CAPÍTULO 4. (PARTE 1)

Comenzó a amanecer en ese momento y Arthur estaba con la mirada puesta sobre la ventana, estaba notando con un particular asombro lo que el cielo estaba haciendo. Y mientras estaba abrazado de Erik, fue donde el ambiente comenzó a convertirse lentamente en uno bastante romántico. Entre los besos y las suaves caricias que ambos chicos se daban entre ellos, fue justo cuando Arthur aprovechaba la oportunidad de acurrucarse en el regazo de Erik. Y de repente, un pequeño sonido proveniente de los labios de Erik, despertó y preocupó a Arthur.

—¿Qué te ocurre? —Arthur le da suaves golpecitos en la mejilla, estaba intentando despertarlo, desafortunadamente sin éxito alguno. —Erik, por favor, respóndeme. —continuó dándole dichos golpecitos para reanimarlo.

—Sentí que me había dado un fuerte golpe en la cabeza. —balbuceó Erik con una ligera dificultad, puesto a que todavía estaba con los ojos cerrados.

—Dios… —suspiró aliviado porque se dió cuenta de que no era nada grave. —Relájate, Erik, sólo estabas soñando. —después de que Arthur dijo eso para tranquilizar a Erik, volviendo a quedarse dormido junto a él.

Su supuesta relación secreta no fue un simple trato que Arthur hizo con Erik, y que de ese secreto que debían mantener guardado y resguardado, alguien más formaba parte de la relación. Por más que intentasen negarse, no eran simplemente dos chicos. Había un tercero que se “entrometía”, pero como siempre; los rumores siempre eran los personajes principales que entorpecían y confundían al resto de los presentes.

Un par de horas después, Erik comenzó a despertarse luego de notar que Arthur no estaba con él. En lugar de molestarse con él por aquello, supuso que su compañero tendría que irse a su respectiva habitación para evitar levantar sospechas.

Por lo general, los chicos dormían en camas separadas, a veces también tenían que tener incluso hasta sus propias habitaciones. Y por temas del “espacio personal”, preferían o deseaban que fuera así. Y para las chicas aplicaban la misma normativa.

En la institución, las reglas eran cuestionables y además de eso, cada estudiante debía mantener una relación sana y pacífica con sus demás congéneres. Erik obedecía a estas reglas desde el primer día en el que fue inscrito, aunque intentaba mantenerse alejado de las relaciones de pareja, una creciente necesidad por experimentar comenzó a despertar desde sus tempranos diecinueve años. Su sexualidad era algo que sí o sí tenía que reprimir si no quería ser atrapado en el acto con algún amante. Fuera femenino o masculino, no importaba con quién lo hiciera.

Erik rápidamente después de hacer sus respectivas actividades de la mañana, se lleva consigo en su mochila los diez libros que había finalizado de leer y de hacer un extenso e interesante resumen sobre lo que leyó y procede a dirigirse hacia donde estaba el bibliotecario trabajando. Éste observó por encima de sus anteojos, al chico y se cerciora con un profesionalismo notable y observa atentamente a cada movimiento que hace. 

—¿En serio te leíste los diez libros? —dicha pregunta, asustó un poco a Erik, ya que el bibliotecario apareció de la nada.

—Oh… —Erik por poco se le cae el quinto libro. —Si, me los he leído todos. —sonríe de forma cálida, intentando no mostrarse nervioso ante lo sucedido.

—Demonios… debo admitirlo, eso es impresionante. —el bibliotecario sonrió también y se retiró lentamente. —Bueno, cuando vuelvas a leer otro libro o libros, me lo haces saber. —se despide de Erik y continúa con su trabajo.

Erik de manera tranquila, meticulosa y organizada procedió todos los libros, que como ya se mencionó, él había terminado de leer, hasta terminar y en eso, observó a unos estantes de distancia, a Arthur estando con otro chico. Podría ponerse celoso si quería pero los celos no eran parte de su personalidad. Su ventaja más positiva era su seguridad, ya que ésta no se podría ver afectada por terceros.

El principal enfoque de Erik no era precisamente el buscar una pareja, pero al meterse en la vida de él es que todo comenzó a tener un rumbo diferente del cual nunca estuvo acostumbrado.

Después de acercarse para ver si realmente se trataba de Arthur, Erik descubre que efectivamente se trataba de él. Pero el detalle principal fue que el chico nada podía decirle a su “pareja”, era cuestión de tiempo para esperar la oportunidad y decirle lo que acababa de presenciar. Arthur era relajado, tomaba las cosas con calma a pesar de que disfrutaba de las experiencias y no dudaba en lanzarse a todo sin pensárselo mucho. Ese trato era justo, pero con Erik era todo lo contrario a él.

Y es obvio porque, al ser un príncipe, sus razones eran más que comprensibles. Prefería y deseaba mantenerse bajo perfil sin llamar tanto la atención. Y es por esa curiosa razón que Arthur aceptaba utilizar esa “privacidad” a su favor. La escena se estaba poniendo algo tensa, debido a que Arthur comenzó a sospechar de que alguien lo estaba observando, y quién hacía esto, era nada más y nada menos que Erik.

—Creo que… es mejor… que le expliques lo que está sucediendo. —el chico miró hacia su costado derecho y Erik estaba allí, sorprendido porque se dio cuenta de todo lo que estaba pasando.

—¿Explicarle qué cosa? ¿A quién? —Arthur estaba haciendo otra vez su papel de tonto, haciéndose el desentendido por medio de su disimulada actuación. —Oh, sí. Claro que sí, qué tonto soy. —Erik, él es Arzhel Ryker. —agarró la mano del chico de ojos azules y casi le obliga a estrecharla con la mano de Erik para presentarlos de manera forzosa.

—Hola. —saludó escuetamente, como si no quisiera realmente saludar ni estrechar su mano con alguien más. —Es un placer conocerte, soy Erik. —sonríe forzosamente intentando no demostrar su creciente incomodidad.

—El placer es todo mío. —Arzhel sonríe amistosamente, bastante encantado de conocer a Erik. —Parece coincidencia de que te guste leer también igual que a mí. —el gesto de Erik cambió a partir de esa interesante revelación convertida en coincidencia. —Eso es asombroso. —por unos segundos, los ojos de Arzhel brillaron.

—Oh, sí… —Erik dudó un poco si debía seguir allí o irse de la biblioteca. —Bueno, es uno de mis pasatiempos favoritos y del cual disfruto mucho. —sonríe ahora sin querer forzar la sonrisa más de lo necesario.

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