"Creo que esto está muy bien, no se ven las marcas en mis muñecas ni tobillos" Samantha se veía frente a su espejo, probando ropa que le gustara y que no fuera tan obvió que ocultaba algo. Terminando por ponerse un vestido corto de un tono rosa pastel hombros al descubierto y mangas hasta sus muñecas, así mismo utilizo unas pantimedias blancas y unos botines bajos, dejando su cabellera castaña suelta y usando una gargantilla que cubriera la marca que había dejado el beso de Leonard. Cuando la joven bajo las escaleras se sorprendió al ver qué su prometido charlaba tranquilamente con Juliana mientras tomaba su desayuno y vestida ropa casual de tonalidades claras. — Leonard… ¿No irás a la empresa? — Preguntó Samantha curiosa. El dirigió su mirada a ella sonriendo de inmediato. — No cariño, pensaba quedarme contigo. — ¿Que? Pero… Debes estar muy ocupado y no me dijiste nada con anticipación, yo… ¡Ya tenía planes! — ¿En serio? ¿Cuáles? — Decía Leonard viéndola con dulzura, mientras
— Cariño espera. — Decía Leonard con un tono pacífico en su voz mientras seguía a Samantha. — ¡No me sigas déjame en paz Leonard! Me iré de aquí sin ti, prefiero vivir en la calle que a tu lado. — No exageres niña hermosa, sabes que no es lo que quieres. Samantha en ese instante se detuvo volviendo a ver atrás al hombre que iba caminando lentamente hacía ella. — ¡Te daré una última oportunidad! ¿Dime dónde están las cosas mías, de mi padre y hermano? ¿Dónde fue que has escondido todas nuestras pertenencias? ¿A caso las has robado? ¡Por qué eso es lo que parece! ¿Debería llamar a la policía? — No me culpes a mi Samantha. — Decía Leonard finalmente llegando hasta donde estaba la hermosa joven de pie. — Alguien asesino a tu padre cariño, yo solo oculte todo por si volvía a la mansión no tuviera nada que podría estar buscando desde un inicio, fue un acto de protección a los Thompson, fue por ti que lo he hecho de ese modo ¿No es eso una prueba honesta de mis sentimientos? ¿Que tanto
Las horas comenzaron a pasar y Samantha se quedó dormida en el sofá sin siquiera darse cuenta con la tableta digital encima de sus pechos. Ella abrió sus ojos de pronto asustada. — ¡No puede ser! ¡Me he dormido! — Gritó para si misma viendo rápidamente a sus alrededores, para fijarse en una ventana que todavía estaba oscuro y al ver el reloj de la tableta se dió cuenta que era ya de madrugada. Samantha notó que tenía una cobija encima la cual supuso que le había colocado alguna sirvienta o el mayordomo sin intenciones de despertarla. "Debieron despertarme, pero siempre suelen ser tan considerados" Pensó la joven mientras se ponía de pie y subía las escaleras rumbo a su habitación. Fue entonces que algo llamó su atención. Varias de las ventanas en el pasillo del piso se encontraban abiertas, Samantha se acercó caminando por el lugar. "Que extraño… ¿Por qué nadie las cerró?" Un recuerdo fugaz paso por su mente, uno de unas horas atrás, cuando iba a dicho salón a elegír un desti
Cuando Samantha abrió sus ojos se sintió un poco mareada posando su mano en su frente, un fuerte dolor de cabeza se hizo presente acompañado de una leve sensación de náuseas. Ella dirigió su mirada a un costado, viendo al lado de su lecho a su prometido durmiendo.En ese mismo instante la señorita Thompson paseó su vista por los alrededores dándose cuenta que no se encontraba en su habitación dentro de la mansión de ese hombre, lo que puso alerta a Samantha quien de inmediato se levantó. La bella joven caminaba por los alrededores notando que era una habitación extremadamente grande, con una perfecta y hermosa decoración dorada con blanco, al menos lo que podía distinguir ante la oscuridad y nada más que una pocas lámparas encendidas. Samantha sentía en sus pies desnudo la suavidad de la alfombra en el anexo de la habitación, la cual era una sala acogedora, vió en ese momento el reloj de pared frente a ella marcando más allá de las once y media de la noche. Recordó que debía estar
Los ojos verdes de la hermosa joven veían con atención a su prometido quien se había despertado y comenzaba a sentarse en la cama. — ¿No te sientes bien? — Preguntó él de inmediato, poniéndose de pie. — Llamaré a Juliana, te traerá algo que te alivie. Samantha ni siquiera había dicho nada, cuando Leonard de inmediato supuso que se sentía mal por haber tomado tanto esa tarde. — Gracias… — Respondió la joven. — Aunque preferiría volver a mi habitación y que ahí Juliana me atienda. Leonard clavó su mirada en ella con una expresión seria, su prometida llevaba una bata larga de dormir que la misma Clarisa le puso luego de ofrecerse a ayudar a Samantha al ver qué llegó inconsciente a la mansión; la cual en ese momento aún seguía viéndose terriblemente agotada y su rostro estaba bastante colorado. Por supuesto, el apuesto hombre pensó que despertó al sentirse mal por lo sucedido recientemente, incluso creía que ella había tenido algún tipo de pesadilla. Estaba preocupado. — No te he t
Una semi sonrisa llena de incredulidad curvó los labios de ese hombre extranjero al ver de quién se trataba. — ¿Cómo has conseguido mi número? — Preguntó el apuesto hombre a la mujer en línea. — Luka, eso no importa, es lo de menos ¿No lo crees? Yo, estoy muy sola, me siento extremadamente sola… Mi vida ya no es lo mismo sin ti, no logró sacarte de mi cabeza, en mi corazón el vacío que dejaste persiste y mi cuerpo desea tu calor, se que fui muy insistente con lo del matrimonio pero entiende, solo quería ser tu esposa. Luka exhaló sintiéndose estresado. — Khristeen, nunca fuimos el uno para el otro, tu misma lo habías dicho ¿No lo recuerdas? La vez en la que me dijiste "no puedo estar con un hombre que siento que no me ama y nunca lo hará" o la vez que me dijiste "nunca he confiado en tu fidelidad ni un momento ¿Por qué debería serlo yo?" Oh, si, esa vez fue por qué vi unas fotografías tuyas con otro hombre, se besaban tan intensamente y me dijiste "fue un beso cualquiera" pero la
Era poco más de las seis y media de la tarde, cuando Leonard llegó a su mansión, después de haberse reunido con Patricia en la ciudad. Arnoldo abrió la puerta del automóvil y él se bajó observando algo que llamó su atención. La hermosa mujer con un vestido corto, blanco, volado y escotado que caminaba por los arbustos florales, luciendo su cabello castaño en una trenza, reía a carcajadas mientras platicaba con la sirvienta que él dejó para su cuidado. Leonard sonrió en ese instante, sintiendo que hizo bien al contratar a una mujer de una edad similar a la de su prometida que al parecer le hacía buena compañía. Lentamente, se acercó a ellas, Clarisa quien fue la primera en notarlo le hizo un gesto a Samantha que de inmediato se giró para quedar frente a frente con ese alto hombre. — Cariño, me alegra que estés mejor. — Dijo el con un tono de voz pacífico mientras su mirada azul se posaba en la de Samantha. — ¿Mejor? Si… Quizá un poco… — Respondió algo cortante. Samantha no podí
— ¡¿Que quieres ahora?! — Preguntó Samantha alterada. — ¿No vas a dejarme ni siquiera nadar en paz? — Reclamaba a Leonard. Él dudó por unos instantes sobre que decirle a Samantha, pensó que ella estaría tan molesta que atentaría con su propia vida y ahora se sentía como todo un estúpido por haber pensado así de ella. — Solo… No quería que estés molesta conmigo. — Decía Leonard mientras su mirada azul veía con atención a la hermosa mujer salir del agua. Como si hipnotizado estuviera, su ojos no se apartaba del sensual cuerpo de su prometida. — Cancela cualquier cita próxima con esa mujer por siempre y haré de cuenta que no dijiste nada en la cena. — Samantha se detuvo frente a Leonard cruzando sus brazos y viéndolo molesta. Él apartó su mirada de ella en ese instante. — Sí, lo haré, pero, deberías ponerte algo de ropa… — ¿Eh? — La Joven se volvió a ver a si misma, para después sonreír con malicia mientras veía nuevamente a ese hombre. — ¿Te pone nervioso? ¿Por qué? ¿Quieres prob