanas… pero sin una etiqueta que definiera lo que eran.Cameron no dijo nada al principio. Se limitó a escucharlo con atención, bebiendo a sorbos su whisky. Su expresión permanecía neutral, pero Danny sentía el peso de su mirada. Quizás lo estaba agobiando con sus problemas. Quizás Cameron tenía mejores cosas que hacer que escuchar a un hombre de treinta y seis años divagar sobre un amor que ni siquiera entendía del todo, pero lo cierto era que Danny no tenía con quién más hablar. Cuando Luc y Damien no estaban disponibles, se quedaba solo con su propio caos mental, y eso era lo último que necesitaba.Sobre todo, porque había algo que lo atormentaba más que cualquier otra cosa: el miedo de last