Todas mis cosas están arregladas, he estado una semana preparando mis maletas, para que nada de lo necesario se me quede. Al fin ha llegado el momento de volver a esa ciudad, aburrida y llena de gente.
Cerca de las cuatro y media de la tarde, mi nana me dice que ya es hora de irnos al terminal. Faltan tres horas, pero ella quiere llegar con tiempo, no sé para qué. Cada año es exactamente lo mismo.
Llama un taxi, mientras yo saco mis pertenencias a la sala. Maleta, mochila y un reproductor mp3, mi chaqueta para la bajada en Caldera y la mejor sonrisa que puedo tener.
No ha habido día en que mi nana no me diga lo necesario que es que ella viaje a ver a su hermana y que yo pase tiempo a solas con mi padre, que ya estoy grande y que puedo viajar sola, etc. Y sigue sin entender que soy como ella, no estoy de acuerdo.
El taxi toca la bocina, tomo mis cosas y las saco a la calle. El chofer se baja para meterlas en el maletero y nosotras subimos en la parte trasera del auto. Mi nana le indica a donde vamos, el hombre arranca de una vez y yo siento un nudo en el estómago. Recién ahora soy consciente de que viajaré sola, no es lo mismo irme sola al colegio que ir a otra ciudad sin compañía.
Cuando llegamos a nuestro destino, mi nana le paga el viaje al chofer y nos dirigimos hasta el lugar desde donde salen los buses. Me compra unas galletas y una gaseosa para el viaje, aunque no creo que me sirvan. Mis planes son diferentes para este viaje: dormir.
Me dice que espere sentada en una banca y que tenga cuidado con mis cosas. Se va a la agencia de buses a la que mi padre le compró los pasajes y vuelve para decirme el andén desde dónde saldrá el bus que debo tomar. Hablamos de cosas como los materiales del colegio, que ella volverá a tiempo para comprar todo lo que necesitaré este año y que buscará un hermoso regalo para traerme. Eso no me anima mucho, pero le doy de todas maneras una sonrisa.
-Sé cuándo sonríes para mentir. Yo te crie, ¿lo recuerdas? – me mira con el ceño fruncido y yo miro a otro lado. Intimida con esa cara -. Pero de todas maneras te traeré algo.
Tras lo que parece una eternidad, porque hemos llegado muy temprano, el alto parlante avisa que el bus con destino a Caldera ya ha llegado. Nos vamos para entregar mi equipaje, momento que aprovecha mi nana para encargarle al auxiliar del bus mi integridad. El muchacho, que debe tener unos veintialgo le asegura que nada me pasará, con una gran sonrisa, de seguro divertido por la preocupación de mi nana. Si ahora está tan preocupada, pudo haber ido conmigo o llevarme con ella.
No, no dejaré de quejarme de este viaje forzado, a mi parecer.
Tras un abrazo que dura más de lo que esperaba, me subo al bus. Mi padre me ha comprado asiento en el primer piso, para que pueda bajar más cómoda. Habría sido ideal que me tocara en uno de los asientos que van solos, pero no fue posible, porque estaban todos ocupados.
Mi nana agita sus manos pálidas y arrugadas desde el andén, por primera vez en mis 16 años viajaré sola desde Santiago hasta Caldera y siento unos nervios terribles, veo que se quita algo de los ojos y recién ahora soy consciente de que ella tampoco se ha separado de mí desde que se hizo cargo de la responsabilidad de su hija. Le devuelvo la despedida con mi mano y le lanzo un beso, para que no se quede tan triste.
Son aproximadamente 12 horas de viaje, si nada nos retrasa. Mi padre me estará esperando en la carretera, y yo sigo deseando haber ido con la señora que se despide de mí.
Antes me gustaba ir hasta allá, pero este verano me habría encantado ir con mi nana María a visitar a su hermana al sur, que vive en San Pedro de la Paz, como para cambiar de rumbo, conocer otras personas y otros paisajes. Pero que se hace, pasaré dos meses rodeada de playas muertas y que ya conozco como la palma de mi mano, será un largo verano para mí. Para los que van por primera vez, es la gran novedad, para mí es un martirio. Que esperaban, soy adolescente.
Como la salida es a las siete treinta de la tarde, una vez que pasemos por el túnel El Melón me dormiré, mañana llegaré muy temprano y no quiero bajarme con mala cara, que mi padre no se dé cuenta que no quería venir. El asiento junto a mí lo ocupa una joven, a mí me ha tocado a la ventana. Gracias papi, porque detesto los empujones o los golpes con bolsos de la gente poco cuidadosa.
Me llevo unos libros de historia y algunos de los que deberé leer para el colegio este año. La profesora siempre me da la lista, porque sabe que me gusta leerlos con tiempo, unas dos o tres veces, para analizarlos bien y no perderme detalles.
También pienso que, al menos, tendré tiempo para pensar en mi mamá, ni mi padre ni mi nana han querido decirme nada de ella. Mi nana María no me habla de ella porque está enojada aún después de trece años sin saber que le pasó, que fue de su vida. Un día simplemente dejó una carta en la mesa y a mí con una vecina, mientras mi papá trabajaba. Cuando llegó en la noche, la vecina lo llamó y se encontró conmigo durmiendo en el sillón. Sólo eso sé, luego mi padre se fue y me dejó con mi nana para irse a trabajar al norte.
Mi padre, es obvio que no me va a decir nada de ella. Era su esposa y seguro que ella le rompió el corazón.
No sé por qué este último tiempo me he acordado tanto de ella, más que nunca, jamás he podido albergar odio o rencor hacia ella. Debe haber pasado algo grave o ella quería algo más, como para dejarme y no buscarme nunca más. Mi nana no la perdona y dice que no lo hará, que ella no la crio así. Así es, su propia madre no quiere verla ni en pintura.
- Una madre jamás deja a sus hijos, mucho menos por un hombre - que es la razón que ella me ha dado por la que despareció - Un gallo que no acepta gallina con pollos, Estella, no sirve y se tiene que sacrificar.
Como buena mujer de campo, todas sus enseñanzas acerca de la vida son en medio de cosechar tomates, desplumar pollos o preparar chorizos. Seguro que esas son algunas de las razones por las que los vecinos no nos toleran.
Pero, sí, tiene razón, mi nana siempre la tiene, aunque me habría encantado tener a mi mamá en acontecimientos importantes. Como el primer día de clases, o cuando mi papá se fue al norte a trabajar o cuando casi doy mi primer beso, pero no resultó.
Eso sí, mi abuela ni siquiera sabe de eso último, es muy comprensiva pero no creo que quiera saber que estuve a punto de besar al nieto de la vecina que a ella le disgusta. Todavía lo recuerdo y que bueno que no pasó, puaj. Tener en mi recuerdo que casi beso a Gerardo me hace querer enterrarme de vergüenza.
Fue un día que bajé del autobús que me deja cerca de casa. Él venía caminando del suyo y me ofreció acompañarme, hablamos del colegio como siempre y luego se detuvo. Me dijo que yo le parecía bonita y si podía darme un beso. Obvio me pilló por sorpresa esa confesión, me gustó que alguien al fin me viera de otra manera, y casi caigo.
Tras nosotros iban dos chicos, que viven en el mismo sector, con los que Gerardo se juntaba a jugar al fútbol en el parque. Uno de ellos estaba grabando, así que supe que era mentira. Lejos de ponerme a llorar, le seguí el juego y cuando se estaba acercando, cerró los ojos. Aproveché eso para recoger una piedra y la puse en sus labios.
-Espero que ese sea material suficiente para tus amigos – abrió mucho los ojos y dejó caer a su amada roca -. No la botes, guárdala de recuerdo, porque eso es lo único que tendrás de mí.
Y me fui con una sonrisa en mi rostro. Si mi nana supiera, Gerardo sería chorizo y yo ya no haría sola el recorrido de la parada a casa.
Vuelvo al presente, porque el auxiliar del bus comienza a pedir los datos en cuanto salimos de Estación Central, el terminal de buses desde dónde salí. Me acomodo en el asiento y espero a que llegue hasta mi lugar.
Comienzo a pensar en las cosas que haré para no aburrirme en el puerto que aceptó mi padre como su hogar, es difícil buscar algo que hacer allí. La verdad es que en la medida que he ido creciendo, todo se ha vuelto poco atractivo para mí.
Aunque, la verdad, la idea de ver a mi padre otra vez me va calmando el enojo y me hace querer aguantar lo que sea en ese lugar. Sí, soy un mar de contradicciones, pero es que en algún momento m tenía que llegar la adolescencia. Ya creía que había nacido vieja y que me estaba saltando la etapa de las indecisiones juveniles.
El auxiliar me toma los datos de registro de pasajeros y cuando termina, me acomodo para dormir. Desde mañana empieza un largo verano...
Abro los ojos cuando el auxiliar del bus me toca el hombro y me dice que ya pasamos el peaje. Le doy las gracias, pero pudo despertarme a la altura del aeropuerto, son unos quince minutos más de sueño. Me doy cuenta que no tengo acompañante y el asiento del frente está libre, le pregunto si me puedo cambiar allí y me dice que no hay problema.Me acomodo en el asiento y me arreglo el pelo, saco de mi mochila la chaqueta, seguro que hace frío igual que siempre. Muchos creen que, por ser el norte, en verano, no hace frío. Se equivocan, las mañanas son muy heladas, a veces con niebla, mejor dicho,camanchaca, asíle llaman acá. Tras pasar el aeropuerto, me quedo atenta al camino, una de las cosas que me gusta de este trayecto es la animita que le hicieron a la Difunta Correa.Algo de lo que me contó mi padre de esa historia me fascinó. Se trata de una mujer argentina, que
Es lo único que me faltaba, es como que quiero empezar a arrepentirme de haberle dicho que sí. Mi padre y sus ganas de ayudar a todos, pero no sé qué tanto hablo si yo soy igual.Me miro al espejo para ver cómo estoy, pero después pienso que no voy a ver a nadie importante para mí, así que me da lo mismo. Además, aunque quisiera, no podría mejorar mucho mi aspecto- ¿Lista? - me pregunta curioso cuando subo al auto -.- No lo creo, pero vamos – él sólo se ríe, de mí, por supuesto -.- Antes de irnos, te tengo otro regalo - saca una caja -. Hablé con tu abuela, está de acuerdo con esto porque eres responsable, seria y pasaste a cuarto medio.Abro el paquetito y hay un teléfono, grande. Jamás había tenido teléfono personal, mi nana nunca quiso que tuviera uno.- Papi, yo... no sé
Nos despedimos de mi padre en el estacionamiento y caminamos lentamente hacia la playa. Lo llevo por el camino largo, que sería rodeando la Estación de Caldera. Un hermoso edificio de la década de 1850, donde llegaban las cargas desde Copiapó con el mineral de Chañarcillo, de hecho la ciudad en esa época se llamaba La Caldera, debido a que funcionaba como fundición del mineral que traía la locomotora.Una vez que estaba procesado el mineral, era cargado en los barcos y transportado a diferentes destinos.Hoy es un hermoso edificio de color verde, que fue remodelado unos años atrás. Antes de eso, era un edificio viejo de adobe y madera, que se caía a pedazos. Ahora funciona como centro cultural y alberga un museo paleontológico. Sí, puedes ver fósiles de verdad y otras que son réplicas. Pero no de dinosaurios.- ¿Has entrado? – me pregunt
No sé cuánto debiera durar un beso, sólo sé que para mí fue maravilloso, largo, suave. Mucho mejor de lo que creí que sería.Cuando nos separamos, nos miramos y puedo sentir que floto enunanube, de pronto recuerdo que estamos en un lugar público, la gente pasa alrededor, pero eso ahora mismo no me importa.Me toma las manos y pone su frente contra la mía. Sólo ahora me doy cuenta de que estoy parada un peldaño más arriba que él, por eso quedamos casi a la misma altura. Es más alto que yo, sólo ahora me percato de eso y es porque nada de eso importa. Recuerdo que alguna vez dije que nunca estaría con alguien más alto que yo, porque no quería parecer llavero a su lado.Pero, aquí estoy, junto a un chico hermoso, con ojos dorados al sol, que ahora están cerrados saboreando el momento.Al cabo de unos minutos,
Al llegar a la playa, buscamos rápidamente un lugar donde instalar nuestras cosas. Optamos por un lugar cerca del agua, en caso de que tengamos que salir rápido.Mi ritual es ponerme protector primero, esperar treinta minutos y luego meterme al agua. Afortunadamente, mi necesidad de esconderme de mi padre me adelantó el paso del protector y no necesitamos esperar tanto. Pero hoy lo cambié, porque era la primera vez para Arturo en el mar, el pobre estaba tan ansioso que casi se mete con zapatos y todo.- Hey, la idea es que tengas ropa con la que devolverte a casa – señalo sus pies -. Mojar tus zapatillas en el mar puede ser un terrible error.- Lo sé, es que siempre quise hacer esto y siento que ya no puedo esperar – se me encoge el corazón, porque se ve totalmente adorable -.- Pues, primero las zapatillas, la polera y todo objeto valioso en tus bolsillos. ¿Sabías que los tel&eacu
En el trayecto hacia el supermercado, mi padre nos pregunta por la tarde en la playa:- ¿Qué tal ha estado esa primera vez en la playa, Arturo? – lo mira por el retrovisor, yo voy sentada junto a él -.-Mu-muy bien, señor – lo ha pillado desprevenido, de seguro -.-Ja ja ja, probablemente sepa más de ti de lo que pensabas. Tu padre y yo hablamos mucho de ustedes – nos guiña un ojo -.-Supongo que no le dijiste nada vergonzoso de mí – le digo con el ceño fruncido -.-Claro que no, tú no tienes nada que pueda avergonzarte, ¿o sí? – me dice levantando ambas cejas, pero sin apartar la vista del camino -.-Espero que todo ya se lo haya contado a Arturo, no quiero que después se te escape algo y quede como payaso – me cruzo de brazos y miro por la ventana, ya pasamos la comisaría, estamos a una cuadra del supermercado -.
Siento muy temprano a mi padre prepararse para ir a trabajar. Con dificultad abro los ojos y veo que ya hay claridad a través de las cortinas de mi habitación. Me levanto para asegurarme de que tome un desayuno decente, no solo una taza de café. Se ríe cuando me paro con las manos en la cintura al pillarlo infraganti con su desayuno austero y humeante. Le preparo unos huevos y tostadas muy rápido, me sirvo un vaso de leche y me siento junto a él. Yo estoy acostumbrada a comer temprano, por lo que hacer esto no es para nada un sacrificio.Tras despedirme de él, por su petición insistente, vuelvo a la cama. Intento dormir
Es mi primer fin de semana aquí, como mi padre no debe ir a trabajar, aprovecho para levantarme tarde.Piringa me ronronea en la oreja, buscando que le acaricie la barriga. Pero yo me encuentro totalmente absorta en el libro de Dan Brown, mi padre ya no me pregunta por qué leo dos o tres libros a la vez y cómo hago para no confundir las historias. Pues, de la misma manera que puedo estudiar siete u ocho asignaturas en el colegio, sin confundir los contenidos.No me imagino respondiendo con una fórmula de la fuerza centrípeta a un ejercicio de estequiometría.Escucho el mensaje entrante en mi teléfono y veo que es Arturo.Arturo: Buenos días, preciosa.¿Cómo dormiste?Yo: Buenos días, hermoso. Dormí muy bien, gracias. ¿Y tú?Arturo: Yo muy bien, soñé contigo. Te veía vestida de p