39. Esperanzas

Tres meses y veintitrés días sin verte

Mi madre golpea la puerta y entra con la bandeja del desayuno. Ella ha sido mi soporte en todo esto, al igual que mi padre que me llama tres veces al día, sólo para saber cómo estoy. Mi abuela me ha contado finalmente cómo conoció a mi abuelo y fue casi igual, la única diferencia que su historia fue en invierno.

Tres meses y veintitrés días desde que este mundo se volvió insípido y vacío. Mi madre quiere que vayamos de vacaciones a Caldera, así podré quedarme las dos semanas. No sé si estoy lista para eso, saber que él no caminará conmigo por la playa ni verá las estrellas conmigo todavía es duro de reconocer.

Aunque Ricardo Arjona me canta a diario que aún está conmigo en la cocina, no irá conmigo al baile de graduación.

Me preparo para nuestro viaje

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